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En el marco del segundo encuentro «Huellas del crimen», diversas voces nos dijeron qué significados guarda el género policiaco en la literatura
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Imagen: Electric Literature
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San Luis Potosí (N22/Karen Rivera).- La Antigua Penitenciaría del Estado de San Luis Potosí (ahora Centro de las Artes Centenario) a principios del siglo XX albergó a homicidas, secuestradores y mafiosos. En esta ocasión sus escondites recibieron a un grupo de “culpables” que se reunieron para desentrañar el origen, la vigencia y las características que envuelven al género.
Nuestro primer sospechoso es Ernesto Mallo quien se inició como un gran equivoco deliberado “no escribo novelas policiales, escribo sobre la locura, ese es mi tema, pero como en mis textos hay muertos, hay investigaciones, hay policías, la etiqueta le cae bien”.
La primera novela policial que escribe Mallo es Crimen en barrio del once. El primer caso del comisario Lascano (Siruela, 2011) en Argentina se llama La aguja en el pajar (Planeta, 2003). El relato sucede durante la dictadura de Videla y “sus secuaces”; para el autor fue un momento muy curioso de la historia en ese país, “un momento Shakesperiano donde las pasiones se desatan, donde se matan unos a otros, donde la lucha por el poder se encarniza. Y lo increíble es que en este contexto todos están un poco locos, pero el tema es que la locura es la normalidad”.
Mallo asegura que al hablar de novela policiaca, se debe estar consciente de que la literatura no puede condenar ni juzgar, “no es el lugar para opinar. La mejor literatura es la que muestra, pero no condena”.
El segundo sospechoso es Stefan Kiesbye, escritor alemán, autor de libros como La puerta al infierno (Almadía, 2014) y A lado vivía una niña (Almadía, 2011)¸ quien asegura que la novela negra pone en evidencia la decadencia de la vida diaria. Argumento en el que coincide el periodista y escritor (y tercer eslabón de esta encrucijada) Fernando Ampuero.
“De alguna o de otra manera muestra al lector cómo las personas matamos y robamos en cada una de nuestras ciudades, una novela negra en Suecia nos revela un mundo que desconocíamos, por ejemplo, y una novela negra peruana o mexicana te va mostrando mundos diferentes, la novela negra varia de acuerdo al contexto de cada país”.
“La mayoría de la gente no reconoce que tiene potencial para la violencia, lo digo en este sentido: las novelas de crimen dicen, ‘no mires ahí, sabes que eres peor de lo que pretendes ser’ , nos ponen en contacto con esos lados, podemos ver la humanidad de personas que hacen cosas terribles. Es terriblemente fácil de decir ¡Oh, es un monstruo! pero no lo son. Las peores personas que conocemos de la historia se levantan por la mañana, desayunan, aman a unas personas, odian a otras. Las novelas de crimen nos hacen conscientes de que no, esto es solo humanidad”, expresó Kiesbye.
¿Tenemos espacio para un cuarto implicado? Sí, se trata de Antti Tuomainen, autor originario de Finlandia, acusado por romper los estereotipos de este género literario, en sus historias no existen detectives ni policías. Junto con el mexicano Juvenal Acosta, asegura integrar el clan de la Novela Negra del siglo XXI. Sí, Juvenal es otro sospechoso:
“La novela negra que estamos escribiendo no es una novela que necesite de detectives ni del proceso tradicional de investigación, sino que es una novela psicológica, es una novela que tiene que ver son las sociedades en las que vivimos, la ciudad, producida por la vida contemporánea, el drama familiar, el drama emocional de las relaciones de pareja”.
Después de escuchar las versiones y testimonios de los acusados, durante la segunda edición del Festival Internacional de Novela Negra “Huellas del crimen”, el veredicto final queda a consideración del lector.
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