«La Lengua de Ernesto» toca el Antiguo Colegio de San Idelfonso

Por Huemanzin Rodríguez

DISTRITO FEDERAL, México (N22).- 

En el Museo del Antiguo Colegio de San Ildefonso ha sido inaugurada la muestra “La lengua de Ernesto
1987-2011”, primera selección retrospectiva del artista brasileño Ernesto Neto
(Río de Janeiro, 1964).

La exposición fue organizada
originalmente por el Museo de Arte contemporáneo de Monterrey (MACO) pero en
San Ildefonso, tanto el artista y el curador Adriano Pedroso desarrollaron un guión específico. Ernesto Neto dirigió personalmente el montaje museográfico. Son más de 100 obras entre
esculturas, instalaciones, dibujos y fotografías.
La lengua es una cosa muy
sensual, y muy importante en la vida de todos, vivimos de hablar. Pero es esta
relación corporal de la lengua con la cuestión intelectual del lenguaje, por
esta dualidad es porque la llamamos “La lengua de Ernesto”.
Propone una relación
empírica entre el espectador y el arte. La escultura como cuerpo, la
membrana como piel. Por eso las licras en “Nave Deusa” (1998).
 Las esculturas tienen
diferentes tipos de rellenos, pueden ser pértigas de plomo, bolas pequeñas de
unicel (polipropileno), semillas diversas, además de contener especias como
clavo, azafrán, orégano y esencia de lavanda. Obras entre la escultura y
la instalación, con figuras orgánicas.
Cuando Ernesto Neto visitó
México por primera ocasión en 1997, visitó el Museo Nacional de Antropología, y
al ver la escultura Mesoamericana, especialmente la Coatlicue, dice haber
llorado porque cambió su visión de la escultura. Le parece que aquí hay una
creación donde aún se le permite al material, la piedra, mantener su forma
natural, y que eso es resultado del entorno, por ello conceptos como cuerpo y
naturaleza dan sentido a la vida, donde ocurre la escultura.

La gente puede interactuar
con “Humanoides” (2001), piezas que puede vestirse como prótesis.
A propósito de esta exposición Ernesto Neto, platicó con N22 en San Idelfonso.
¿Por qué la lengua de
Ernesto?
Esa fue una
sugerencia de Adriano Pedroso (el curador), porque la idea de la lengua es la
idea del lenguaje, del pensamiento de la historia, y la lengua física, que es
una entidad especial, que entiende el sabor, sabe hablar, lame, toca, hay una
sensualidad y malicia, es la que habla. 

