¿Qué responsabilidad tiene el ilustrador y escritor con los lectores más pequeños? Lo que les damos en materia de lectura debe tener la misma calidad que el alimento. Para la ilustradora uruguaya nutrir es el objetivo
Ciudad de México (N22/Ireli Vázquez).- Verónica Leite sabe cómo cautivar y llegar al corazón de miles de personas, en especial el de los niños. Nacida en Uruguay, Verónica desde muy chica siempre tuvo una fascinación por los temas infantiles y una familia que siempre la motivó y enseñó a ver las artes de otra manera, lo que la llevó a desarrollarse profesionalmente como escritora e ilustradora para niños, llevándoles temas que quizá nosotros como adultos pensaríamos que a ellos se les complicaría entender, pero ella sabe perfectamente cómo explicárselos a través de lo que más le encanta hacer: ilustrar.
Entre sus publicaciones se encuentran: Una historia para Alicia, El miedo a la luz mala, Un misterio para el topo, Don Juan el Zorro, El mandado de tatú, por mencionar algunos. Asimismo, ha colaborado con otros escritores para quienes ha creado diferentes ilustraciones, por ejemplo: Lucas el fantástico, de Roy Berocay.
Como parte de un reconocimiento a veinte años de trabajo y gracias al apoyo de la Editorial Porrúa y el Ministerio de Cultural de su país, la escritora e ilustradora pudo estar presente en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para presentar parte de su trabajo y su nueva publicación, El color del cristal.
Esta es la quinta ocasión que se encuentra en México, país que, como bien dice, le ha dejado una gran fascinación y una admiración porque «los mexicanos le dan verdadera importancia a las artes».
Platicamos con ella para conocer más sobre su trabajo, su forma de desarrollarlo y su nueva publicación.
Eres ilustradora para niños, ¿de dónde surge la idea de querer crear para niños o, más bien, de donde nace esta necesidad?
De varios lados. En primer lugar, vengo de familia de artistas, de una familia donde las artes están muy presentes. Mi padre es artista plástico, él pinta al óleo, es retratista; mi madre no desarrolló las artes hacia afuera de la casa, pero los libros siempre estuvieron presentes gracias a ella. Cultivaron mi gusto por las artes y el gusto desde las artes más selectivas, por decirlo de alguna manera, que necesitan más preparación, a las más populares, fue como el alimento permanente de mi vida. Después yo empecé a pintar, también empecé a seguir un poco los pasos de mi padre, empecé en la arquitectura, pero no me sentía cómoda y siempre desde muy chica tenía proyectos de libros ilustrados.
De niña me gustaba mucho leer y sobre todo los libros álbum, no había tanta producción de libros en aquel entonces, pero había libros ilustrados y siempre me interesó la conjunción de la imagen con la palabra. Otro factor fue contar con dos abuelos que eran grandes narradores de historias, de niños nos contaban muchas historias, y eso fue muy importante, porque entre las historias que nos narraban se encontraba Las aventuras de Don Juan el Zorro, y de pronto un día de grande me lo encontré en versión escrita y eso me impactó mucho, entonces fui sumando muchas cosas.
Después tuve la oportunidad de editar, trabajé mucho con la historieta para adultos, pero en ese momento en Uruguay no se editaba mucha historieta, y bueno, creo que también coincide en un momento en que Uruguay comenzó a despertarse en el mundo de la edición y coincidió en que yo estaba produciendo y después me encontré con que el público, los niños, los padres, los maestros, las cosas que fui publicando fueron gustando y fui recibiendo devoluciones, eso es muy importante, por lo menos para mí.
En Uruguay es muy usual que los autores vayamos a las escuelas a tener contacto con los niños, charlas, encuentros, y a mí eso siempre me resultó muy nutritivo y todo ese paquete de cosas hace que me haya interesado por esta área.
Hace un tiempo coincidí con Mariana Mallol, las dos pensamos que la devolución que te dan los niños es amor puro y hace que te quedes, ellos te cautivan, te dan el abal, son honestos para bien o para mal, si no les gusta te destruyen, pero si les gusta te devuelven amor y eso es una cosa maravillosa.
¿Qué significa para ti el poder trabajar con los niños?
Me encanta y es un desafío enorme porque son muy honestos. También pasa que yo no tengo hijos propios y entonces tengo que estar muy alerta, y escuchar muy atenta, ver qué cosas les gustan, qué temas les preocupan, he trabajado mucho con el tema del bullying y, por ejemplo, en el libro El color del cristal, estoy trabajando mucho el ponerse en el lugar del otro, por la realidad de los niños y por la realidad de nosotros, porque estamos en una época crítica, donde los individualismos están muy fuertes, la migración es muy fuerte también. Yo fui migrante de niña, me fui a España de niña y eso influyó también en que me haya dedicado a los libros, porque cuando fui migrante, los libros fueron una compañía muy importante en mi infancia.
Lo que les damos a los niños implica una responsabilidad muy grande, por ejemplo, yo siempre hago la comparación con la comida: ¿tú llevarías todos los días a tu niño a comer en una cadena de comida rápida, donde la comida es de mala calidad, donde sabes que le va a hacer daño? Lo que le das para leer, lo que le das para escuchar de música, todo el material que le vas a dar al niño para que se forme es igual, tenemos que tratar de darles algo de la mejor calidad posible y buscar comunicarte con ellos.
Yo trato de darles material donde estoy apostando a la inteligencia, a que la primera lectura no sea la única, que haya muchas lecturas posteriores, que el niño se quede con curiosidad por el material que le doy y que la segunda vez que agarre el libro pueda notar una cosita que no había visto antes, la tercera vez otra más y así con el correr de los años. Es que los libros crezcan con ellos.
