La calle es nuestra y la noche también

“No hay que ceder ni un centímetro, ni un milímetro. Es un espacio que nos ha costado lucha, no es un espacio que nos han regalado. No hay que dar ni un paso atrás”, dice Lulú Barrera de Luchadoras

 

Ciudad de Mésxico (N22/Irma Gallo).- Fue un fin de semana movido en la Ciudad de México. Una vez más, las mujeres salimos a tomar el espacio público, que por otra parte, YA (y desde hace tiempo) nos pertenece. Lo hicimos para exigir seguridad pero también para decir: “aquí estamos y no nos vamos a ir. No nos vamos a esconder en nuestras casas por miedo. No nos vamos a callar”.

Justo un día antes de la rodada nocturna del viernes, conversé con Lulú Barrera, de Luchadoras, quienes además de todo el trabajo que hacen cotidianamente sobre seguridad para las mujeres en línea -sobra decirlo, pero por si no se han enterado, ahí les va este dato- formaron parte de esa marcha de mujeres en bicicleta que partió de la Diana Cazadora y llegó al Ángel de la Independencia. Dos monumentos en forma de mujer. ¿Así o más significativo?

Estamos caminando en las cercanías del Museo de las Intervenciones, en Coyoacán. Es de noche, por supuesto. Lo primero que le pregunto es la importancia de defender nuestra presencia en el espacio público. Lulú responde con firmeza: “Es crucial porque por muchos años, de manera histórica, se creyó que el espacio de las mujeres era la casa, que nuestro espacio era el interior. Y que estar en el espacio público, que también implica hablar, usar la voz, usar la calle, tener presencia afuera, ser reconocida, ser visible, no era algo que nos correspondía.”

Parte de esta lucha por la liberación y la emancipación de las mujeres, dice Lulú, es que el espacio público sea nuestro también. Y entonces me recuerda el surgimiento de la bicicleta y “todo lo que implicó para las mujeres en términos de movilidad, de seguridad, también de libertad, en la época de las sufragistas”.

Ha dicho la palabra clave: seguridad. Eso que nos trae de cabeza en este país desde hace por lo menos dos sexenios, cuando Felipe Calderón le jugó a declarar la guerra al narco -una guerra muy particular, que según ahora sabemos, iba dirigida específicamente contra algunos cárteles, ignorando (incluso protegiendo) a otros. Pero específicamente en la Ciudad de México, el asunto de la seguridad ha vuelto a ser tema de discusión durante los últimos días. Ha ocupado, como una sombra obscena, las sobremesas de las familias y se ha vuelto hashtag en las redes sociales por los intentos de secuestro en uno de los espacios más públicos -y necesarios- que puede haber: el metro.

Así que le pregunto a Lulú lo que muchas madres nos hemos llegado a cuestionar, ¡horror de horrores!, estos días: Vivimos tiempos difíciles, sin duda, pero ¿deberíamos ceder este espacio público en pos de una supuesta “seguridad”? Una vez más, la fundadora de Luchadoras no duda en responderme. Me gusta la fuerza de las palabras que pronuncia con esa voz suya, tan dulce. Porque ella, completita, es todo lo contrario a un cliché: “No, definitivamente no hay que ceder ni un centímetro, ni un milímetro. Es un espacio que nos ha costado lucha, no es un espacio que nos han regalado. No hay que dar ni un paso atrás. No podemos pedir libertad restringiendo la libertad.”

Seguimos caminando, Lulú y yo, en la noche. Estamos juntas. Estamos tranquilas. Dice:

“Las opciones liberadoras siempre tienen que tener estrategias liberadoras. No todo lo contrario. Y otra vez, es decirles a las mujeres: “quédate en tu casa”, “guárdate”, “no te expongas”, es decirte: “tú tienes la responsabilidad”, “tú tienes la culpa”, “toda la carga está en ti”, cuando en realidad es una carga compartida, es una carga social, es una carga sobre alguien que tiene una responsabilidad, como los gobiernos, y que además hay una responsabilidad compartida socialmente porque las personas que están agrediendo no son fantasmas que se aparecen aquí de pronto, en medio de las calles oscuras; son personas que están todos los días habitando, creciendo en contextos machistas, con pensamiento machista, que están, además, insertos en un espacio de impunidad que permite que puedan violentarnos sin que hay un castigo social, un castigo legal, un castigo jurídico”.

