Sismos, asignatura pendiente

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El análisis del experto en sismología Cinna Lomnitz realizado en 2004 respecto a lo que nos permitimos olvidar tras el sismo de 1985 sigue siendo pertinente en 2017

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En México el principal borde de placas capaz de engendrar sismos de gran magnitud es la frontera entre las placas de Norteamérica y de Cocos

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Ciudad de México (N22/Redacción).- En septiembre de 2004 Cinna Lomnitz (Colonia, 1925-Ciudad de México, 2016), especialista en mecánica de suelos y sismología, publicó en la revista Nexos el artículo “El próximo desastre sísmico en la Ciudad de México”, ahí apuntaba que “las causas de los desastres son tanto naturales como sociales”.

Una vez que pasen los días y los efectos del sismo se normalicen y se desvanezca la sensación de gravedad, es pertinente volver a aquellas observaciones hechas por Lomnitz respecto a lo que se dejó pasar y se archivó tras el sismo de 1985 para que con éstos, los sismos del 7 y 19 de septiembre, tras la emergencia, no suceda lo mismo, que la experiencia no se archiven ni en lo público ni en lo privado.

En aquél artículo el ingeniero, geofísico e investigador alemán nacionalizado mexicano al hablar respecto a la “anatomía del desastre”, señaló que se han perdido numerosas oportunidades para “controlar los desastres al no considerar la totalidad el fenómeno”, en este sentido el investigador es tajante: “los desastres sísmicos seguirán ocurriendo aun si aprendiéramos a construir viviendas que ya no se cayeran con los temblores. La solución del problema sísmico depende de la integración de conocimientos técnicos y científicos muy diversos incluyendo el estudio de la tierra, de la construcción, de la política, de la economía y de la sociedad”; sin embargo, aquellos encargados de administrar lo político y lo económico son susceptibles de corromperse. Aunque no es recomendable “caer en reduccionismos”.

En México, apunta, “el principal borde de placas capaz de engendrar sismos de gran magnitud es la frontera entre las placas de Norteamérica y de Cocos.” Si bien no se pueden hacer predicciones de cuándo y en dónde ocurrirá un sismo, hay algo que sí se sabe (no olvide que el artículo fue publicado en el 2004) si se considera que la escala de los grandes sismos es de 30 a 50 años en promedio: “habrá otro sismo en la Ciudad de México con características similares al de 1985. Esto basado en la historia de los grandes sismos en la zona de subducción del Pacífico y en la influencia de la geológica local, especialmente la zona de la Laguna de México (Zona III).”

Para Lomnitz ante la imposibilidad de predecir un sismo resultó lógico pensar que si “la vida media de una construcción es de 30 a 50 años y el intervalo de tiempo entre sismos grandes es del mismo orden, entonces será mejor poner todas nuestras fichas en mejorar la construcción en edificios de siete a 18 pisos de alto en la Zona III”. ¿Se hizo? Al parecer no. “¿Qué fue lo que falló?” se cuestionaba el ingeniero ante la falta de inversión económica y esfuerzos en la investigación sismológica y de ingeniería sísmica. ¿Qué fue lo que falló 32 años después?

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