Por Irma Gallo
Distrito Federal, 22/04/13, (N22).-
La ternura caníbal es el libro más reciente de Enrique Serna. A propósito N22 platicó con el autor nacido en la Ciudad de México, en 1959.
-En La ternura caníbal el motivo es el amor y las relaciones de poder que se dan en él, ¿no es así?
-Sí, es el tema de la mayoría de los cuentos. Yo creo que hay un momento en las relaciones amorosas en donde la pareja, en lugar de beneficiarse mutuamente, se empieza a destruir, y es difícil saber cuándo llega ese momento, cuándo atravesamos esa raya, y entonces ese el tema de varios de los cuentos, que a veces llega a ser de vida o muerte. A mí me interesa sobre todo ver cómo puede haber actitudes de abnegación y de gran cariño en el seno de una pareja, al mismo tiempo que se están hincando los colmillos en la yugular.
-Enrique: ¿lo que te interesa en general, en tu escritura, tanto en tus novelas como en tus cuentos es la pasión del ser humano, lo que lo confronta en su naturaleza más pura, como ser humano: la traición, el amor, los celos?, ¿ese tipo de cosas son lo que te interesan como escritor?
-Pues sí, siempre la vida privada de los personajes, las motivaciones más íntimas son las más interesantes para un escritor y las que te obligan a escudriñar más a fondo dentro del alma de los personajes. Yo creo que eso es lo más interesante para uno como investigador de la condición humana, qué es lo que somos todos los escritores.
-Enrique, antes de terminar esta entrevista me gustaría que me leyeras, que nos leyeras al público de Noticias 22, un fragmento de un cuento que te guste mucho…
-Cómo no.
La Vanagloria. Recibí la mejor noticia de mi vida en un momento de ofuscación y rabia contra el mundo. Había regresado a casa con mi gruesa mochila al hombro, la camisa anegada en sudor, tan vapuleado por la dura jornada en el instituto que apenas tuve fuerzas para levantar el vilo a mi hija Natalia y mientras le daba vueltas en el aire, con un júbilo artificial de padre modelo, me sentí un poco fuera de lugar en esa escena de felicidad hogareña, como un actor suplente a quien le toca representar un papel aprendido de oídas.
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