Sergio Ramírez: “Escribo entre cuatro paredes, pero con las ventanas abiertas”

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El escritor nicaragüense recibió el Premio Cervantes 2017, en su discurso habló sobre la anormalidad que permea la vida cotidiana y la de la escritura, y señaló que “cerrar los ojos, apagar la luz, bajar la cortina, es traicionar el oficio”

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Madrid (N22/Francina Islas).- Esta mañana, Sergio Ramírez recibió de manos del rey Felipe VI, el Premio Cervantes 2017, su discurso de agradecimiento lo dedicó a los nicaragüenses asesinados recientemente por pedir justicia.

“Permítanme dedicar este premio a la memoria de los nicaragüenses que en los últimos días han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando sin más armas que sus ideales porque Nicaragua vuelva a ser república.”

Sergio Ramírez, habló de la lengua de Cervantes y de Rubén Darío, así como de la literatura del Caribe. “Tres siglos después de Cervantes, él devolvió a la península una lengua que entonces resultó extraña porque venía nutrida de desafíos y atrevimientos, una lengua que era una mezcla de voces revueltas a la lumbre del Caribe, de donde yo también vengo, porque Centroamérica es el Caribe, ese espacio de milagros verbales donde los portentos pertenecen a la realidad encandilada y no a la imaginación.”

Pero sobre todo, disertó sobre las características de la novela actual, una novela que no puede cerrar los ojos ante la realidad que la rodea. “Escribo entre cuatro paredes, pero con las ventanas abiertas porque como novelista no puedo ignorar la anormalidad constante de las ocurrencias de la realidad en que vivo, tan desconcertantes y tornadizas, y no pocas veces tan trágicas pero siempre seductoras. Cerrar los ojos, apagar la luz, bajar la cortina, es traicionar el oficio. Todo irá a desembocar tarde o temprano en el relato, todo entrará sin remedio en las aguas de la novela. Y lo que calla o mal escribe la historia, lo dirá la imaginación, dueña y señora de la libertad, por la que se puede y se debe aventurar la vida, pues no hay nada que pueda y deba ser más libre que la escritura. El vasto campo de La Mancha es el reino de la libertad creadora. Un escritor fiel a un credo oficial, a un sistema, a un pensamiento único, no puede participar de esa aventura diversa, contradictoria, cambiante, que es la novela.”

El autor de Castigo Divino, tuvo también palabras para recordar a Carlos Fuentes y Sergio Pitol, así como a otros autores del boom.  

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