Redacción/CDMX
El primer árbol de Navidad llegó a Inglaterra a través de Alberto I, consorte de la Reina Victoria, que lo importó de su natal Baviera. La pareja que se casó en 1840.
Posteriormente pasó a Estados Unidos y de ahí al mundo entero.
En ese tiempo, la gente adornaba sus árboles navideños con velas encendidas, pero constituía un riesgo constante de incendios.
En 1871, Edward Hibberd Johnson, un joven ingeniero de Filadelfia, dirigía la Automatic Telegraph Company, y contrató a un inventor que haría historia: Thomas Alva Edison.
Edison patentó la bombilla en 1880, y dos años después, en la época navideña, Johnson tuvo la idea de conectar 80 bombillas de color azul, rojo y blanco, las montó en su árbol de navidad y las conectó a un generador. Quedó sorprendido por lo que estaba viendo que decidió llamarle a un reportero para describir la escena.
14 años después, el presidente Grover Cleveland fue el primero en montar un árbol navideño con luces eléctricas. Para los años 30, el invento de Johnson ya se encontraba en todo el mundo iluminando millones de casas.
Las luces de hoy en día son de al menos dos tipos: las clásicas, conformadas por bombillas incandescentes compuestas de filamentos de tungsteno conectados a un circuito eléctrico. Al paso de la corriente, los filamentos se calientan y se produce la luz.
Y las más modernas de LED, que utilizan unos componentes optoelectrónicos desarrollados en el laboratorio a partir de materiales semiconductores, como el fósforo.
Uno de los principales puntos a favor de las series de luces modernas es que no generan calor, por lo que el riesgo de incendio es menor. Además, generan menos consumo de luz y tienen un tiempo de vida más extenso.
En conclusión, las series LED son ideales para adornar tu casa.
(Con información de Milenio)