Justo ahora que mencionas esto de que los niños crezcan con los libros, ¿cómo es este proceso?, ¿cómo te imaginas que esto les va a gustar y, sobre todo, que les va a dejar algo? Yo recuerdo que de niña podía leer varios libros y sólo me quedé con algunos que realmente me marcaron, quizá por algo insignificante, pero aún los recuerdo. ¿Cómo hacer que tus libros, tus diseños, tus ilustraciones se les queden para siempre y formen parte de su vida y quizá de su formación en un futuro?
Puedo decir con gran alegría y con sorpresa, porque uno no sabe hasta que sucede, que este 2020 festejo veinte años de mi primer libro, veinte años de un libro que está editado y no ha salido de la edición, todos mis libros he tenidos la suerte de que veinte años para acá siguen vivos. Y me estoy encontrando con los que eran niños en ese momento, cuando salió mi primer libro, pero ya son grandes, adultos, adultos que tienen hijos. Últimamente me estan llegando por mail, por Facebook, por las redes, comentarios de gente que me cuenta cómo los marcó uno de mis libros.
En realidad lo que yo trato de hacer es eso, busco que sea de la mejor calidad posible dentro de mis posibilidades, que pueda sostener diferentes lecturas, me exijo mucho a la hora de crear algo, tiro mucho, borro mucho, descarto material, me lleva tiempo, busco editores que me acompañen con ese trabajo, con ese compromiso.
El proceso creativo lo respeto, es lento, y he hablado con otros colegas que escriben también para niños y coincidimos en que no podemos hacer obras rápidas, porque a veces el mercado te pide que lo hagas rápido. A mí me ha pasado que los proyectos que he acelerado el proceso han fracasado o que no he quedado tan conforme y después el público me lo dice. Esa “lentitud”, a mí me ha generado algunos problemas, sí lo tengo que decir, pero hoy veinte años después también tengo que decir que ese mismo proceso es el que ha garantizado que el libro permanezca en los lectores.
Hace unos días llegaste a México para presentar aquí tu nueva publicación El color del cristal, pero has realizado muchísimos otros, ¿qué es lo que hace diferente a este libro a los demás?
Este es diferente porque no hay un personaje principal, no hay una trama lineal y única, con principio, desarrollo, conflicto y desenlace, no, no es así, este es un libro que tiene que ver con reflexiones de todo lo que estamos hablando, que pudiera parecer muy complicado, pero los niños saben, si tu les hablas simplemente en el lenguaje en el que ellos entienden, ellos lo perciben y lo agradecen. En este libro suceden una serie de reflexiones en las que se les hace saber “cómo serias tú si fueras un doctor”, o “cómo vería el mundo si yo fuera un dentista o un jardinero, si fuera un veterinario, si fuera un artista, un deportista”, entonces la frase es muy sencilla.
El libro es a doble página y en el dibujo doble suceden muchas cosas, entonces el niño o el lector, lo que tiene que hacer es leer esa frase y después leer el dibujo, porque en el dibujo está todo un universo de situaciones en las que el niño se tiene que identificar, de una manera muy amena y muy lúdica se pueden poner en el lugar de otra persona, que es lo que yo busco, y el libro cierra justamente interpelando al lector directamente con la pregunta, ¿Y si yo fuera tú?, que es la pregunta y es la situación que atraviesa mi vida y la de todos nosotros, sólo que a veces no nos detenemos a pensar en qué es lo que pasa.
¿Qué te ha dejado México para poder desarrollar y crear tus ilustraciones?
En Uruguay tenemos una paleta de colores grises y aquí en México es intenso todo el tiempo, hacen uso de color sin miedo. Y eso me ha ayudado a poder ver de otra forma las casas, poder agregar colores que quizá no me hubiera atrevido.
Es muy cierto que la situación en la que vivimos actualmente es muy fuerte y diferente para todos. No todos tenemos las mismas oportunidades, todos somos seres humanos, pero cada quien vive en un universo diferente y justo ustedes como ilustradores y escritores para niños, a través de un libro, pueden ayudar a muchas personas, en particular a los niños, a ponerse en el lugar del otro y ser más empáticos por los demás.
Es como que de alguna manera estas conectando con el otro individuo a pesar de que cada quien vive en sus propios universos. Y el libro te ayuda a conectar con el otro, por alguna razón, nosotros como autores generamos confianza y el lector genera confianza y se genera un factor de atmósfera, de una gran confianza y un pacto amoroso, de respeto, que para mí es lo máximo que se puede lograr en un vida. Yo lo fui descubriendo de a poco y después entre los lectores y yo misma, nos cuidamos mutuamente.
Alguna vez te preguntaste ¿qué querías ser de grande cuando eras niña?
Sí, ser escritora era una cosa que yo quería ser, pero no sabía si iba a salirme o si se iba a concretar. Tuve la suerte de tener una infancia muy buena, tuve unos padres muy inquietos y con muchos intereses que me hicieron disfrutar de muchas cosas, entonces lo que a mí me dio trabajo fue elegir, elegir entre muchas cosas que me gustaban, una sola o dos, pero hoy te puedo decir que estoy feliz de haber elegido ser lo que soy ahora.
También sucede que los libros para niños están gozando de buena salud, cuando yo empecé, al menos en Uruguay, era algo nuevo que costaba explicarlo, que era un poco engorroso, pero hoy estoy muy conforme porque todo esto que estoy recibiendo, la devolución que tengo, di mucho y ahora estoy recibiendo cosas fantásticas, entre ellas estar aquí en México.
Imagen: © Ireli Vázquez