El artista estadounidense que basó su obra en la incertidumbre y la paradoja murió ayer miércoles a los 81 años en Berlín
Redacción/Ciudad de México
En la página de la galería Kurimanzutto se lee: «Durham reflexiona de manera constante sobre las fuerzas culturales y políticas que construyen el discurso contemporáneo, la historia de la opresión, la futilidad de la violencia y la impotencia de las minorías en el mundo». Desde la galería que lo representó en nuestro país, así se describe el trabajo del artista estadounidense que murió ayer miércoles a los 81 años de edad, en Berlín.
Quien fuera nativo americano de la tribu cherokee nació en Houston, Texas, el 10 de julio de 1940. En 1969 cambió su residencia a Génova para estudiar en la École des Beaux-Arts, escultura y performance. Cuatro años después regresó a Estados Unidos para involucrarse en el American Indian Movement (Movimiento Indígena Estadounidense), como director del International Indian Treaty Council (Consejo Internacional del Pacto Indio), del cual fue representante ante las Naciones Unidas, convirtiéndose en el primer comisionado oficial de una minoría dentro de la organización. El inicio de los años ochenta su mirada se centra de nuevo en el arte, pero sin dejar de estar interesado en la representación de los nativos americanos —un tema que retoma en muchos de sus ensayos.
Aunque ganó notoriedad dentro de la escena artística de Nueva York, notó que su trabajo era visto como “arte indígena”. En una semblanza publicada por el Museo Amparo, se señala que «desencantado por el malentendido y las decepcionantes políticas del gobierno estadounidense respecto al movimiento indígena, dejó Estados Unidos en 1987 para mudarse a Cuernavaca, México, en donde vivió hasta regresar a Europa, en 1994.
En su obra, Durham trabajó con materiales naturales y artificiales, pero lo atrajo especialmente las cualidades intrínsecas de aquéllos que históricamente han sido utilizados como herramientas: piedra, madera, hueso, acero y vidrio, esto de acuerdo a lo que detalla en su página la galería Kurimanzutto, donde se señala también que «la piedra es un material básico para Durham por su rol definitorio en las dinámicas de poder socioculturales de la arquitectura y las ideas de monumentalidad; y la utiliza para enfatizar las polémicas entre naturaleza y cultura, religión, arquitectura y una concepción eurocéntrica de la historia».
Jimmie Durham recibió el León de Oro por su carrera artística durante la 58a Bienal de Venecia en 2019.
Vivía y trabajaba entre Berlín y Nápoles. También fue poeta.
Imagen de portada tomada de Artspace / Jimmie Durham, Self-Po Pretending to Be a Stone Statue of Myself, 2006. Colección Karlsruhe. Cortesía de ZKM Center for Art and Media, Karlsruhe