La lengua es una cosa muy sensual, y muy importante en la vida de todos,
vivimos de hablar. Pero es esta relación corporal de la lengua con la cuestión
intelectual del lenguaje, por esta dualidad es porque la llamamos “La lengua de
Ernesto».
Sus
esculturas son lúdicas. Se pueden tocar y algunas tienen clavo y azafrán.
 Estoy muy
interesado en un momento precongnitivo, cuando somos chicos y tocamos y
probamos todo, estamos conociendo nuestro propio cuerpo, la verdad es que la
relación con nuestro propio cuerpo es una relación eterna, a veces nos quedamos
que al crecer como adultos ya no habrá ninguna novedad, pero el cuerpo empieza
a doler, algunas cosas como los ojos tienen vista cansada, así que
acostumbrarse al cuerpo es constante.
Yo pienso que este momento
de niño que tenemos dentro de la gente, es muy importante para la vida.
 La vida es muy difícil, la vida que llevamos, tenemos que procurar la plata,
procurar el amor, la familia, los amigos, siempre hay que estar cuidando las
cosas, recibiendo tanta información de cómo debemos ser o qué debemos hacer,
entonces busco que, con mi trabajo, las personas se vacíen, porque cuando
estamos llenos de cosas no conseguimos percibir nada originalmente. Entonces es
este riesgo, este encantamiento que quiero producir para que las personas perciban
también ciertas situaciones de vida, del momento, de estar vivo ahora …que muchas veces no notamos
porque estamos preocupados, ansiosos, porque queremos zapatos nuevos, queremos
viajar no sé a dónde, porque la novia no quiere hablar contigo, o porque el
jefe en la oficina está muy bravo, hay muchas variables en la vida, por eso yo
quiero producir la posibilidad de un respiro y esparcimiento.
¿Cambia
una escultura cuando puede ser tocarla y olfateada?
En el caos de tocar, yo
pienso que originalmente las esculturas siempre se han hecho para tocar, a
diferencia del pintor, que salvo en casos excepcionales usa las manos, pinta
con herramientas como el pincel. El escultor claro que usa herramientas pero
hay un momento en el que se tiene que pasar la mano para aprender la
superficie.
Tiene
una obra titulada «La nave de Dios», donde la gente puede entrar a la escultura.
 La idea que yo quería era una especie de galería para mis trabajos, para las
gotas, ovaloides, las tiras, pero que también fuera parte del cuerpo. Entonces
quería también que fuera como si estuviéramos entrando a nuestro propio cuerpo,
obviamente no es una representación, pero sí una idea, un concepto de cuerpo, y
de estar dentro de un cuerpo orgánico.
Este es el origen, claro que
tiene una cuestión sobre el útero, esta cuestión femenina de donde todos
venimos, aunque seamos de probeta hasta ahora necesitamos todos de un útero,
venimos de un sitio donde estuvimos abrazados de un cuerpo, por eso la relación
con el cuerpo es muy importante para mí.
¿Por
eso para ti una línea abierta es un paisaje, y una línea cerrada es un cuerpo?
La línea cuando está abierta es un paisaje, el horizonte; la línea cuando está
cerrada y ves el cuerpo. Aquí por ejemplo (señala la Nave de Dios que pende desde
el techo), tenemos dos líneas, la línea
de arriba y la de abajo. Hay una lateral. Pero la verdad hay es que hay dos
sobre otro, y una línea que corta ambos. Cuando tengo trabajo donde sólo hay un
plano con gotas cayendo, la sensación es de naturaleza, cuando vemos gotas que
caen y están cerrados los planos por una línea, tengo la sensación de cuerpo.
Pero lo que más me interesa es la continuidad del cuerpo con el paisaje, cómo podemos continuarlo en
el mundo. Es decir, que el mundo no nos parezca tan antagónico.
Tus
esculturas tienen tensión.
La tensión es parte de la
vida, no hay vida sin tensión. La paz es inalcanzable, es utópico y aburrido.
La vida es parte de la tensión, porque nunca nada es perfecto, odio la palabra
“perfecto”, como idea está muy bien pero no podremos lograrlo nunca, entonces
pienso que la tensión es un estado natural de las cosas. Sin ella no hay vida.
¿Qué
te rige, la idea del arte por el arte, el arte como concepto, o el arte como
representación de la belleza?
La idea de la vida. La vida
es lo principal. La belleza, el arte, todo lo demás es una consecuencia de la
vida, la misión de la vida es la propia vida. Y todo el arte que busco trabajar
es pensando en la vida. La belleza es opcional y mutable, depende, cada
sociedad tiene una idea y concepto diferente de belleza. Y también es
intangible, platónica. Me interesa la carne, la realidad, el entorno de la
vida, no pienso nada más que en la vida.
Y la vida es para ser vivida. No podemos vivir con miedo, la vida es para tener
riesgos, todo mi trabajo es para tener riesgos, de pronto todo se puede caer y
se destruye, así vivimos, en estado de equilibrio. 

