Considera que encabeza «la revolución más significativa en la historia del Homo sapiens»
Redacción/CDMX.
Bryan Johnson es un empresario de 46 años que ha pasado la mayor parte del tiempo persiguiendo un objetivo singular: no morir.
En tres años ha gastado ha gastado más de 4 millones de dólares en el desarrollo de un sistema de extensión de vida llamado Blueprint, junto con un equipo de médicos que desarrollan un estricto régimen de salud que reduce “la edad biológica”, así lo menciona Johnson.
El sistema consiste en tomar 111 pastillas diarias, usar una gorra de béisbol que dispara luz infrarroja al cuero cabelludo, recolecta sus propias heces y cuando duerme usa un aparato que monitorea sus erecciones.
El objetivo es lograr que sus órganos de 46 años actúen como órganos de 18, su piel es pálida, lo cual se debe a los múltiples tratamientos con láser que se ha realizado.
Cada día, se pesa en una báscula que utiliza “impedancia eléctrica” para medir su peso, índice de masa corporal, nivel de hidratación y la grasa corporal.
Se toma la temperatura, se lava la cara, se pone crema y se pone un láser para prevenir las arrugas.
Pero eso no es todo, también se pone gotas para los ojos para sus precataratas. Después de su entrenamiento, consume un licuado de 3 tipos de nueces, leche y un poco de jugo de granada.
“La mayoría de la gente asume que la muerte es inevitable. Básicamente estamos tratando de prolongar el tiempo que tenemos antes de morir”, afirma Johnson.
Ante esto, algunos expertos han expresado que no están de acuerdo. El doctor Pinchas Cohen de la Escuela de Gerontología de California dice que “la muerte no es opcional, está escrito en nuestros genes”.
Eric Verdin, doctor del Instituto Buck para la Investigación del envejecimiento, agrega que “Johnson profesa hacer que todo sea transparente, pero como científico es imposible entender las herramientas que utiliza para evaluar su edad”.
Investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard han afirmado que han rejuvenecido ratones más viejos, pero aún están probando si el reloj del envejecimiento en humanos puede retroceder en las células de la piel y los ojos.
(Con información de Time)