Fuertes de Loreto y Guadalupe son reabiertos tras minuciosa renovación museográfica y conservación de sus instalaciones

  • Escenarios de la Batalla del 5 de mayo, en ambos inmueblestambién se hizo la actualización de los guiones museográficos con información de investigaciones recientes


PUEBLA, México, 10/09/12 (N22).- Los fuertes de Loreto y Guadalupe, escenarios de la Batalla del 5 de mayo acaecida hace más de 150 años en Puebla, han sido reabiertos al público tras una minuciosa renovación museográfica y restauración de sus instalaciones, a fin de revitalizar y dignificar estos espacios emblemáticos de la historia de México.

La restauración y puesta en valor de ambas fortificaciones concluyó recientemente, cuyas labores se efectuaron bajo la supervisión de un equipo de especialistas en historia, arqueología, arquitectura y museografía del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), y en particular, de peritos de la Sección de Monumentos Históricos del Centro INAH-Puebla.

De acuerdo con arquitectos peritos del Centro INAH-Puebla, los proyectos de revitalización de ambas fortalezas, “fueron evaluados en reuniones colegiadas y consensuados, y se emitieron los permisos y licencias con base en los dictámenes correspondientes y en apego a la normativa institucional”.

El proyecto de intervención en las edificaciones estuvo dirigido a revertir el deterioro acumulado por el paso de varios decenios, y se desarrolló en el marco del 150° aniversario de la derrota de las tropas francesas a manos del Ejército de Oriente, liderado por Ignacio Zaragoza, por lo que el Fuerte de Loreto estuvo reabierto desde mayo pasado.

La historia de dicha fortaleza se remonta al siglo XVII, cuando se construyó una pequeña capilla en honor a la Virgen de Loreto. En 1815 se edificó la fortaleza —de forma cuadrada y flanqueada por cuatro bastiones—, que años más tarde fue ocupada como cuartel militar, al estar ubicada en un lugar estratégico desde el que se podía dominar la visual de la ciudad.

En 1936, en este inmueble se inauguró el Museo de Guerra, posteriormente, con motivo del Centenario de la Batalla del 5 de mayo, el espacio se transformó en el Museo de la No Intervención, como símbolo de la defensa de los mexicanos contra la invasión extranjera y la lucha por la soberanía.

Los objetivos de la intervención hecha en este recinto, se centraron en la recuperación de los elementos originales del edificio histórico, el mejoramiento de las condiciones de funcionamiento, la actualización de los sistemas de iluminación, red eléctrica, seguridad y sanitarios; así como la reestructuración del discurso museográfico, producto de recientes investigaciones.

Las labores de conservación consistieron en la recuperación de ventanas y óculos (ventanillas circulares frontales) de la capilla; además se rescató un patio que había sido ocupado como auditorio, y se recobró el estado original que tuvo la cubierta.

Asimismo, se quitaron algunos aplanados de cemento, colocados en 1962, para poder apreciar la superficie original. También se crearon rampas para facilitar el acceso a personas con discapacidad, se mejoró el mobiliario de la taquilla y la librería; se adecuaron dos áreas que rodean la fortaleza conocidas como “abrigos”, para que posteriormente sean ocupadas como áreas de servicios educativos.

A su vez, la nueva propuesta curatorial se basa en más de 180 piezas de los siglos XVIII y XIX, que dan testimonio de los orígenes religioso y militar del Fuerte de Loreto, el desarrollo del culto a la Virgen de Loreto en Puebla, las transformaciones del lugar, los momentos cruciales de la batalla, y los actuales festejos del 5 de mayo dentro y fuera del país; de esta manera se abarcan más de 350 años de historia.

Entre los objetos históricos que el público puede admirar, destacan óleos con advocaciones marianas y otros de gran formato; esculturas de madera, objetos religiosos, retratos de próceres, armas, litografías, uniformes, cañones, banderas, mapas, planos, cartas y alegorías.

