“Cameron”, ¿qué se hace con el pasado? Una entrevista con Hernán Ronsino

En su más reciente novela, publicada por Almadía, Ronsino plasma una postura política de la Argentina que vive

Ciudad de México (N22/Perla Velázquez).- Hernán Ronsino es de Argentina, pero eso no es lo que lo define; es sociólogo y docente en la Universidad de Buenos Aires y tampoco eso lo describe. Aunque lo que sí lo identifica es el ser escritor, una disciplina que para él es divertida, porque «me gusta construir personajes que no tienen nada que ver conmigo». Ese es uno de los “juegos” que más le atraen de la literatura: «ponerme como actor que tiene que interpretar distintos personajes, pero el actor debe de poner su propio cuerpo para construirlos. Yo no. Yo trabajo con el lenguaje, que para mí es fundamental.»

Ronsino acaba de visitar México, porque presentó su más reciente novela Cameron (Almadía, 2019). En ella, los vaivenes del pasado, presente y futuro implícitos, ¿qué tanto tenemos que aprender del pasado?, ¿en dónde está la memoria?, ¿cuánto estamos atrapados en los recuerdos que no nos dejan avanzar? El argentino hizo uso de sus conocimientos como sociólogo, pero también de literatura, para plasmar en este escrito una postura política de la Argentina que vive.

La novela cuenta la historia de Cameron, un hombre con una pierna artificial, quien vive bajo arresto domiciliario. Sus días se van contemplando la vida de alrededor y en un Club de Jazz, en donde conoce a dos personajes vitales en la trama. Después de una noche de fiesta, Cameron se refugia en la casa de su vecino, pero ¿cuáles son las consecuencias de esta acción? Charlamos con Hernán Ronsino para despejar algunas dudas.

¿Cómo nació la idea de escribir esta novela?

La escribí el año pasado en un contexto muy particular: me invitaron a una residencia de escritores en Suiza y pude ir con mi familia. La invitación era para estar allá seis meses y poder trabajar en algún proyecto de escritura. Fui con otro proyecto a trabajar, pero estando allá en medio del invierno, de la nieve, de las montañas, empezó a aparecer esta historia. Entonces me dediqué a escribir esta historia estando allá y dejé de lado el otro proyecto. De alguna manera, esta historia surge en mi experiencia de haber salido del país. La escribí en el extranjero y creo que no hubiera aparecido ésta sino se hubiera dado ese movimiento.

Por otro lado, los temas que aparecen, los que motivan a la novela, están relacionados con un clima de época en la Argentina. De alguna manera, pensar los efectos de la dictadura en el presente. Esos son los elementos que terminaron de articular esta escritura que me salió de una manera muy urgente y que la escribí muy rápido. Fue una experiencia novedosa para mi manera de trabajar, porque trabajo de un modo más lento, más moroso.

Cuando uno lee la novela se nota esta rapidez, es decir, los diferentes fragmentos forman escenas que poco a poco te revelan más sobre la historia. Para ello, las atmósferas son indispensables, ¿qué importancia le das a este elementos para adentrar al lector en la historia?

Es importante ese tema. Cuando empecé a trabajar y a desarrollar la novela sentí que necesitaba construir pequeños fragmentos, como si fueran ladrillos que fueran montándose uno sobre otro y armar la pared. Creo que la urgencia, la rapidez del proceso de la escritura necesitaba tomar esa forma: pequeños fragmentos que fueran articulándose unos con otros y que cada uno al mismo tiempo fuera una escena en sí misma. En ese sentido, comparto esa idea, porque era una cosa que me interesaba trabajar, es que quería que cada uno de los fragmentos funcionaran como una escena.

Además, la novela está atravesada por un tono medio de delirio, de pesadilla y que el clima de esa cuestión pesada, brumosa que predomina, también se lo potencia la idea de una cierta indefinición del espacio: uno no sabe muy bien en dónde está, en dónde suceden las cosas. En enero en Argentina es verano y en la novela hay nieve, todas esas referencias me gustaba que funcionarán como una manera de perturbar también la posición del lector que no sabe finalmente en dónde está.

Sí, porque también haciendo referencia a las atmósferas cuando leí la novela, en algunas escenas es muy sutil la manera en que narras y describes a cada personaje. Entonces, ellos están cargados de emociones y en específico el principal: Cameron, quien dice que «los recuerdos son una jaula pesada», ¿qué papel juega la memoria en la novela?

La manera en que aparece el personaje desarrollándose a lo largo de la novela es importante para entender. Primero aparece de una manera y poco a poco el lector empieza a descubrir que no es solamente un viejito que pasa su tiempo escuchando jazz, sino que tiene un pasado pesado y que él es consciente de todo eso. Me parece que es un personaje que está, en algún sentido, y eso finalmente la novela termina mostrando a alguien enjaulado en sus propios recuerdos.

