Abraham González: ser artista, estar todo el tiempo trabajando

En Salón ACME presentará una intervención a la historia de la Alameda Central que se basa en una réplica de una pintura de José María Velasco

 

 

Ciudad de México, (N22/Perla Velázquez). – Uno de los creadores que actualmente está exponiendo en Zona MACO viene del municipio de Malinalco, de San Simón el Alto, para ser exactos. En el Centro Citibanamex, las piezas de Abraham González Pacheco son parte de la Galería Machete, espacio que ha abierto sus puertas a diversas propuestas emergentes.

Nosotros platicamos con él sobre su trabajo artístico, en dónde estudió, quiénes fueron sus alicientes para dedicarse esta profesión y, sobre todo, cuál es la reflexión que hace con sus piezas.

Abraham, sabemos que eres oriundo de Malinalco, ¿cómo fue que tu entorno te inspira para generar tu trabajo?

San Simón el Alto es una comunidad pequeña, la cual tiene mucha historia y, al mismo tiempo, carece de ella. Esa fue una cuestión que detonó mi producción de hace algunos años, que tiene que ver con buscar ese tipo de hitos culturales de un espacio específico. Esto se mezcla con un interés que tengo con saber de dónde provenimos, de dónde salimos, desde dónde estamos creándonos, porque está la cuestión colonial y prehispánica, pero existe una situación que, de pronto, en los archivos de cierto lugar no hay un registro exacto, o al menos las personas desconocen de dónde provenimos.

Eso generó en mí muchas preguntas, de dónde provienen las personas y cómo se construyen a partir de esa historia y qué ocurre cuando está ausente ese registro. Mi trabajo como artista visual se centra en todos estos gestos de interés que tienen las personas, en específico mi familia, y cómo se nutren con ciertos eventos o situaciones peculiares.

¿Por qué decidiste estudiar Artes Plásticas?

Yo sólo recuerdo que cuando era niño lo único que quería hacer era dibujar, quizás otros quieren jugar futbol, construir cosas, pero yo quería dibujar en ese momento. Esta ambición de querer hacer más cosas me llevó a obligar a mis padres a que me llevaran a un municipio vecino, Tenancingo, a una casa de cultura para ver una exposición que traía Grupo Pato Pascual, su fundación realiza exposiciones itinerantes en específicos de gráfica mexicana, de grabado a casas de cultura pequeñas. Entonces, así fue como yo conocí mi primera exposición de arte viendo el trabajo de José Luis Cuevas, Rufino Tamayo, Carlos Mérida, varias piezas que detonaron para mí, porque era un mundo nuevo. Era neófito total.

¿En dónde estudiaste?

 Estudié en la Escuela de Bellas Artes de Toluca. Después de cinco años tuve un pequeño taller de gráfica que se llama Obra negra, después de dos años me vine a la Ciudad de México y hace tres que resido aquí. Pero hace poco me fui a vivir a Tepotzotlán, en una comunidad muy parecida a mi pueblo San Simón.

¿Siempre buscas estas atmósferas que te recuerdan a San Simón para trabajar? ¿Por qué lo haces?

 Porque me llevan a cuestionarme situaciones de historia, de identidad de pueblos que no tienen un registro tal cual. Lo que hice hace algunos años fue comenzar a tomar registro de algunos lugares a los que iba, para con esas historias hacer ciertas analogías con grabados, con pintura y con dibujo. Eso detonó un proyecto que se llamó Centros y periferias que fue apoyado por el Fonca hace dos años, en donde se trató de retratar como estas estrategias del poder pueden cambiar el paisaje en sitios como mi pueblo o espacios arqueológicos.

Eso detonó una de tus piezas en donde incluiste el performance, Yacimiento 34, que estuvo en Bikini Wax.

 Sí, se trató de hacer un yacimiento arqueológico ficticio, en la colonia Buenos Aires, en un espacio que se llamaba Bikini Wax. Entonces, este lugar tenía una carga específica.

