Académicos urgen estructuras civiles en México para acabar con la violencia

DISTRITO FEDERAL, México,  30/04/12, (N22/UNAM).- La construcción de ciudadanía
y de redes de la sociedad civil es fundamental para enfrentar el reto
del crimen organizado en México, consideraron expertos en el
Foro Internacional sobre Políticas de Regulación del
Consumo de Drogas, que organiza la UNAM.
Ante el actual proceso incivilizatorio que
los grupos criminales reproducen en el país con autoritarismo
y violencia, se necesita impulsar uno civilizatorio, basado en un
Estado democrático, con una sociedad civil organizada y participativa,
consideró Luis Alejandro Astorga Almanza, académico
del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de esta casa de estudios.
En la mesa Sociedad y crimen organizado,
moderada por Javier Ulises Oliva Posada, investigador de la Facultad
de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), Astorga planteó
que “el reto que se presenta en el país es la construcción
de ciudadanía y de un Estado democrático. Necesitamos
grandes cambios culturales que incluyan el respeto al otro y a las
leyes”.
Los grupos de traficantes surgieron y se
consolidaron en función de la prohibición; se incorporó
a campesinos, comerciantes de clase media, y élites económicas
locales. “Sin prohibición no hay criminal, sino comerciantes
de mercancías. La diferencia es el límite que ponen
las leyes”, afirmó.
Ante su desarrollo, la clase política
ha actuado como protectora y controladora de esos negocios. “El
vínculo entre tráfico, política y sociedad es
laxo y subordinado”, acotó. Ha significado crear un hábito
cultural que por años no se consideró una transgresión
grave, pero que actualmente preocupa a la sociedad por el aumento
de la violencia.
Edgardo Buscaglia, senior scolar en Derecho
y Economía de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y
director del International Law and Economic Development Center, de
Estados Unidos, destacó que en México el Estado está
fragmentado, con policías locales al servicio de los cárteles.
“En estas condiciones, no puede ser parte de la solución,
y el catalizador debe surgir de la sociedad civil, que no está
controlada por organizaciones criminales”.
En el país, las organizaciones no
gubernamentales operan de manera atomizada y falta que se integren
en un tejido social sólido, capaz de brindar servicios de previsión,
refugios para víctimas y apoyo para familiares de desaparecidos,
pues ese tipo de actividad disminuye la violencia, resumió.
René Jiménez Ornelas, coordinador
de la Unidad de Análisis sobre la Violencia Social del IIS,
dijo que la sociedad mexicana vive una crisis educativa, económica
y de seguridad. “La corrupción está ligada al
miedo social e individual, que se ha traducido en inmovilidad de la
ciudadanía ante el autoritarismo que se ha ejercido por décadas”.
La narco-cultura prevaleciente está
asociada al éxito fuera de la legalidad, exalta la grandiosidad,
el poder y la violencia. “Es una forma de ver el mundo, en una
nación que deja poco espacio para los pobres. Se piensa que
es mejor vivir cinco años con carros y mujeres, que una vida
entera pobre”, apuntó.
En su oportunidad, Robson Rodrigues da Silva,
jefe del Estado Mayor Administrativo de la Policía Militar
de Río de Janeiro, Brasil, expuso un programa de pacificación
social que actualmente se implementa en las favelas de esa ciudad,
donde se canjeó la guerra contra el narcotráfico que
se sostenía desde la década de 1980, por la construcción
de la paz a partir del 2000.
Aunque aún no se consolida, se basa
en la participación de la sociedad civil, que impulsa la integración
y la solidaridad a partir de redes de control, donde los grupos civiles
apoyan a la policía local, detalló.
Por su parte, Andrés Emiliano Hirsch
Soler, miembro del capítulo México de la Asociación
Students for Sensible Drug Policy, y de ReverdeSer Colectivo,
destacó la necesidad de integrar en la colectividad la voz
de los jóvenes, que constituyen un grupo heterogéneo
y vulnerable, pues son ellos quienes más se suman a las filas
del crimen organizado.
Organizaciones criminales
“El narcotráfico no es un sinónimo
de crimen organizado”, fue la frase de apertura en la mesa Las
organizaciones criminales vinculadas al tráfico de drogas ilícitas
en México
, de Facundo Rosas Rosas, subsecretario de Prevención
y Participación Ciudadana de la Secretaría de Seguridad
Pública.
“La detención de los líderes
de los cárteles ha provocado fragmentación en los mismos.
La violencia se ha desplazado en sentido norte-sur, en dirección
contraria al de las drogas”, apuntó, y fijó en
siete, la cifra de las principales organizaciones delictivas.
En tanto, María Olga Noriega Sáenz,
investigadora del Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE),
basó su intervención en tres enfoques. El primero, en
que el combate al narcotráfico demanda imperativamente una
cooperación internacional; el segundo, el requerimiento de
un acuerdo anticorrupción de todos los partidos políticos
y, finalmente, el reconocimiento en que dicha actividad tiene otros
22 delitos conexos, como la trata de personas y el abuso a menores.
Para Martín Gabriel Barrón,
académico del INACIPE, las organizaciones han aprovechado el
vacío histórico que ha existido en materia de prevención
social para asentarse entre la población más vulnerable.
“Hoy en día existen nuevas rutas terrestres y hay que
poner mayor atención en la colusión de los gobiernos
estatales”, enfatizó.
Mónica del Carmen Serrano Carreto,
del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México,
destacó que no puede eludirse que las actividades relacionadas
son proclives a la corrupción y a la violencia. “Sólo
el ocho por ciento de la población mundial se ubica en América
Latina, pero esta región concentra una tasa de 28 por ciento
de homicidios en el planeta”, expresó.

Octavio Rodríguez Ferreira, coordinador
del Proyecto Justicia en México, del Instituto Transfronterizo
de la Universidad de San Diego, presentó un mapa distributivo
de la violencia originada por las organizaciones, donde destacó
que la zona de conflicto se está desplazando hacia el centro
de la República. “Desde el 2010, es paradigmático
el alto nivel de violencia en Nuevo León, Jalisco y Veracruz”,
concluyó.

Foto: http://bit.ly/JJwHHP

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