«Un trato inmerecido y atroz contra un gran hombre de letras y poseedor de una enorme calidad humana»: Ricardo Villanueva, rector de la Universidad de Guadalajara
Ana León / Guadalajara
«Nuestro amigo Sergio Ramírez es víctima de una injusta persecusión política en su país, un trato inmerecido y atroz contra un gran hombre de letras y poseedor de una enorme calidad humana, cuya vida ha estado dedicado al pensamiento, el análisis y la creación literaria. Un atentado terrible contra la libertad y, por supuesto, contra la literatura», señaló Ricardo Villanueva, rector de la UdG, en el discurso inaugural de la IV Bienal de Novela Mario Vargas Llosa en el Conjunto Santander de Artes Escénicas. A este le precedieron las palabras del Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa quien resaltó el valor de la literatura para defender la libertad y para construir una mirada crítica.
«Es verdad que en los países verdaderamente libres, la literatura no parece tener una función política. Sin embargo, basta que en un país se recorten las libertades, que se reduzca ese margen para criticar a los gobiernos o criticar a distintas instituciones, para que la literatura se vaya cargando inmediatamente de una cierta vivacidad crítica.»
Seguido de estas palabras, se llevó a cabo la conversación entre los cinco finalistas de la Bienal: Rosa Montero (España), Carmen Boullosa (México), Alejandro Zambra (Chile), Juan Gabriel Vásquez (Colombia) y Selva Almada (Argentina) a distancia. Moderados por Patricia del Río, conversaron acerca de los temas que abordan en sus novelas: la maldad, la belleza, el dolor, la palabra, la voz de quien narra, la poesía, la novela en sí misma y la libertad que se conquista a través del lenguaje.
Carmen Boullosa, señaló «es equivocada la palabra, pero me gusta pensar que existe una etnología de la literatura, porque cada novela está absolutamente diferente en su contrucción, en su percepción de lo que es la novela misma. El abismo de lo que piensa Zambra que es una novela y lo que él hizo con sus personajes, con esos poemas y ripios, con esa visión de mundo y lo que hizo Juan Gabriel, hay un abismo. Y lo que hizo Rosa y lo que hizo evidente Selva… Cada una de las novelas muestra una maquinaria novelística totalmente distinta, pero prefiero pensar en una etnografía, porque cada uno de ellos también representa no solamente su propia manera de ver el mundo, sino uno percibe los mundos que los rodean.
»Cada novela para mí es un volver a rebelarme contra la lengua misma, tal vez como los poetas ridículos que cuenta Zambra, la rebelión contra una lógica de la lengua y encontrar la propia lengua de ese mundo que habitarán los personajes.»
Por su parte, Rosa Montero, habló del arte y de la búsqueda de la belleza como una manera de «poder defenderse de ese mal que destruye. De hecho, acá con el tiempo, he llegado a la conclusión de que yo escribo, justamente, para intentar darle al mal y al dolor, un sentido que en realidad yo sé que no tiene.»
A diferencia de la edición del 2019, cuando la Bienal recibió fuertes críticas por la disparidad de género entre sus invitados: trece hombres y sólo tres mujeres; y una sola mujer entre los cinco finalistas. Este año, el panorama luce un poco diferente: hay tres escritoras entre los cinco finalistas. Sin embargo, el gesto se repitió un día antes en el foro Los desafíos de la libertad de expresión, hoy —realizado en el paraninfo Enrique Díaz de León—, en el que periodistas de México y América Latina, académicos e intelectuales se dieron cita en este foro que se convierte —como señaló en su discurso el propio Vargas Llosa— en una «extensión» de la Bienal a partir de esta edición y en el que la de sus veinte invitados sólo tres fueron mujeres.
En su cuarta edición, la Bienal lleva como lema La literatura, último refugio de la libertad, tema que rondarán las ocho mesas a realizarse hasta el domingo 26 de septiembre que se dará a conocer a la autora o autor ganador de esta edición, que recibe también un estímulo económico de cien mil dólares.