Asimismo, se incluyen los anteojos, binoculares y una casaca militar de gala con bordados en hilo de oro, que pertenecieron a Ignacio Zaragoza; banderas de batallones y óleos sobre tela que muestran escenas de la batalla, entre ellos dos pintados por el artista poblano Patricio Ramos.

En lo referente al Fuerte de Guadalupe, cuyo nombre deriva de una iglesia que se construyó ahí durante la Colonia, dedicada a la Virgen de Guadalupe, misma que en el siglo XIX se preparó como fortificación para proteger a la ciudad de las fuerzas insurgentes, en plena lucha independentista.

El 5 de mayo de 1862 el Ejército de Oriente defendió desde este punto la soberanía nacional contra las fuerzas intervencionistas, logrando su retirada. Cien años después se construyó el Centro Cívico 5 de Mayo, para ello se hicieron trabajos de restauración en los monumentos y jardines.

Originalmente, el Fuerte de Guadalupe estaba integrado por el templo y el claustro, un cuartel militar y una fortificación perimetral. En 1862, el templo sufrió graves daños por la batalla contra las fuerzas francesas, por lo que éste tuvo que ser demolido. Posteriormente, en 1923, la fortaleza volvió a sufrir afectaciones por los bombardeos durante la lucha huertista. Desde entonces el inmueble se preservó como ruina.

Los objetivos principales de las tareas de conservación del fuerte, se orientaron a una serie de acondicionamientos que facilitan su uso como recinto museístico, y al mismo tiempo la protección de los restos de la estructura original, siguiendo las normas nacionales e internacionales en la materia.

En este sentido, se construyó una techumbre ligera y reversible, como se ha hecho en otros muchos sitios históricos de México y el mundo, que facilita el uso del sitio como espacio museográfico. La cubierta protege las ruinas de la capilla de Guadalupe, y no daña estructuras históricas, toda vez que sus columnas están exentas de los vestigios.

También se crearon muros perimetrales de cristal que permiten la apreciación de las cualidades históricas del fuerte, y su protección ante las inclemencias del tiempo. Bajo estos criterios se garantiza la permanencia de los vestigios, así como mantener su apreciación como elemento prioritario en la lectura del sitio.

Además se restauraron muros, bastiones, patios, circulaciones, plazas de acceso; se recuperaron secciones originales como la capilla y el cuartel. Además se intervino el Portal de Peregrinos, cuya arcada era lo único que queda en pie, donde se hicieron algunas modificaciones para permitir la accesibilidad a personas con discapacidad, y finalmente, en el exterior se construyeron miradores, un sendero peatonal y espacios de descanso.

En el Fuerte de Guadalupe el discurso curatorial rememora la victoria del ejército del general Ignacio Zaragoza, y detalla la evolución histórica del inmueble, desde su construcción como ermita y templo, hasta su transformación en fortificación militar.

El recinto exhibe alrededor de 200 objetos y obras de arte de los siglos XIX y XX, objetos entre los que destacan 21 escudos hechos en talavera; también se integran al acervo, en calidad de préstamo, un óleo de la Virgen de Guadalupe, procedente de la Catedral de Puebla, y dos cuadros del Museo del Alfeñique, del pintor Patricio Ramos.

Dada la diversidad de las piezas, éstas se exhiben en conjuntos según su técnica, procedencia cronológica o temática histórica. Sobresalen los de grabados, medallas, objetos y periódicos de la época de la Intervención Francesa; retratos de personajes notables, así como artículos conmemorativos relacionados con las festividades del 5 de mayo.

El INAH, con la participación académica de la Secretaría de la Defensa Nacional y el Gobierno del Estado de Puebla, reabrió el Fuerte de Guadalupe este sábado 8 de septiembre, para honrar el 150 aniversario luctuoso de Ignacio Zaragoza (1829-1862) y evocar su histórico triunfo ante el ejército francés.

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