La crisis humana de Celeste, Elena y Darío, su rehén sexual

  • Entonces creo que sí, algo del poder hace que la gente se sienta muy sola y la gente sola siempre es más útil para el poder

Por Víctor Gaspar
@gaspar_victor
CIUDAD DE MÉXICO, México, (N22).- 
“Acá lo importante, más allá de la estructura familiar, es qué hacen estos personajes por amor. En el caso de Elena y Celeste quieren tener un hijo juntas y, por su cultura, por su condición económica, por cómo son también, no saben cómo hacerlo. Es decir, hay otras formas de hacerlo para las mujeres. Pero ellas lo que buscan es tener un hombre que pueda ser el padre de sus hijos, porque en el fondo lo que quieren es tener un hijo. Como la situación se complica, sabremos en la obra cómo logran gestar ese hijo. Pero lo importante es que ellas cometen un acto delictivo violento y criticable en pos del amor”, comentó Claudio Tolcachir.
Elena y Celeste son pareja y han tomado como rehén sexual a Darío, un hombre sobreprotegido por su madre, Meche, quien, pese a sus buenas intenciones ha frustrado el desarrollo y la felicidad de su hijo. Madres e hijos extraviados en busca de la realización. El viento en el violín es la última parte de una trilogía con la cual Claudio Tolcachir se ha convertido en una de las voces más destacadas de la escena teatral argentina.

En 2001, en plena crisis económica, Tolcachir fundó la compañía Timbre 4. En este montaje de su autoría se expone como la crisis social se  evidencia en una crisis humana, una búsqueda de la felicidad en un mundo donde las alternativas se ven limitadas pese a que la estructura familiar tradicional no ofrezca una salida.
“También la obra plantea otro sistema familiar que es toda esta gente de alguna manera marginal, de lo que sería una sociedad exitosa, lo que sería un ejemplo de familia. Una vez que se asumen fuera de ese circuito de sociedad, logran construir otro tipo de felicidad, otro tipo de familia. Pero, nunca mis obras intentan dar un tipo de mensaje, de cómo debiéramos pensar o cómo debiéramos sentir. Si hay algo que a mí me interesa es tomar unos personajes que me regalen determinado nivel de contradicción, que me incomoden porque me conmueven, porque están equivocados, pero sin embargo los quiero porque los entiendo, porque  los critico”.
Sin embargo, la puesta en escena, más que respuestas, aspira a generar preguntas sobre el canon social establecido, poder político que excluye al diferente.
“Son marginales, son marginales de los que no salen en los diarios, son marginales porque no entienden cómo vivir, cómo se hace para ser feliz, y eso los hace equivocarse mucho y sentirse muy solos frente a un mundo que es muy pesado, muy grande, y al cual no pueden acceder. Entonces creo que sí, algo del poder hace que la gente se sienta muy sola y la gente sola siempre es más útil para el poder”.
Imagen:http://bit.ly/1fIW1Bq
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