El lugar al que llamamos hogar

La corazonada es una novela sobre la resistencia de los seminolas frente a EEUU, del guionista y escritor estadounidense Barry Gifford

Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- Barry Gifford ha publicado novelas, poemas y guiones de cine. Entre sus obras editadas en español están La vida de Sailor y Lula (Anagrama, 1990), Gente nocturna (Anagrama, 1994), Perdita Durango (Anagrama, 1997) —de la que también hizo el guión para la película del mismo nombre dirigida por Álex de la Iglesia—; y Wyoming (Emecé, 2002). También está el poemario Cuatro reinas (Aldus, 2006) traducido por José Emilio Pacheco. En cine se ha adaptado su novela Wild at heart (David Lynch, 1990) y junto con Lynch escribió el guión de Lost highway (1997). 

De Barry Gifford, editorial Almadía presenta La corazonada, novela basada en un momento histórico entre Estados Unidos y México, que casi nadie conoce en ambos países, donde la identidad no va de la mano de la patria, y la patria más que un lugar es una búsqueda. La corazonada se cuenta en la época en que México, no muy amistoso, recibió a migrantes procedentes de Estados Unidos. 

«Cuando era niño, en nuestra casa de Florida, me hice amigo de unos niños seminolas. Los seminolas son una tribu originaria del norte de Florida. Pasé mucho tiempo con ellos, quienes en su mayoría solían vivir en granjas de reptiles, donde había caimanes y serpientes. Tienen una historia verdaderamente única, con la cercanía aprendí algo de su historia, los indios seminolas son la única tribu que nunca se rindió al gobierno estadounidense. Después, cuando me hice mayor, supe que les quitaron su territorio y los trasladaron a las reservas en los estados de Texas y Oklahoma, de donde emigraron rumbo al estado de Coahuila, en México. Eventualmente, se integraron grupos esclavos negros que se habían escapado de las plantaciones y junto con algunos otros mexicanos y con algunos estadounidenses blancos, incluso algunos judíos, fundaron una población. Y así nacieron los mascogos, como se conoció a la mezcla de ellos, la primera tribu verdaderamente integral. Es algo muy interesante que ocurrió a mediados del siglo XIX.»

«Y se fueron a Coahuila porque era un estado secesionista, ahí lucharon para poder tener independencia del gobierno mexicano, tanto de republicanos, conservadores y después del imperio de Maximiliano, que querían controlarlos. Entre más supe de esto fue como decidí escribir la novela, de eso trata La corazonada.»

«En inglés el título es Black Sun Rising, que es una frase simbólica en referencia a los fundadores de mascogos. Pero también me gusta la idea de presentimiento, que de alguna manera está planteada en la historia. De hecho, el título que decidí es doble Black sun rising / La corazonada

Estados Unidos y México estaban definiéndose como Estados a mediados del siglo XIX, hubo diversos proyectos de nación y en todos ellos, pueblos como los mascogos, no cabían en ninguna propuesta de país. Es gente que ha sido olvidada hasta nuestros días. De alguna manera, La corazonada pronuncia los nombres de gente olvidada.

La mayoría de estadounidenses y mexicanos no saben nada de esta historia. Lo interesante es que, en Coahuila, los seminoles pelearon por tener un lugar independiente. Los seminoles y los esclavos renegados se convirtieron literalmente en una fuerza militar fronteriza que protegía a la gente de ataques como los que hacían los apaches, que cruzaban el Río Bravo para robar y atemorizar a la gente y los poblados mexicanos. Esta historia me ha seducido tanto que decidí escribirla. La corazonada es una ficción basada en esta historia que casi todos desconocen. Me parece algo muy poderoso e inspirador. 

¿Cuál es el espíritu de la novela?

Es curioso que lo preguntes porque hoy en todo el mundo, hay gente que está buscando dónde vivir, una tierra en dónde estar, un lugar para llamar hogar. Hay gente de América Latina, de Honduras, que viene a México y luego va a Estados Unidos. Hay gente de África que cruza el mar rumbo a Barcelona. Eso lo vemos en todo el mundo. Eso es emigrar. Eso es lo que buscaban los seminoles. 

¿Cómo definir la patria? En el siglo XIX nació el concepto de Estado-Nación. Pienso en La corazonada y me parece que la idea de patria, ese espacio en donde caben las tradiciones, los sentimientos, el idioma, e incluso los muertos, sólo queda en la tierra que se pisa a cada paso.  

Es muy difícil pensarlo. La gente que salió de Estados Unidos, la primera generación que emigró mantuvo las tradiciones. Pero para la gente que se asimiló, que traía sus propias tradiciones y se sumó a los seminoles porque huían, cambiaron. La cultura popular de los lugares por donde pasaron tuvo influencia y fue hasta que se entendieron como mascogos, cuando pudieron ser quienes realmente eran. Hasta nuestros días puedes encontrar a los descendientes de los mascogos. 

Y pasa como en todos lados en el mundo, por ejemplo, mira lo que ha ocurrido con las comunidades judías que emigraron a África o a la India, se asimilan, pero mantienen su culto en privado. Eso pasó un poco con los creek (como también se les conoce a los seminoles en Estados Unidos), como eran perseguidos, sus tradiciones las protegían lejos de la vista de otras personas. Tal vez tu familia, la mía o la de las personas que leerán esta conversación, han vivido una experiencia similar. 

¿Qué es lo que el paisaje te permitió narrar? La zona fronteriza es un personaje más de tu novela. 

