8M, salir, enunciar, visibilizar

Cientos salieron a la calle para enunciar, al caminar, la violencia que este país y las instituciones ejercen contra la mujer

 

 

Ciudad de México (N22/Ana León).- Extraña es la primera palabra que se me viene a la mente al tratar de enunciar la marcha del pasado viernes. No es la primera vez que marcho y tampoco es la primera vez que lo hago como parte de una cobertura. La cita era a las 3, a las 3:30 y a las 4 de la tarde o por lo menos eso se anunciaba en diferentes convocatorias vía redes sociales. Se que esta marcha no es convocada por un colectivo o grupo en específico sino que somos todos los habitantes de la ciudad interesados en que se visibilice la situación de la mujer en este país, y en el mundo, los que salimos a marchar.

 

 

Llegamos al Ángel de la Independencia. El sol quema como pasa cada año poco antes de la entrada de la primavera. La mayoría son mujeres, sentadas, de pie, en bici, aguardando a que inicie el recorrido. Entre las convocadas está un grupo de reporteras, editoras, fotógrafas, infografistas e ilustradoras que se han organizado bajo el nombre de Periodistas Unidas Mexicanas y uno de sus proyectos es AcosoDATA: termómetro del acoso sexual contra las mujeres en medios periodísticos. De inmediato se me viene a la mente la frase de la campaña de las compañeras brasileñas: “Déjanos trabajar”, que el año pasado, también se organizaron contra el acoso en el ejercicio de esta profesión. De inmediato pienso también en las condiciones bajo las cuales las compañeras con las que vengo a cubrir este evento y yo, trabajamos.

Charlo con Eloisa Farrera sobre el hostigamiento, el acoso y las agresiones sexuales que enfrentan/enfrentamos todos los días compañeras de los medios de comunicación: prensa escrita, radio, televisión, plataformas digitales y otros.

En su comunicado se lee: “No queremos seguir trabajando si los editores condicionan  la publicación de nuestras notas a que salgamos con ellos. No queremos que nuestras fuentes nos vuelvan a pedir una entrevista en su cuarto de hotel. No queremos tener que cuidarnos del colega acosador que se sienta al lado en la redacción.”

Eliosa me dice que tras el primer sondeo hecho sólo con mujeres periodistas en México, reportan que “el 73% de las mujeres que trabajan en estos medios han vivido acoso, hostigamiento o algún tipo de agresión sexual, al interior de sus redacciones o afuera, en cobertura.” Vuelvo a pensar en la campaña de las brasileñas y las escenas donde muchas de ellas aparecen a cuadro y los hombres a los que entrevistan intentan besarla, o gente que pasa en la marcha les toca una nalga y no sucede nada. Eloisa me dice que “al interior de las empresas no hay mecanismos ni protocolos para contrarrestar este tipo de agresiones.”

Se precisa de una “concientización en el gremio, en las mujeres y obviamente en los hombres. Pero tener conciencia nosotras como reporteras, hará una diferencia de cómo se lleve la agenda feminista en la sociedad.”

 

 

Nos toca visibilizar, razón suficiente para salir una vez más y ocupar la calle, tomarla y con esta acción invitar al ciudadano de a pie, a los automovilistas y a la gente en general a que reflexione un momento el por qué estas mujeres, estos hombres, estos niños, este sector de la ciudadanía en general está en la calle deteniendo el tráfico esa tarde de viernes.

Pero extraña decía, al inicio de este texto, que fue esta marcha. No es una impresión aislada. Las compañeras con las que salí, o por lo menos una de ellas, también pensó lo mismo. Lo comentamos. ¿Por qué extraña? Mientras marchábamos, yendo y viniendo, para hacer fotos, grabar aspectos, hacer entrevistas, notamos la poca cohesión del contingente, que en realidad eran como tres contingentes. Uno de ellos se fraccionó en Reforma a la altura del Monumento a Cuauhtémoc y tomó el otro carril de esta avenida. El espacio entre éstos era tal que daba oportunidad a que motociclistas cruzaran la avenida, en ese momento, sólo para peatones. Había un grupo del PRD y otro de Petróleos Mexicanos, ¿por qué? Y en muchos momentos la marcha se detuvo por prolongados periodos de tiempo. En esos momentos otro grupo aventajaba al que permanecía detenido. 

 

 

En avenida Juárez, casi al llegar a Eje Central, la pausa rebasó los diez minutos. Nadie avanzaba. Salimos del grupo y llegamos al cruce con dicha avenida. La circulación estaba cerrada pero de un momento a otro se abrió y la marcha no avanzaba. Luego, en un momento, el semáforo en rojo y la marcha volvió a hacer suyo el espacio. Se sabía que, como en muchas otras ocasiones, se avanzaría sobre Eje Central para tomar 5 de mayo, pero no fue así. El camino fue Madero. Unos insistieron en que era por 5 de mayo pero nadie se les unió.

 

 

Ahí, en Juárez se erigió un monumento anti feminicidios. Llegamos a la Plancha del Zócalo y un grupo religioso cantando alabanzas y en contra del aborto fue confrontado por el grupo a favor del #AbortoLegalYa, ellas lanzan consignas, argumentos; ellos, alabanzas a Dios. Tal vez éste fue uno de los momentos más álgidos de la marcha. En la Plancha todas, pero no hubo discursos, testimonios, nada. Se trata de estar y comentar el recorrido, lo ocurrido. En las entrevistas, todas las chicas me dicen que fue una marcha hermosa, unida, pero yo la siento extraña.

 

 

¿Me pregunto si algún día dejaremos de marchar? En México 9 mujeres son asesinadas al día y hasta que eso deje de pasar y este país sea mejor será necesario salir a la calle para hacerlo visible.

 

Imágenes: Perla Velázquez / Ana León