Lo que hice fue cavar a pico y piedra por cerca de 20 días y construí un basamento ficticio con una estructura de madera que lo rodeaba, en el cual las personas se podían subir y apreciar el vestigio arqueológico que había ahí. Ahora me preguntan que sí encontré algo y me les digo que sí, la cuestión es que no encontré figurillas arqueológicas, como las que encuentras en lugares de yacimientos reales. Encontré restos de cosas, fue un tipo de arqueología personal, en el que trataba de buscar de dónde soy.

Creo que todos en algún momento queremos hacer una excavación similar para poder encontrarnos. Entonces, esta excavación hablaba un tanto eso: reunirnos alrededor de esta pieza para especular acerca de política, de México, de la Nación, de amistad. La instalación se nutrió con dibujos y un museo de sitio, con las cosas que encontré.

A pesar de que utilizaste el performance en estos proyectos, tu trabajo principal está en el dibujo y la pintura, ¿cuáles son los materiales que utilizas para pintar?

 Hay una constante en la apropiación de ciertos elementos, como el grafito, lápices de color, por la cuestión de registro que pueden llegar a dar estructura en los dibujos; pero va más allá, es por la historia de esos materiales y de cómo se usaron, sobre todo en la idea de registro de nitidez, de que sea tangible el trazo para poder generar un conjunto o una estructura que pueda hablar por sí sola o que pueda narrar cosas a través de las imágenes.

También uso ciertos antecedentes del muralismo, en esta cuestión de los escenográfico para poder abrazar los espacios y poder corromperlos y generar cierta tensión. Tengo un proyecto en el cual hago dibujos a grafito que son para exposiciones en específico que dialogan con las piezas que están a su alrededor y que intentan acompañarlas sin ser protagonista. Lo que se hace es dibujarlas y después generar un tipo de acción para poderlas borrar y la exposición termina cuando se borra el mural. Termina siendo efímero, que va en contra de la idea del muralismo que tenía que ver con la trascendencia, con educar y nutrir.

 Desde esta perspectiva en tu trabajo, para ti ¿qué significa ser un artista contemporáneo?

 Creo que justo de eso se trata el ser artista, estar todo el tiempo trabajando, estar reinventándose en el aspecto no exactamente como si fuera algo ocurrente, sino que sea algo consciente, que vaya más allá de la cuestión intuitiva y que observemos a nuestro alrededor y lo traduzcamos en diferentes cosas.

Es estar reconstruyendo de una manera simbólica las piezas, es como todo el tiempo estar visualizándolas en diferentes contextos, estar viéndola de un lado y cómo chocan en algún momento y generan otra pieza y esa nueva cómo se va nutriendo y generando su propia historia.

En esta #SemanaDelArte tu trabajo puede ser visto en dos espacios Zona MACO y Salón ACME. En la primera de ellas, exhibes un mural, ¿en la segunda qué hay?

 Hace unos meses me invitó Gemma Argüello a participar en una exposición en Laboratorio Arte Alameda, en donde se generó un proyecto para poner a discusión la historia oficial que existe en la Alameda Central. Se nutrió a partir de una réplica de una pintura de José María Velasco, que retrata a Carlota y Maximiliano entrando a la Alameda y después de esa acción se transformó en un happening, en donde yo cargaba la pintura, a eso le agregué a cinco personas, que eran guías turísticos y al mismo tiempo un cronista que lo que intentaba era crear otra historia de ese lugar. A todos los uniformé con unos sacos de segunda mano y les puse unos dibujos de oro que recuerdan a los trajes de mariachi.

Estos personajes lo que iban haciendo era dialogar con las personas. Entonces, les puse los sacos y éstos se convirtieron en piezas que estoy presentando en Salón ACME, cinco sacos que usaron estas personas que tiene unos dibujos gestuales de ciertas piezas arqueológicas que fueron encontradas en las inmediaciones de la Alameda Central.

 

Imágenes: ©Ollin Buendía