No podemos querer que el
Estado nos proteja de todo, el riesgo es muy importante. Son los riesgos lo que
nos llevan a nuestro sitio, son los riesgos los que nos permiten la felicidad.
En
1997 viajas por primera vez a México, y al ver la escultura mesoamericana te
motiva una nueva visión, especialmente después de ver la Coatlicue.
No sólo la Coatlicue, que es la
más… abigarrada. Yo soy escultor, cuando vi esas esculturas lloré, la piedra
parecía más piedra de lo que es piedra. Es una visión de la escultura
antagónica a los griegos y egipcios, que son los clásicos. Eso me hizo pensar
muchas cosas, como, el lugar en donde esas esculturas fueron creadas, porque
creo que el entorno, y no es metafísica, determina la manera en que vivimos. En
occidente el hábitat debe ser de horizontes limpios, la idea griega de la forma
del mundo. ¿Qué es lo que me pasó aquí con las esculturas? Que había mucha
vida, árboles, flores, animales, gente, mucha gente. No está desolado, en ese
sentido me parece que es como Brasil. Estos días que he estado aquí en el
Museo, he vivido el centro, el zócalo, la gente, y pienso en lo mismo, es una
vida de exceso, como la Coatlicue. Muchas
cosas ocurren al mismo tiempo. Y en la idea de occidente las cosas ocurren en
su propio tiempo, el orden es organización, cualquier cambio lo hace
inconfortable. Se anhela la perfección. Esta cultura del exceso de vida es
común entre México y Brasil, y probablemente con otros lugares de América
latina, África. Es interesante cuánto la naturaleza de nuestro hábitat, nos
influye, aunque cada vez esté más lejos incluso en México y Brasil, la relación
que los mayas tuvieron con la naturaleza no tiene nada que ver con la que
podríamos tener hoy.
En México el arte es
resultado de la relación con el hábitat y el arte que trajeron los españoles
durante la colonia. De esta mezcla siempre se piensa que la cultura que viene
de occidente es la superior, yo propongo que ya es tiempo para repensar a esta
cultura “menor” y mirarla seriamente de frente. Porque la cultura occidental,
por más constancia que ha entregado en su nivel social, los valores son siempre
la plata, la estabilidad, me parece que no nos ha llevado en la mejor
dirección. ¿Para qué trabajar tanto? Pierdes la vida buscando la plata para
comprar un yate, comprarte cosas que te hace “feliz”. Juntar dinero, dinero
para después vivir no tiene sentido. La vida está aquí, ahora. Esa
competitividad, que te exige estar en la punta, a la cabeza, si no lo logras eres
un fracasado ¿Por qué? Prefiero la vida ahora. El futuro es ahora, sobre todo
cuando saboreas, donde bailas, donde contemplas.
Mientras
que en México se vivió el movimiento del Muralismo, en Brasil ocurrieron el
Concretismo y  Constructivismo ¿Te sientes
heredero de esta tradición?
Fue un movimiento muy
importante, cuando yo empecé quería hacer esculturas constructivistas
geométricas. El contretismo y neocontretismo también han sido muy importantes
para mí, pero eso ya ha pasado, prefiero una geometría orgánica, eso es lo que
me interesa más,
¿Cómo podemos lograr hacer una escultura? Que la gente comprenda dentro de ella
que es un cuerpo encontrando a otro cuerpo, no que el cuerpo sea una cosa
intelectual, por el contrario. Hacerlo es un proceso intelectual, todo proceso
de trabajo es intelectual, pero hay una desvalorización platónica del cuerpo
que ha dominado a la sociedad occidental, que los hace máquinas, que ha
interpretado al cuerpo humano como una máquina, eso es un equívoco, la máquina
es fruto del cuerpo humano.
Para mí esta cámara y
micrófono con el que haces la entrevista es naturaleza, es una operación
natural, los materiales son resultado de procesos, pero vienen de la
naturaleza. Y cualquier descubrimiento científico, matemático o físico viene de
observar a la naturaleza, de interpretándola, comprendiéndola. No entiendo esa
insistencia de separar a la máquina, no por el contrario, hay que humanizar a
la máquina, humanizar los sistemas de trabajo, humanizar a la sociedad,
naturalizarnos.
La obra de Ernesto Neto se
ha presentado en la Tate
Modern Gallery, el Centro Georges Pompidou, la 49º Biennale
di Venecia y el Museo d’Arte Contemporanea di Roma. Está en colecciones del
Museo Nacional Centro Reina Sofía, el Salomón R. Guggenheim Museum y el Museum
of Modern Arte (MoMA), entre otros.

Hasta el 9 de
septiembre se exhibirán las piezas en el Antiguo Colegio de San Idelfonso.

Fotogalería en Google+: http://bit.ly/IAHdnf

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