La violencia y la desigualdad de género fueron temas que cruzaron la 33 edición de la FIL y la mesa «Este es mi lugar. El mundo en femenino»; la marea verde inundó la feria
Ciudad de México (N22/Ana León).- El miércoles 4 de diciembre a las 17 horas, Marion Reimers, Mercedes D’Alessandro, Leila Slimani y Ana María Olabuenaga, moderadas por Gabriela Warketin, se dieron cita en el salón 6 de Expo Guadalajara para conversar en torno a la violencia y la desigualdad de género.
Varias fueron las aristas de la charla, donde las cuatro ponentes abordaron el tema desde la particularidad de sus disciplinas: el periodismo deportivo (Reimers), la economía (D’Alessandro), la literatura y el ensayo (Slimani) y el ámbito de lo digital (Olabuenaga).
La toma del espacio público «sin pudor» fue uno de los temas centrales. En un auditorio lleno y con bastante presencia masculina, hecho que se celebró porque esta lucha es de todos, se invitó a concientizar sobre el peso de las palabas y su uso en el espacio público. La canción del performance de Las Tesis, trivializada y frivolizada por miembros del equipo de futbol América, invitó a la reflexión, si bien la melodía se nos ha pegado a todos, es preciso y necesario preguntarse: ¿de dónde viene? ¿a qué hace referencia? Los movimientos de las chicas en la coreografía, ¿a qué prácticas de tortura y violencia aluden? Pensar es la invitación, porque sí, la respuesta de Las Tesis es de una potencia estética increíble, pero, es la respuesta a un hecho atroz: la violencia de género y su expresión más cruda: el feminicidio.
Si bien cada una abonó con sus experiencias, fue la escritora franco-marroquí Leila Slimani la que lanzó una frase que detonó, por lo menos en mí, una reflexión más profunda: «Me encantan los hombres, amo a los hombres. Me volví feminista porque el mundo en el que vivía no me permitía amar a los hombres y no quiero vivir en un mundo donde el hombre sea mi enemigo.» Slimani creció en Marruecos, donde la vida sexual fuera del matrimonio es un delito, donde cualquier contacto con el sexo opuesto fuera del matrimonio, es un delito. Donde la diversidad sexual, es un delito. Es por ello que se volvió feminista, es por ello que quiso escribir. «Quería explicar la complejidad del ser humano», y hacer ver «la violencia no es una cultura, ni la falta de dignidad, por más que me digan que es parte de una tradición».
Todas, desde su trinchera, señalaron que es necesario un cambio de narrativa, el uso de las palabras, «¿cómo se canta un gol en femenino», se preguntó Marion Reimers. Estamos tan acostumbrados a ciertas narrativas que no nos preguntamos cómo podría ser diferente.
Desde la economía, Mercedes D’Alessandro fue contundente e hizo referencia a una de las teóricas feministas más reconocidas por su trabajo, Silvia Federici, al señalar que desde principios del siglo XX el capital regresó a las mujeres -que habían salido a trabajar a las fábricas, que habían dejado de tener hijos- al hogar para crear la mano de obra futura, para dedicarla a las labores de cuidado y del hogar sin remuneración alguna. «¿Qué pasa que las mujeres no gobiernan los países, no gobiernan los estados?»
En los primeros días de la FIL, la escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero escribía en su cuenta de Twitter:
Y el día fue el viernes 6 de diciembre, cuando un buen número de chicas recorrió las calles de la Feria con este canto poderoso: