Una serie de hexágonos conforman un calendario de cultivo y siembra que hace las veces de instalación y es un gran semillero itinerante que busca revalorizar y preservar las semillas del país
Ciudad de México (N22/Ana León).- ¿Cuántos tipos de jitomate compras y consumes? ¿Y de mango o de lechuga? Nos hemos acostumbrado a consumir una reducida variedad de productos porque esa es la oferta que hay en los supermercados o en los mercados sobre ruedas, pero ¿por qué consumir sólo una especie de cada fruta o vegetal o semilla cuando poseemos una variedad envidiable de alimento? LIMBO: Alimento para el futuro se hizo esa pregunta. El equipo integrado por Adriana David, Xanic Galván y María Emilia Escobedo ha creado un semillero itinerante que permite preservar semillas de diferentes especies, socializar este conocimiento, hacer comunidad y revalorizar las prácticas tradicionales de la agricultura y sus ciclos, desde la ciudad.
Se habla de hacer conciencia del desabasto de alimento y en consecuencia de la conservación de las semillas en zonas urbanas, ¿qué implica y cómo se puede hacer a través del arte y del diseño?
Adriana David: Lo que nos interesa es crear un semáforo para llamar la atención y generar esa conciencia de desabasto alimentario, a través del arte pero, sobre todo, nos gusta mucho hablar de la diversidad de semillas que hay en México. No puede ser que vayamos al mercado, si es que vamos todavía, o al supermercado, y compremos una sola variedad de jitomate cuando México es centro de domesticación de jitomate o sólo comparar un maíz amarillo cuando tenemos más de 64 variedades de maíz. Lo que pasa con eso es que poco a poco, por la comodidad o el mercado, estamos consumiendo pocas variedades mientras las otras se quedan rezagadas y se dejan de sembrar, y esas semillas se pierden.
¿Por qué son tan importantes? Porque las semillas de polinización abierta o criollas, son muy buenas para adaptarse a los cambios de clima y en esta época donde tenemos cambio climático o tal vez una crisis política, un muro, desabasto, una plaga, somos vulnerables a crisis en el campo, sobre todo. Es muy importante que seamos conscientes de que hay otras semillas que se pueden sembrar que son mucho más fuertes y además muchas son endémicas.
A través de esta instalación, que ponemos en las plazas, hemos estado en el Tamayo, en el atrio de San Francisco, en el CNA, la gente se acerca, la recorre, nos gusta pensar que es un diseño especial, un diseño artístico, que llama su atención, que los atrae y que detona esta conciencia. A todos nos gusta reconectarnos con esta riqueza mexicana.
Xanic Galván: También es para dignificar las semillas. Todo esto sí se podría conservar en un refrigerador, pero es todo un proceso conceptual importante, entender no sólo nuestras semillas endémicas sino también los procesos que en la ciudad hemos perdido. Nosotros queremos conectar y difundir. No es una moda. No es momentáneo. La crisis es real.
Se habla sobre conciencia alimentaria, pero ésta tiene muchas aristas: el no desperdicio, las porciones, el manejo de las fechas de caducidad en los alimentos dentro del supermercado, los hábitos de consumo, ¿por qué centrarse en la preservación de las semillas?
AD: Tenemos que recordar que la semilla es el origen de la planta. Estamos felices de que haya una gran difusión del huerto urbano y de que poco a poco estemos reconectando con esa idea de sembrar nuestro propio alimento y acercarnos a una seguridad alimentaria, pero no puede ser que estemos comprando esa semilla, que el huerto compre esa semilla. Realmente la conservación de semillas fue una de las razones principales de nuestra civilización actual, de la creación de la civilización y de pasar de ser cazadores-recolectores, a hombres sedentarios. En esos momentos conservar la semilla era algo básico de cualquier familia y se consideraba como oro, porque era tu sustento para la próxima temporada de cultivo y tu sustento de vida. Eso es lo que queremos decir: no olvidemos la semilla. Además, todos creemos que las semillas son estos puntitos negros súper sencillos, pero son todo un universo maravilloso de adaptación y de estética.
María Emilia Escobedo: Por ejemplo, hay maíz que se adapta a clima seco, a clima húmedo, y es muy importante cuidar esas cosas porque si te llevas el maíz de Chiapas a Chihuahua, no se va a dar. Hay que ver cada proceso de adaptación para seguir creciendo semillas criollas en cada región.
XG: Aparte, no tienes que ser un experto, o ser agrónomo, creo que la alimentación a todos nos compete. pero el proyecto va en muchos niveles, desde la alimentación, pero también está lo simbólico, lo conceptual, el significado de la semilla.
Instalaron un jardín de semillas en el Museo Tamayo en 2015, pero el proyecto empezó antes, ¿qué ha sucedido desde entonces?
AD: El proyecto empezó en 2013 y fue a través de una beca de Jóvenes creadores del Fonca. La idea era hacer un manual de bancos de semillas, diseño arquitectónico, por zonas bioclimáticas de México. Esto era para una fundación que se llama Canasta de semillas, que ya lleva más de veinte años haciendo bancos biorregionales a nivel nacional. Y me pidieron como arquitecta hacer el diseño arquitectónico. Pero a lo largo de esa beca nos dimos cuenta que lo importante no es crear un nuevo recinto que conserve semillas, sino reconectar al ser humano con la facilidad y con la importancia de conservar esas semillas, y que conservar esas semillas no tiene que ser una complicación de laboratorio, es algo familiar, la puedes meter al refri o no, siempre y cuando la conserves en un clima fresco y seco es suficiente, y la reproduzcas. Al final dijimos: necesitamos crear un semáforo, crear conciencia a través de algo que llame la atención y así surgió la instalación.
Diseñamos esta instalación que es modular, de hexágonos que se puede adaptar a diferentes plazas y espacios públicos, y que está hecho de dos elementos: unas macetas que se rellenan y que son parte de la estética de la instalación, y de unos semilleros que conservan la semilla en su interior y se pueden catalogar por las tapas que tienen.
Ahorita estamos conservando quince especies con 33 variedades diferentes, son cinco contenedores y para estos contenedores hicimos un diseño especial con una tapa que tuviera un código.
XG: Este código representa la información básica de la semilla. En qué etapas se puede reproducir, el clima, el tipo de semilla, el tipo de polinización. Generamos este código y luego un manual de lectura para el código. Siempre son en tríadas, la unidad mínima, con el fin de evitar esta idea del monocultivo y que las especies se nutran entre sí. Que sean estas tríadas con los sabores que nosotros preparamos todo el tiempo, como cebolla, albahaca y jitomate.
¿No son tres variaciones de una misma especie?
XG: No, son tres especies diferentes.
AD: Y muy importante, casi todas son semillas de hortaliza, semillas de alimento, o de grano que es la milpa, porque estamos enfocados en el alimento. Entonces, invitamos a la gente a llevarse un triángulo de estos a su casa y volverse guardianes de semillas. De esta forma el banco de semillas no está concentrado en un sólo lugar sino que está repartido por la ciudad y nosotros tenemos una base de datos de quién tiene qué.
Cada cierto tiempo, dependiendo de la fecha de caducidad de la semilla, los vamos contactando y les preguntamos si ya las sembraron, si ya las reprodujeron, si no, hacemos un intercambio para que los guardianes vengan y refresquen sus semillas.
¿Cuál es el tiempo de vida de una semilla?
AD: A temperatura ambiente, por ejemplo, la del frijol es la que menos dura, tres años; algunas duran seis años, otras cinco, depende. Si congelas las semillas, dura eternamente. Tienen una capacidad germinativa y entran en dormancia.
¿La idea es también reproducir semillas?
AD: Sí. Tal vez en la ciudad no tenemos el espacio suficiente para ser autosuficientes en alimento y tener un huerto, pero sí podemos sembrar una planta de jitomate y cosechar semilla de ahí, reproducirla. Nos interesa mucho que los guardianes reproduzcan su semillas y poco a poco refresquemos y volvamos a tener muchas variedades de lechuga, de maíz, no sólo una. Porque se han perdido muchísimas.
XG: También lo interesante es que se genera comunidad. Siempre hay preguntas a la hora de conservar, de cultivar. Es conocimiento. También eso es muy importante, hay mucho conocimiento en la gente que no está totalmente plasmado, publicado. Existen dos niveles: este nivel académico, científico para cierto sector que puede no ser tan asequible; y también este conocimiento por la experiencia.
MEE: Si no lo socializamos, se va.
¿En esta campaña que ustedes están haciendo por la conservación de las semillas se toma en cuenta la lucha contra las semillas genéticamente modificadas?
AD: Definitivamente estamos en contra de los transgénicos. Todas nuestras semillas son de polinización abierta y también generamos esa conciencia y hablamos de cómo es, pero no nos metemos tanto en el tema porque es un universo, sobre todo en el maíz transgénico. Nos mantenemos en todas las semillas en general de hortaliza. Creemos mucho en la agroecología, el cultivo biointensivo y la rotación de cultivo, y decirle NO al monocultivo. En el momento que haces un monocultivo matas la tierra. Y es que todo está ligado. Nos gusta enfocarnos en la semilla, pero no podemos dejar fuera la tierra, si la tierra no es fértil, no funciona nada y si no hay una rotación de cultivo en tu tierra, no funciona nada; si no mantienes fertilizantes y nutrientes naturales, no funciona. Es todo un ciclo. Y si no consumes diverso, nada funciona. Por eso pensamos que ese tiene que ser nuestro argumento: consumamos diverso, dejemos de enfocarnos en el único mango en el supermercado o la única manzana o la única lechuga. También hemos perdido el conocimiento de las recetas, de la diversidad. Estamos muy cómodos en esta vida tan rápida.
XG: La conciencia también va en entender los ciclos, desde la semilla en sí misma hasta que llega a una salsa, hasta que llega a tu comida. Son cosas mínimas. No se va a cambiar el mundo, pero por lo menos sí nuestro entorno más cercano, familiar. El que puedas decidir también implica un nivel de educación y de conciencia.
¿Hay también una intención de revalorizar la agricultura, estas prácticas tradicionales?
AD: Absolutamente.
MEE: Es la gente que sabe todo. Saben cómo sembrar, cómo guardar, cómo cocinar con plantas. Es un conocimiento que en México es muy rico y se está perdiendo. Y esta red justo es lo que pretende, que cada uno intercambie.
Explíquenme el diseño, ¿por qué cactáceas en las macetas, por qué los hexágonos, cómo se organizan y cómo entender los códigos sobre las tapas?
AD: Lo que hicimos fue diseñar todo un universo. Se diseñó con base en un calendario de siembra y de cultivo en la Ciudad de México. El diseño original incluye quinientas piezas y es toda circular (la instalación). El diseño es desde arriba. Todo un calendario de todas las especies que puedes sembrar en la ciudad.
AD: Y al mismo tiempo genera una instalación pública que se puede recorrer y que te genera diferentes sentimientos como usuario. Nos gustó la idea de hacerlo como un piso, porque en la antigüedad había muchas semillas que se conservaban en la tierra, se metían como tesoros, en Japón, en España, porque la tierra naturalmente las mantiene frías y secas dentro del barro. La idea fue diseñar como un tapete, que puedas recorrerlo. Esto lo que está mostrando es un espacio verde y un espacio de conservación de semillas. En el momento que hay un nuevo guardián en esta instalación, se queda un espacio vacío porque se llevan el semillero, y ese espacio vacío lo rellenamos con plantas. Entonces la instalación va migrando. Entre más guardianes hay, más espacio verde hay en la instalación.
¿Ustedes reponen ese semillero?
AD: Pedimos un donativo que de alguna forma les hace cuidar el semillero. Antes los donábamos, pero es muy complicado para nosotros, no es sostenible y la gente no lo cuida, necesitan darle un valor económico a final de cuentas. Y a nosotras ese donativo nos ayuda para hacer más semilleros y ponerlos en la instalación. La idea es ir por barrios, estamos uno, dos, cuatro meses y ahí realmente ves cómo va mutando y la gente lo nota, ve cómo se va consolidando la red de guardianes.
¿Cuántos guardianes hay ya?
AD: Tenemos setenta guardianes. Queremos llegar a los cien. El 21 de marzo vamos a estar en la Casa de Francia, el Día de la Poesía; y vamos a estar el 27 de abril haciendo una especie de herbario colectivo para apropiarnos más de esas semillas, verlas con lupa, de dibujarlas y ahí va a haber un intercambio, esto será en El Rule.
Imágenes: © Ana León