Redacción/CDMX
El 11 de marzo de 2011 un terremoto de magnitud 9 sacudió Japón, provocando un tsunami que inundó los reactores de la central nuclear de Fukushima Daiichi.
Este fue el accidente nuclear más grave desde Chernóbil.
A pesar de estar en el llamado Anillo de Fuego, la línea de volcanes activos y con frecuentes terremotos, el gobierno de Japón anuncio el jueves pasado que volvería a incrementar su producción de energía nuclear.
Esta decisión fue tomada para garantizar el suministro estable de electricidad en medio de un desabastecimiento global de combustible, así como para reducir sus emisiones de dióxido de carbono.
Lo que planean es maximizar el empleo de sus reactores nucleares actuales al poner en marcha todos los reactores que sean posibles, ampliar la vida operativa de los más antiguos y construir plantas de nueva generación.
Y es que las compañías eléctricas han pedido reactivar 27 reactores en la última década.
De ellos, 17 han pasado los controles de seguridad y apenas 10 han vuelvo a ponerse en marcha.
El gobierno planea invertir más de 150 millones de yenes, que son equivalentes a 1.1 millones de dólares, junto con el sector privado en la próxima década para alcanzar su objetivo.
20 millones de yenes los obtendría emitiendo un nuevo tipo de bono para atraer la inversión privada.
Pero los expertos dicen que existen una serie de obstáculos como el que las compañías de servicios públicos tienen pocos incentivos para construir reactores nucleares de siguiente generación, que costarán alrededor de un billón de yenes cada uno.
Esta medida responde también a un contexto mundial. La falta de combustible ocasionado por la pandemia de covid-19 y el rechazo al gas ruso generado por la invasión a Ucrania, han colocado a Japón en una crisis.
Además, al no contar con grandes cantidades de carbón, petróleo y el gas, el país asiático ha importado un porcentaje muy elevado de su demanda energética.
Los límites de las energías renovables y la falta de terreno disponible para ampliar masivamente la energía hidroeléctrica, solar y eólica también favorecieron esta decisión.
Esto podría volverse una tendencia mundial.
Polonia, la República Checa, Gran Bretaña, Suecia, Francia y Estados Unidos estudian la posibilidad de incrementar su producción nuclear para generar energía.
Mientras que Egipto, Uzbekistán y Filipinas están construyendo sus primeros reactores.
Por otro lado, Alemania ordeno la ampliación de la vida útil de tres centrales nucleares, descartó la energía atómica a largo plazo.
En esa misma posición están España, Suiza, Australia, Austria, Dinamarca, Irlanda, Italia, Malasia, Portugal y Serbia.
En su conjunto, la Unión Europea determinó que la energía nuclear podría ser considerada como energía verde.
Para la organización Acción Verde Japón, las naciones deben plantearse un cambio de paradigma y volverse más eficientes, conservar más energía para que no se desperdicie la que se produce, por ejemplo, aislando mejor los edificios y reusando el calor de los procesos industriales.
(Con información de Milenio, Deutsche Welle y nippon.com)