DISTRITO FEDERAL, México, (N22/Conaculta).-
El teatro y la literatura fueron dos de las disciplinas que marcaron la trayectoria del investigador, catedrático, escritor y dramaturgo Julio Jiménez Rueda, nacido el 10 de abril de 1896.
Si bien se conocía poco sobre su vida, fue gracias a sus memorias, editadas por Guillermo Sheridan bajo el título El México que yo sentí (1896-1960). Testimonios de un espectador de buena fe, que se aprecia de manera cronológica y ordenada los hechos y situaciones relacionados con el México cultural post revolucionario donde su labor como director de la Facultad de Filosofía y Letras de 1942 a 1944 y del Centro de Estudios Literarios de 1956 a 1960 están presentes.
Aún estudiante de la escuela de Jurisprudencia y a la edad de 22 años, Jiménez Rueda se convirtió en el director más joven de todos los institutos universitarios al estar al frente de la recién creada Escuela de Arte Teatral.
En sus memorias, el escritor recuerda que en las pruebas para ingresar a dicha institución educativa estuvieron presentes actrices como Virginia Fábregas y Etelvina Rodríguez, directores de la talla de Joaquín Coss, Antonio Galé y Ricardo Mutio y se impartían clases de Historia del Arte a cargo del arquitecto Carlos Lazo.
“Convertimos la Escuela de Arte Teatral en un verdadero taller… los actores tenían la misma edad que el director, los profesores les llevaban unos cuantos años. La camaradería era general”.
Y es que el interés por las artes escénicas le surgió desde pequeño, pues su mayor entretenimiento como estudiante de primaria era un foro de juguete con palcos y una colección de títeres y muñecos con los que inventaba las comedias que veía anunciadas en la cartelera teatral.
“México era entonces una reproducción de un París reducido a su mínima expresión. Alberto y Alejandro Michel y Castellanos Haff traducían todas las obras que publicaba La Petite Illustration. Los escenógrafos reproducían de la mejor manera posible las decoraciones que aparecían en la revista y así veíamos semana a semana, en español, pero con atuendo casi idéntico que en París, las obras de Lavedan, Flers y Caillavet, Bataille y Hervienne”.
Más tarde, en 1918, debutaría como dramaturgo con la pieza Balada de Navidad y ese mismo año obtuvo un reconocimiento en un concurso organizado por el Departamento Universitario de las Bellas Artes con motivo de las fiestas patrias.
Su texto premiado, La obra como en la vida, fue representado en el Teatro Colón. Sobre este Antonio Caso llegó a declarar: “El diálogo es fluido y gallardo; propio con el realismo idealista (si así se puede decir) del verdadero teatro humano, que nos hace presentir altos y nobles valores morales”.
En cuanto a su labor literaria, como un homenaje a los profesores que influyeron en su ejercicio literario, en 1918 publicó el libro Cuentos y diálogos con textos dedicados a Erasmo Castellanos Quinto, Luis González Obregón, René Capistrán Garza, entre otros.
Además de escribir piezas teatrales variadas y numerosas entre las que destacan Cándido Cordero, empleado público (1925) y La silueta del humo (1927), Jiménez Rueda mostró interés por la investigación histórica como lo revela el libro La historia de la cultura en México. El Virreinato.
“La historia la hemos concebido en nuestro país como narración de hechos guerreros realizados por los gobernantes, seguidos por un pueblo que les ha servido como comparsa. En el Virreinato solamente aparecen como dignos de mención los sujetos que han tenido una vida brillante, emotiva, que han realizado hechos que influyen en los demás para bien o para mal”.
También sobresale la publicación de Moisen en 1924, novela que, de acuerdo con Jiménez Rueda, fue “concebida en una serie de cuadros breves que presentan diversos aspectos de la vida colonial y las relaciones del cristianismo con el judaísmo”.
En 1935 ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua y para 1937 publicó el primer volumen de la Historia de la cultura en México, dedicado al estudio de las formas de expresión, pensamiento y organización de los pueblos prehispánicos.
Jiménez Rueda falleció el 25 de junio de 1960. Para conocer más sobre el escritor, de quien se celebra el aniversario 116 de su natalicio este 10 de abril, se puede consultar El México que yo sentí (1896-1960). Testimonios de un espectador de buena fe, edición de Guillermo Sheridan, Dirección General de Publicaciones del Conaculta, 2001.
Foto: http://bit.ly/IaOHdV
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