Redacción/CDMX
Según una estimación de la Federación Internacional de la industria Fonográfica, las personas dedican un promedio de 20.1 horas a la semana a escuchar música.
Aunque la novedad es que… cada vez hay menos novedades.
Ya que nuestra voluntad de explorar música nueva o desconocida disminuye con la edad.
Los académicos usan el termino “apertura auditiva” para describir nuestra voluntad de explorar música nueva.
Hasta alrededor de los 11 años, los niños generalmente están contentos de interactuar con música desconocida.
La adolescencia temprana ve una reducción en la apertura auditiva, pero se acompaña de un gran aumento en el interés por la música general.
La apertura auditiva aumenta ligeramente durante la edad adulta joven y luego disminuye a medida que envejecemos.
Algunos investigadores interpretan la disminución observada en el compromiso musical en término de maduración psicosocial.
Pues los adolescentes usan la música como marcador de identidad, mientras que los adultos han desarrollado personalidades y grupos sociales.
Asimismo, se reduce los impulsores para interactuar con la música nueva. También se señala que hay cambios en la agudeza auditiva relacionada con la edad.
Específicamente, una menor tolerancia a los sonidos fuertes y de alta frecuencia, como una de las causas de la reducción de interés por la música nueva.
Pero, no es la única razón, también del uso de la edad cronológica como las formas en que procesamos y usamos la música.
Normalmente, los adolescente tienden a ser muy conscientes de lo que están escuchando, en tanto los adultos la música la utilizan para actividades como acompañamiento.
La adolescencia da forma al gusto musical, porque las emociones intensas de la pubertad crean lazos de memoria fuertes y duraderos.
Lo que consideramos nuestro “gusto” es una reacción de dopamina que surge de patrones que nuestro cerebro reconoce y que crean la expectativa de placer.
Entonces si dejamos de escuchar activamente música nueva o desconocida, se corta el vínculo entre el patrón musical y el placer.
Así que se sugiere que el gusto musical no necesita calcificarse, sino que puede continuar desarrollándose a lo largo de nuestras vidas.
Para ello se pueden hacer algunos ejecicios: cultivar distintos modos de escuchar música; hacerlo habitual; no toda grabación gustará de inmediato, pues cuanto más se escuche, mejor será para el cerebro desencadenar una respuesta de placer.
También, encontrar un amigo para darle recomendaciones.
(Con información de Iflscience)