Psicología de la queja: el lamento crónico impacta en la salud emocional

Lamentarse por todo en todas partes genera un fuerte desgaste emocional

Redacción/CDMX

Actitudes regulares como alguien que te da los buenos días, y te pregunta ¿cómo va todo? y tú respondas: “pues más o menos”, “se hace lo que se puede”, “ahí dos tres”, “regular”, “me defiendo”, “de la patada”, “estoy, que ya es ganancia”.

O por lo contrario recibir esas respuestas, son los primeros encuentros en el día que activan el sistema de la queja.

Estas formas rutinarias de interacción social del siglo XXI, en las que también se incluye temas como el tráfico, el clima, los problemas económicos, entre otros.

Se utilizan como un aparente desahogo emocional, una función adaptativa del ser humano, pero terminan cargando el sistema límbico tanto de quien se expresa, como de quien escucha la queja.

Expertos consideran que la queja crónica está asociada a los síntomas de personas ansiosas-depresivas, porque es el nicho de los pensamientos intrusivos, rumiaciones, baja autoestima, cansancio y fatiga mental.

Y tal impacto genera el pesimismo y personas menos resilientes ante la vida.

Las estrategias recomendadas para generar un cambio son: practicar la gratitud, buscar soluciones, ser más atentos con lo que decimos y establecer límites frente a las quejas de los demás.

María J. García-Rubio, profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia, asegura que ser consciente de un mal hábito es esencial para mejorar la calidad de vida y también recomienda apoyarse con terapias psicológicas.

Por aquello de que “todo en exceso es malo”, la queja es negativa cuando se vuelve cotidiana. Lo importante es tener en cuenta los efectos cerebrales, emocionales y sociales que produce la queja cuando se está a punto de practicarla.

(Con información de The Conversation)

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