Coahuila en sí mismo, es como un país diferente. Siempre he estado atraído por la frontera. En los años noventa, durante semanas viajé por la frontera junto a un fotógrafo para escribir el libro Bordertown. De cualquier manera, he pasado mucho tiempo en la frontera. La frontera me encanta, no sólo la que hay entre México y Estados Unidos, me atraen todas las fronteras en el mundo y las situaciones que encuentras en ellas. 

Me fascinan, porque esos territorios de unas cuantas millas a los costados de una línea imaginaria son, en su conjunto, como una isla, como un país intermedio, donde las reglas son diferentes. Eso es lo que me atrae y creo que es lo que intento contar en esta novela. 

Hoy en el mundo hay cerca de setenta millones de personas que no tienen casa, que están emigrando o refugiadas en albergues situados en otro país. Lo que cuentas en tu novela inspirada en hechos reales de mediados del siglo XIX, es profundamente cercano a lo que pasa en nuestros días. 

Me gusta que lo menciones, porque la gente debe de estar consciente que esta situación que vivimos no es nueva, así se han construido nuestros países. Y por ello, espero que La corazonada, atraiga la atención a este momento de la Historia, donde los seminoles y los esclavos fugitivos se juntaron para crear una comunidad en Nacimiento, en el municipio de Múzquiz, Coahuila; en donde primero vivieron y crecieron apartados de los mexicanos, pero después ahí mismo se integraron con otros mexicanos y algunos pocos estadounidenses blancos. Es el mejor ejemplo que demuestra cómo la gente sí puede integrarse y crear comunidad.  

Hablas de integración, pero ¿acaso no deberíamos hablar de inclusión?

¡Por supuesto! La fundación de Estados Unidos fue un experimento muy interesante, pero ahora es un fracaso completo. Vivimos tiempos verdaderamente muy difíciles. Eres periodista y sé que sabes lo que pasa en mi país, pero cuando viajo por el mundo y escucho críticas a Estados Unidos yo respondo: Es cierto, está bien, hay cierta razón, pero no olvidemos que es un país “experimento” y que es una nación muy joven, y como experimento tiene una alta probabilidad de fracaso. Tenemos a penas poco más de 200 años. Sin embargo, creo que ahora vivimos una situación simbólica tribal. 

En la novela hablo de cómo, básicamente, los seminoles fueron excluidos de sus lugares, de sus tierras entre Georgia y Florida. Y fueron llevados a las reservas en Oklahoma y Texas. Y cuando no era a reservas, los llevaban a las prisiones. Por eso buscaban la libertad. Y fue el poblado de Nacimiento donde la encontraron. 

Ese tipo de historia no acaban, como tampoco acaba el cruzarse en la vida con personas abusivas, asesinas, las que piensan sólo para sí mismas, las cobardes. Son historias que se repiten una y otra vez. En realidad, no tengo una respuesta para los abusos y el horror que provoca que los sobrevivientes de una familia huyan y dejen todo detrás. Pero sí me parece importantísimo reparar en este momento de la historia de Estados Unidos y México, que nadie conoce, donde personas de razas y orígenes tan distintos deciden un día poder convivir en paz, en libertad y no comportarse como esa gente que la orilló a refugiarse en un pueblo de Coahuila. Algo que muy probablemente no se podría volver a hacer ni en México ni en ninguna otra parte. Ahora con el dinero puedes comprar cierto tipo de “libertad”, pero es una realidad que no hay un espacio adónde ir para ser libre. Mi familia emigró de los gitanos que se movieron de Rumania a Ucrania, y luego vinieron a Chicago. Yo soy la primera generación estadounidense de mi familia. El primero de una generación asimilada. Y lo mejor que pude hacer fue crear mis propias reglas y encontrar mi propio lugar. 

En la tradición literaria de Inglaterra en el Medievo, hubo un personaje que constantemente se repetía en las populares novelas caballerescas, se identifica como every man, y solía tener como características el ser alguien que estaba de paso por el pueblo, a veces era un caballero retirado o que huía de algo, pero siempre terminaba por impactar en los pueblos que visitaba y en las historias de sus habitantes. La mayor parte del tiempo era un héroe anónimo. Nadie sabía o reconocía su participación. Al final, nuevamente solo, dejaba el pueblo en busca de su inalcanzable destino. Pensé un poco en esto al leer La corazonada, cuyos capítulos podrían ser una road movie, mejor dicho, una “ride movie”.

¡Eso espero! Porque al terminar esta novela, que la escribí muy diferente a otros trabajos, no he vuelto a escribir una ficción histórica. No es como Salvaje de corazón, o Perdita en Durango o Sinaloa... Cuando terminé esta novela pensé que sería una gran película. Y pensé en directores como Sam Peckinpah, Howard Hawks, John Ford o Raoul Walsh, ellos son el tipo de directores que realmente serían capaces de filmar una historia como esta, son los directores, que sé, entenderían lo que escribí aquí. Lamentablemente esos nombres si no están muertos están retirados. Mi idea era publicar primero este libro en México porque habla de una historia mexicana (me sorprendió que cuando lo ofrecí en México nadie sabía de qué estaba hablando yo). Almadía lo publica aquí y en julio estará en Estados Unidos, en donde he insistido que sea publicado en una edición bilingüe inglés-español. Ojalá que alguien en México le interese esta novela y la adapte al cine, en verdad me gustaría que un director mexicano la filme.