Unos días antes de esta conversación con Lulú Barrera, recibí un ejemplar de Teoría King Kong, de Virginie Despentes. Me lo leí con la avidez y la alegría con la que me tomo un trago con mis amigas, en esas cenas especiales que nos organizamos una vez al mes, por el puro gusto de sabernos mujeres, exitosas, solteras, amadas, antes que por nadie más, por nosotras mismas.

Y aunque disfruté el texto de Virginie, hubo algo que no me terminó de cuadrar. Y así se lo expuse a Lulú:

-Cuando Virginie Despentes y su amiga tenían 15 años fueron violadas por tres chicos que les dieron aventón, y a mí lo que me llamó mucho la atención de esta anécdota es que Virginie retoma una teoría de Camille Paglia según la cual si somos mujeres ya tenemos el riego inherente de que nos pase algo así o incluso peor cuando salimos a la calle. Que es una manera como de afirmarnos en la libertad y de decir: “bueno, yo sé que esto me puede pasar pero de todos modos yo decido salir a la calle de noche”. ¿Tú qué opinas? A mí esto francamente sí me hizo mucho ruido.

“Claro”, me respondió.“Tiene todo para hacerte ruido porque justo la lucha feminista contra lo que va es contra el esencialismo, y lo que estaría diciendo Camille ahí es que por ser mujeres esencialmente estamos ‘predestinadas a’,  cuando en realidad la lucha es que no haya destino predeterminado por ser mujer. Como se dice: “maternidad no es destino, es elección”, así es para cualquiera de nuestros proyectos de vida. Tiene que venir y emanar de la libertad de decisión y de la autonomía de las mujeres. No porque sea un mandato cultural, no porque el contexto sea adverso, no porque esté genéticamente predeterminado. No, sino porque hay una decisión consciente y las condiciones propicias sociales para que podamos hacer lo que queramos”.

Mientras seguimos caminando y me comenta que al día siguiente será la rodada, Lulú me recuerda que estas batallas feministas que estamos librando ahora no son nuevas:

“Fíjate que la lucha por la noche no es algo de ahora. En los años setenta, justo una de las principales manifestaciones que sucedieron en el momento en el que esta ola del feminismo estaba en ebullición fue Take Back The Night (Recuperemos la noche), y justo es una protesta que surge en varios lugares en Estados Unidos por el asesinato de una mujer que iba de regreso a su casa de noche, sola.”

Es curioso: conforme nos acercamos al final de la conversación, siento que es justo en estos momentos de mayor peligro, de violencia recrudecida contra las mujeres, que es cuando las redes como las que han tejido Luchadoras y otras organizaciones similares nos sostienen y nos impulsan a construir otras. Esto es algo de lo que me comparte Lulú, y confirmo que estamos, una vez más, en sintonía:

“Siento que estamos viviendo en un momento álgido, en una guerra en la que hay impulsos regresivos tan fuertes que nos quieren llevar de vuelta a ese momento donde no disfrutábamos de los derechos. Como si toda esta lucha feminista y liberadora que hemos tenido por años, por décadas, se quisiera disipar en un momento. Pero también, al mismo tiempo, hay una corriente muy fuerte y poderosa y transformadora y una lucha que estamos dando las mujeres, así, en la noche, en las calles, en las casas, en las camas, y justo como es el punto álgido de esta lucha estamos viendo el recrudecimiento de la violencia muy brutal.”

“Las redes salvan”, me dice Lulú, sin asomo de duda. Ella, tejedora de redes, continúa:

“En cualquier contexto de violencia, la violencia busca aislarte, busca quitarte tu potencial propio, tu fuerza, te debilita. Y en cambio, estar acompañada de una red, una red de otras mujeres, una red de otras personas, puede revertir totalmente ese sentido de aislamiento y ayudarte a salir, sobreponerte y seguir”.

Al final, comentamos los secuestros e intentos de secuestro cerca de algunas estaciones del metro que se han hecho notar tanto en medios digitales como en redes sociales los últimos días. Lulú se muestra indignada porque a veces no se le hace caso a la mujer; la gente prefiere “no meterse” ante un supuesto “pleito de pareja”. Y dice que es justo en esos momentos en que las mujeres debemos actuar: nosotras sí nos creemos. Nosotras sí nos ayudamos.

Le agradezco por el tiempo, por la entrevista, por la caminata nocturna. Con una sonrisa enorme, se despide:

-Celebremos la noche. La noche es nuestra.

 

Imagen tomada del Facebook de Luchadoras