Dolores Olmedo, una adelantada a su tiempo

El Museo Dolores Olmedo cumplió 25 años en septiembre, el pretexto perfecto para hablar de su creadora y de su exposición conmemorativa  

Ciudad de México (N22/Ana León).- Josefina García, directora de Colecciones y Servicios Educativos del Museo Dolores Olmedo nos recibe en la que fuera la casa de la promotora cultural, empresaria de la construcción y coleccionista, Dolores Olmedo. Una mujer que se negó a usar el corsé de la época en la que vivió. Que se negó también a seguir los roles sociales que su entorno más cercano marcaba y que decidió tomar las riendas de su vida en propia mano. 

Esta manera de mirar el mundo no fue espontánea, «tuvo una educación bastante particular: su madre y sus tías eran maestras de una escuela primaria, vivían juntas porque sus esposos se habían ido a la Revolución y se habían quedado viudas, entonces formaron una especie de matriarcado donde vivían todas las hermanas con los hijos; todas trabajaban y mantenían esa gran familia. […] Por otro lado, yo creo que algo que caracteriza justamente a esta familia es que la madre de Dolores Olmedo tenía amigos intelectuales como Javier Villaurrutia, Salvador Novo, José Vasconcelos, que en aquellos años era ministro de educación y Dolores Olmedo participaba de esas reuniones y de esas conversaciones a pesar de ser muy jovencita», nos cuenta Josefina. «Es de donde viene este acercamiento a los grandes intelectuales mexicanos. Es ahí donde se empieza a desarrollar este carácter que vamos a descubrir a lo largo de su vida y que yo creo también tiene que ver con la carencia de la figura paterna: eran mujeres que tenían que salir adelante por sus propios medios. Ahí se forma el carácter de Dolores Olmedo.»

Luego vinieron los años de escuela. Ella fue una de las primeras jóvenes que estudia en la Escuela Nacional Preparatoria, cosa que era poco común. Estudia derecho y también estudia arte; estudia música en el Conservatorio y luego viene el momento en el que conoce a Diego Rivera y se convierte en modelo. 

Dice Josefina que Dolores nunca estuvo dispuesta a cumplir el rol de una mujer tradicional que se queda en su casa, que cuida a sus hijos y que espera al marido. Sus intereses fueron más allá. No porque le pareciera mal o bien, sino porque había en ella hambre de hacer. Le empiezan a interesar otras cosas «y a raíz de un divorcio, toma la decisión de enfocar su vida a la cuestión empresarial, funda una compañía constructora y con el paso de los años también se va a convertir en una gran coleccionista de obras de arte.

En 1994 ve realizado su sueño: el Museo Dolores Olmedo abre sus puertas al público. Un año crucial para la historia de México: asesinan a Colosio, el ejército zapatista se levanta en armas y entra en vigor el Tratado de Libre Comercio. Teniendo como telón de fondo este panorama, «este museo se inaugura el 17 de septiembre de 1994 después de una larga búsqueda de Dolores Olmedo por llevar a cabo este sueño. Desde 1988 había tenido la intención de crear, en un principio esta fundación cultural donde pudiera exhibir todas sus colecciones de arte. Sin embargo, mucha gente le recomendó que quizás la figura jurídica de la fundación no era la ideal para este espacio y quizá lo más conveniente para ella era crear un fideicomiso donde hubiera un fondo monetario que pudiera ir invirtiendo y reinvirtiendo y que de esta manera se pudiera sostener el espacio, además de darle mantenimiento a las colecciones.»

Luego de ser adaptado de casa a museo, Josefina nos cuenta que las colecciones con las que abrió no han cambiado, «se han enriquecido. Tenemos obras de Diego Rivera, de Frida Kahlo, la colección de arte prehispánico, el arte popular, la colección de Angelina Beloff, pero ya durante la trayectoria, digamos que fuimos volteando los ojos a ver otras colecciones. Por ejemplo, dentro de su biblioteca existía una colección de treinta litografías de Pablo O’Higgins que nadie sabía que estaban ahí. Cuando ella falleció en el 2002, su biblioteca fue revisada, se hizo todo un inventario de los libros que estaban ahí y curiosamente la colección de litografías que estaban ahí aparecía como una carpeta de ilustraciones, la gente que la inventarió no se dio cuenta que eran obras auténticas. Y ahora es uno más de los artistas que presentamos y que tratamos de promover.