Un recorrido por la discografía, breve pero contundente, de esta banda de culto, una de las más relevantes en la historia del rock experimental y la electrónica
Por: Mariana Casasola
Bristol, al suroeste de Inglaterra, es una ciudad portuaria que se enriqueció hace siglos con el tráfico de esclavos. Ahora es toda una amalgama en donde abundan caribeños, irlandeses, hindúes. Quizá es por eso que este lugar se ha caracterizado por ser cuna de propuestas artísticas muy particulares y contrastantes respecto al resto del país británico.
Uno de los más importantes movimientos culturales que han surgido en este puerto se dio a finales de los años ochenta y principios de los noventa, formado por un buen número de artistas, entre músicos, raperos, DJs y grafiteros, que se bautizó The Wild Bunch. Los músicos que pertenecían al colectivo experimentaban con géneros disparatados que fusionaban el punk con el jazz y la electrónica con… bueno, prácticamente cualquier ritmo que se les ocurriera.
Luego, a principios de los noventa, cuando el hip hop proveniente de Estados Unidos invadió el mercado europeo, The Wild Bunch empezó a experimentar mezclando hip hop y house con beats ralentizados. Al resultado la prensa británica lo llamó trip hop, un término que los egresados de este colectivo aborrecen abiertamente, sobre todo Robert Del Naja, Grant Marshall y Andrew Vowles, el trío que fundó, en 1987, lo que hasta el día de hoy se considera como una de las bandas pioneras y más relevantes del movimiento: Massive Attack.
Es difícil definir entonces el estilo de esta agrupación, pero podríamos comenzar por llamar a su música inquietante e hipnótica, un sonido poderoso en el que se apilan en capas distintos sonidos que crean un colchón instrumental sobre el que diferentes cantantes van empastando sus voces. Ellos recurren a programaciones electrónicas, pero también usan instrumentos clásicos del rock. Así es como han creado sorprendentes arreglos, momentos de verdadera sofisticación soul, otro elemento esencial en su música.
Massive Attack, un colectivo sin líderes donde todos los miembros son coautores, vuelve a visitar México este mes de abril y no quisimos dejar pasar la oportunidad de hacer un recorrido por la discografía, breve pero contundente, de esta banda de culto que además es famosa por sus presentaciones en vivo repletos de desgarradora poesía política y meticulosa ingeniería visual.
Blue Lines (1991)
Después de lanzar algunos sencillos, Massive Attack lanzó éste, su álbum debut, un sismo inconmensurable que redefinió la manera de hacer y escuchar música, un sonido completamente nuevo. Blue Lines es una mezcla de electrónica, jazz, soul, dance, punk, R&B, hip-hop e incluso rap. Todo filtrado por una estela de oscuras atmósferas, beats acompasados y sorprendentes arreglos que hacían de fondo a las diversas voces masculinas y femeninas que reclutaron, como la cantante de R&B, Shara Nelson, que contribuyó con su impresionante voz al exitoso primer sencillo, «Unfinished Sympathy», una canción tan épica que The Guardian la nombró como una de las diez mejores canciones de la historia.
Protection (1994)
Aunque este segundo álbum cuenta con un sonido más elaborado, no tuvo el reconocimiento de su antecesor. Aquí colaboran Craig Armstrong en los arreglos instrumentales y Tracy Thorn en las voces, la mitad femenina de Everything But The Girl que interpretó el sencillo «Protection», del que el cineasta francés Michel Gondry (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos) realizó el video clip.
Mezzanine (1998)
Este álbum borró cualquier duda que pudiera existir sobre la influencia que todavía era capaz de ejercer Massive Attack. Mezzanine contiene un sonido más gótico, repleto de atmósferas opresivas, climas angustiosos pero cargados de erotismo, y ofrece la novedad de recurrir a guitarras eléctricas, un instrumento poco habitual en los parámetros del trip-hop. Pocos álbumes envuelven el cerebro de tal forma como este. Con bajos crepitantes y vocales hipnotizantes, como los de Horace Hinds en «Angel».
100th Window (2003)
Después de Mezzanine, fue difícil para el resto de los álbumes alcanzar un éxito similar. El que más se aproxima es 100th Window, un disco quizá no tan brillante como los anteriores, pero sin duda igual de riguroso y denso. Entre las particularidades de este álbum destaca que fue armado sin usar sampleos, sin la participación de Grant Marshal (quien se rehusó a participar), y con la colaboración en los vocales de Sinéad O’Connor y Damon Albarn (sí, el de Blur y Gorillaz). Pero lo que hace a este un disco muy peculiar es que, durante las grabaciones de estudio, se colocaron ciertas luces que marcaron el compás del proyecto para, supuestamente, alterar el proceso de creación sonora a través de la luz.
Heligoland (2010)
El álbum menos galardonado de la banda, se llevó apenas dos discos de oro. Sin embargo, cuenta con un carácter muy particular y un arte gráfico mítico. Este quinto disco de estudio fue nombrado como su homónimo archipiélago alemán, y en palabras del mismo Robert Del Naja, «en definitiva tiene un toque más orgánico”.