Ida Ekblad: el absurdo, el caos y el tiempo

El entorno referencia la obra de la artista noruega que dota de un sentido estético a todo aquel objeto que encuentra e incluye en su obra 

Ciudad de México (N22/Ana León).- Un murmullo en Blood Optics nos lleva a Alicia en el país de las maravillas. Temáticamente no tiene nada que ver, pero hay en el absurdo que habita sus creaciones, esculturas y pinturas, un guiño al caos preciso y contenido en la narrativa de Lewis Carroll. La idea no es del todo descabellada: en su trabajo hay poesía, filosofía, historia y mucho del comportamiento humano. También cabe la espontaneidad. 


Para entender la obra es importante el contexto, Ekblad nació en Oslo en 1980. Es una artista que se deja influenciar por su entorno, por lo que ve, y que reproduce, reapropia o resignifica desde su época: la cultura del meme, la moda, el graffiti, las animaciones. Pero su obra es habitada también por referentes como Odilon Redon, Paula Modersohn Becker, Paul Thek, entre otros.

En el texto de sala que nos recibe a la entrada de esta muestra en el Museo Tamayo, se puede leer: «Cualquier significado que encuentro, es primeramente estético. En la pintura y escultura y con el uso y resignificación de materiales, busco crear un patrón personal de lo que surgirá en el camino.»

Es la selección de los materiales, también, lo que dota de sentido a las piezas de esta artista noruega. En sus pinturas, llenas de color, estridencia y seres a medio camino del trazo, y flora que desborda el lienzo, es la técnica, su llamada Puff Paint (pintura textil inflable), la que soporta el discurso. Es necesario acercarse al lienzo no para ver el detalle del trazo sino del material mismo. A distancia, la superficie rugosa parece querer salir del marco y tocarnos. Es por eso que parece un sueño, la pintura como un sueño en el cual sumergirnos. 

Hay vibración en sus esculturas en donde la flora y la fauna habitan candelabros, se posan sobre una reja  que no lleva a nada, que no conecta con ningún otro lugar. Ruinas de lo cotidiano quedan adheridas a bloques de cemento que son testigos del paso del tiempo. Caras de muñecos olvidados, restos de otras esculturas, como un metadiscurso, van dando forma a una construcción barroca hecha con desechos, a una reinterpretación material, un pedazo de tiempo que quedó detenido al secarse el cemento. 

La velocidad con la que vivimos, la hiperestimulación visual, son temas alojados en sus instalaciones y esculturas: ¿tiene todo que significar algo? ¿tiene todo que valer algo para ser visto, observado? 

Imágenes: Ana León