Él está enjaulado en su propio cuerpo, está viejo, está enfermo, está sin una pierna, está solo a la intemperie. En algún sentido esta situación se refleja en una idea de memoria, una memoria que está atravesada de vacíos, de ausencias, de silencios huecos, como lo está la trama, porque ésta no es cerrada. No es una trama que contiene toda la información. El lector se enfrenta a momentos de incertidumbre: ¿qué es lo que pasó la noche de fiesta? ¿Quién es él? ¿Qué cosas hizo? ¿Por qué esa violencia que se manifiesta en sus recuerdos? Me parece que hay una idea de memoria no afectiva, no evocativa, sino una memoria en la que resuena el horror.

Por ello, es que empecé la plática con las atmósferas, porque éstas te van provocando la sensación de duda sobre el lugar en que se desarrolla la novela. Poco a poco el lector descubre qué le pasó a Cameron y lo enjaulado que está con los recuerdos.

Sí. Aunque, siento que hay un elemento que también está muy presente atravesando a todos los personajes y funcionando como un eje que articula el sistema que es la atención entre justicia y venganza, como aparece en un poema que allí hago referencia. Incluso a otro de los personajes, Orsini, quien pareciera que es ajeno a todo, pero al final te das cuenta de que no. Me parece que esa atención, además de la violencia y la memoria, es un elemento que termina constituyendo a los personajes.

La política de Argentina está impresa en la novela. Los movimientos políticos, sociales se ven en Cameron, quien está bajo arresto domiciliario. ¿Cómo reflexionar sobre esta temática en la literatura?

Siento que hay muchas cuestiones, hay un clima de época de los últimos tres años en la Argentina que siento funcionan como una motivación para escribir el libro. Siento que puede pensarse como una reacción hacia ese clima. ¿A qué me refiero? A cierto intento por parte de algunas políticas del gobierno actual de cuestionar algunas conquistas ligadas con los derechos humanos: intentos de cuestionar la cantidad de desaparecidos, de beneficiar con prisión domiciliaria o reducir penas a los genocidas que ya están presos, todo esto tuvo una fuerte reacción por parte de la sociedad civil que se negó a eso, pero creo que la novela también es una especie de reacción frente a ese intento de querer desbaratar ciertas conquistas y creo que son muy importantes, como la memoria, la verdad y la justicia.

Otro punto importante que reflejas es la manera en que estamos sumergidos en la tecnología. Orsini, quien trabaja en Japón y crea una experiencia a través de las pantallas, ¿por qué decidiste llevar esto a tu novela?

Es un elemento novedoso para mí. Esa tecnología tan actual, en general, en otros libros yo había trabajado con una tecnología más anacrónica ligada con el presente. Todo sucedía en un territorio rural y no se lo ponía tanta atención a estos temas. Me gustó la idea de incorporarlo y de algún modo también funciona como una fantasía, esa cuestión de la fantasía en el caso de Orsini, quien fantasea con estar en ese lugar en el que nunca estuvo.

Orisini es quien menciona que hay que darle la vuelta a la página, es decir, el pasado que se quede allí. ¿Es la opinión que tienes sobre ello?

Creo que, en esta novela, a diferencia de otras, cada personaje viene a cumplir de alguna manera una función muy clara. Orsini es un personaje que tiene esa composición, esa idea de la historia que es muy lejana a la mía. Yo pienso todo lo opuesto a lo que él plantea, porque creo que sí hay conexiones, sí creo que el pasado está condicionando y apareciendo en el presente todo el tiempo y el gran desafío es: ¿qué se hace con ese pasado? Es una idea con la que lucho de alguna manera yo autor, frente a esas posturas de Orsini.

Trabajar con las palabras es un acto político, has dicho en repetidas ocasiones, en esta novela también planteaste a la política como uno de los temas. Para ti, ¿qué es la escritura vista como acto político?

En principio a mí lo más importante de todo es que uno tiene que saber que está construyendo un artefacto estético y que no es ni una escritura pedagógica, ni militante. Si hablamos de las cuestiones políticas, estamos hablando de que trabajar con las palabras supone generar sentido, representaciones, maneras de mirar y eso en sí mismo es un elemento político. Todo eso, tiene que estar, desde mi punto de vista, encerrado en un artefacto estético que debe resonar allí.

En ese sentido, no considero a la escritura como un panfleto o la transmisión de un lenguaje, sino como la construcción de un artefacto estético que sea mucho más amplio que eso. Dentro de esta novela hay distintas posturas, los personajes tienen miradas políticas contrapuestas. Entonces, los personajes no están juzgados por el autor, sino que cada uno se mueve con su propia mirada y me parece que el lector es el que toma decisiones y juzga. Eso es lo que más me interesa.

Imagen:  © Vito Rivelli /Página|12