A un año de la partida de José Reyes Meza…

Ciudad de México, México, 31/10/12, (N22).- José Reyes Meza fue un gran pintor apasionado por la “naturaleza muerta”. Fue un escritor, escenógrafo y muralista mexicano, nacido en Tampico, Tamaulipas, el 23 de noviembre de 1924. Falleció a los 86 años, en la Ciudad de México. 


Se le recuerda como un hombre que dejó un gran legado cultural y artístico a nuestro país. Como homenaje al pintor, el gobierno de Nuevo Laredo en junio de 2008 inauguró el Museo Reyes Meza: Centro Cultural Nuevo Laredo.

Obtuvo varios reconocimientos en vida, entre los cuales se encuentra el premio de la Agrupación de Críticos como el mejor escenógrafo del año por Bodas de Sangre en la Ciudad Universitaria, en 1957.
El artista fue miembro fundador del Salón de la Plástica Mexicana, y además fue considerado dentro del grupo de los grandes muralistas mexicanos, junto con Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, por enlistar algunas menciones.
Reyes Meza se consideraba asimismo un hombre heredero y participante de la reconstrucción de la identidad de ese México que empezaba a adquirir conciencia nacional, en el período que va de los años veinte hasta principios de los años cincuenta:
En una conferencia que se realizó en marzo de 2009, durante la presentación del libro José Reyes Meza, el pintor comentó que se trató de un período “podríamos decir similar al renacimiento italiano […] En el nuestro fue la afirmación de identidad; el sabernos por primera vez por conocimiento, conciencia y sensibilidad única, que somos un pueblo de recia personalidad, con características únicas que nos distinguió en el concierto de las culturas”.
A  Reyes Meza se le definió como un alquimista del color, debido a la maestría con la que pintó sus cuadros y murales. Contó que la inspiración de sus obras pictóricas, las tomó principalmente de la riqueza natural del país, la cual le causó una honda impresión desde aquellos tiempos en que vivió en su tierra natal, Tampico:
“Mi bagaje era rico en experiencias anímicas, producto de un mundo natural casi primitivo en donde la magia de la naturaleza y su exuberancia regía la razón de ser de este pedazo de México, la Huasteca Tamaulipeca, en donde la violencia del Río Tamesí conformaba los esteros, generadores y protectores de todas formas de vida, acuática, del aire, así como vida intermedia, caimanes, lagartos, nutrias, iguanas, etc., torrentes de agua cargados de vida que desembocando en la Laguna del Champayán unían su destino con Tampico para fusionarse con el potente Pánuco y llegar al mar”.
Estas impresiones, que perduraron en lo más profundo de su ser, desde su infancia, dijo, se ven reflejadas en sus pinturas, en las cuales, si acercamos el oído, podremos alcanzar a escuchar “el murmullo de la Huasanga, la Petenera o el Fandanguito.”
El artista también practicó “otras vocaciones”, como el las llamó, y se hizo torero por casi 15 años. Su tercera vocación fue la cocina, y se volvió cocinero. Comenzó como aprendiz de cocina a los 11 años, en la Refinería El Águila, ahora PEMEX. También le apasionaba la “naturaleza muerta” y “cocinó”  cuadros, o como el decía, “naturaleza no muerta”, ya que el pintor era de la idea de que la pintura plasmada en sus cuadros capturaba la quietud de la vida para perdurara para siempre:
Hoy en día, la obra del autor forma parte de colecciones oficiales y privadas, dentro de la República Mexicana, en el extranjero, universidades e iglesias. Destacan el mural monumental tallado en la montaña que corona la Presa Raudales de Malpaso, en Chiapas, y que mide más de 100 metros de largo.  Los frescos en el Casino de la Selva, en Cuernavaca, Morelos y  los murales en mosaico que decoran la fachada del Pan American National Bank de Los Ángeles, California.
Pintó dos murales para la Universidad Autónoma de Tamaulipas en la Facultad de de Veterinaria en Ciudad Victoria y el Edificio Administrativo de Tampico. En la Ciudad de México, el Museo de Arte Moderno, conserva la colección FEMSA. Otros se encuentran en colecciones del Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec, en el Senado de la República, en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), además están las obras de la Organización Benavides, el Museo de Arte Moderno de Phoenix y el Smithsonian Institution en Washington, por mencionar los más destacados.
Como escritor Reyes Meza fue un férreo investigador y publicó dos libros, Signos Sagrados y El alma del mundo, en los que plasmó sus investigaciones sobre la línea aurea,  y para las cuales exploró tanto la Biblia, los escritos de Platón, las pinturas de Leonardo da Vinci y las tablas de Fibonacci.
Parte de su obra pictórica se puede consultar en el libro José Reyes Meza, el cual se puede adquirir en las librerías Educal y en el Museo Reyes Meza: Centro Cultural Nuevo Laredo. Para más información se sugiere llamar al teléfono(867) 717 59 60.
Imagen:http://bit.ly/SeT64a
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