Redacción/CDMX
Las cabezas de la mayoría de los animales son fácilmente identificables, pero hasta ahora los científicos no podían decir lo mismo de las estrellas de mar.
Una estrella de mar tiene cinco brazos idénticos con una capa de «pies tubulares» debajo que le ayudan a desplazarse por el fondo del mar.
Una nueva investigación genética publicada en la revista Nature, sugiere que las estrellas de mar son en gran medida cabezas que carecen de torsos o colas y que probablemente perdieron esas características evolutivamente con el tiempo.
Los investigadores afirman que los fósiles de los antepasados de las estrellas de mar, parecían contar con una especie de torso; al igual que otros equinodermos probablemente evolucionaron sus estructuras corporales únicas una vez que sus antepasados perdieron la región del tronco, lo que les permitió moverse y alimentarse de forma diferente a otros animales.
«Es como si a la estrella de mar le faltara por completo el tronco y se describiera mejor como una simple cabeza que se arrastra por el fondo marino», afirmó Laurent Formery, autor principal del estudio.
Las estrellas de mar pertenecen al grupo de los equinodermos, que incluye a los erizos de mar, las galletas de mar o dólares de arena y los pepinos de mar.
Estos inusuales animales tienen un cuerpo único, en cinco secciones iguales, totalmente diferentes a los cuerpos simétricos de los animales bilaterales, que tienen reflejados los lados izquierdo y derecho.
Las estrellas de mar comienzan como huevos fecundados que eclosionan y se convierten en larvas que flotan en el océano, durante semanas antes de asentarse en el fondo marino y pasar por un proceso que transforma su cuerpo de bilateral en forma de estrella.
Entender cómo se han desarrollado animales como las estrellas de mar también podría permitir comprender las diversas formas en que las distintas especies se mantienen sanas.
“Cuando comparamos la expresión de los genes de la estrella de mar con los otros grupos de animale, como los vertebrados, pareciera que faltaba una parte crucial de la estructura corporal”, explica Jeff Thompson, profesor de la Universidad de Southampton, coautor del estudio.
Por su parte, Daniel Rokhsar, prfesor de genética genómica, evolución y desarrollo de la Universidad de California de Berkeley, asegura que “sin duda es más difícil trabajar en organismos que se estudian con menos frecuencia .
(Con información de CNN)