Creación de saberes desde el arte, la interseccionalidad, la horizontalidad y un enfoque feminista
Ana León / Ciudad de México
Mónica Nepote, escritora y editora; Magali Lara, artista visual y gestora; y María Laura Rosa, historiadora del arte feminista, forman parte de MUTUA.
Se describe a MUTUA como una plataforma de experimentación artística y pedagogía, prácticas feministas y metodologías digitales, la pregunta es ¿desde qué idea de arte y desde que idea de feminismo parten?
—Lo principal aquí tiene que ver con que hay varias experiencias de todas nosotras como artistas, gestoras, historiadoras alrededor del feminismo, alrededor de, digamos, la problemática que implica cambiar no solamente la definición de lo que es arte, sino la manera en cómo está narrado y las prácticas también que están alrededor de esto —dice Magali—.
Magali Lara tiene una trayectoria de cuarenta años como artista visual y veinte como maestra. Y muchas exposiciones a lo largo de su carrera. En este nuevo proyecto del que forma parte, también la acompañan María Minera, crítica de arte y curadora independiente; Mónica Mayer, icono del arte feminista; Vivian Abenshushan, editora y escritora indisciplinada como ella se define; Lorena Wolffer, artista y activista cultural; la artivista Cerrucha, ellas dos junto a María Laura Rosa, coordinan el proyecto; y está también Mónica Nepote.
En palabras de María Laura, MUTUA es una plataforma pluralista. —Lo que sí tenemos muy presente es una transmisión de saberes empleando metodologías y pedagogías feministas. La más importante, digamos, uno de los ejes principales, es la horizontalidad, la reflexión conjunta, el trabajo de la palabra. Todo lo que tiene que ver con transmisión de saberes de manera horizontal y reflexiva.
Nos reunimos un viernes vía zoom cuando el proyecto ya se ha lanzado en redes y se encamina a realizar sus primeras actividades, esa transmisión de saberes desde la horizontalidad, como ya se ha mencionado. Para eso tienen las Laboratorias en las que no hay un esquema lineal que lleve del paso A al B. Cada una de las integrantes crea un esquema pedagógico que es capaz de mutar y ser cruzado por otras disciplinas.
—Algo sumamente importante, o para resaltar, es que las prácticas artísticas ya no son esas prácticas puras de un solo quehacer, están —en el mejor de los sentidos— contaminadas, contagiadas y eso es algo que también nos interesa mucho —explica Mónica—. Y ubicarnos y situarnos: quiénes somos las que enunciamos, cómo nos enunciamos y nos nombramos, cómo nos definimos desde nuestros territorios, nuestro quehacer y lo que importa, con quién nos importa pensar; también pensarnos con otras comunidades.
Desde la horizontalidad, MUTUA se mueve como un anfibio que da el justo peso al lenguaje, porque las palabras dotan de existencia o anulan. Así, anfibia, híbrida, cuerpa, Laboratoria, Archiva, colectiva, son palabras que van delineando un espacio que se habita.
—Las prácticas anfibias permiten concebir los géneros artísticos híbridos, contaminados, contagiados, y también contagiados por entusiasmo ¿por qué no? La importancia de usar un término como el acuerpamiento es vital, me parece, para cómo nos concebimos como feministas, porque la cultura patriarcal ubica y sitúa los cuerpos de determinada manera y con determinadas funciones. Al hablar de acuerpar, nosotras hablamos de acuerparnos colectivamente, hablamos de acuerparnos también en nuestras emociones. No estamos sacando las emociones ni nuestra propia vida de los espacios pedagógicos; no somos esas cabezas solamente pensantes que están atendidas por otras personas. Somos estos cuerpos que tenemos dolores, que tenemos preocupaciones y que se reflejan en nuestra vida y en nuestra práctica.
Mónica Nepote lleva muchos años surfeando en esa hibridez, en ese ser anfibio. En el Centro de Cultura Digital creó el proyecto del laboratorio E-Literatura que explora la literatura digital, pero con miras a reflexionar de manera amplia la forma en la que producimos cultura a partir de la tecnología. Investiga también sobre las personas no humanas. Y forma parte de los autores que reflexionan y ficcionan sobre el futuro en el libro Blinckwinkel (Goethe Institut, Centro de Futuros, Pitzilein Books, 2021).
—Y es también poner en el centro esos cuerpos y acuerpar las ideas, darles materialidad. Pensar que todos nuestros gestos y nuestros pensamientos tienen un espacio en la materialidad, en el cuerpo, en los afectos.
Para Magali el acuerpamiento es una decisión y una vocación. «Acuerpar lo tuyo y lo de otras.»
—Hablar de cuerpa es autorizar esta otra mirada, esta estrategia, apoderarse de ella y también agregar sentido, en el sentido de qué es una cuerpa que, como dijo Mónica, es tuya y es de las otras. Y eso hace un eco, un coro interesante.
María Laura Rosa, tucumana que viene del campo de la teoría, de la historia del arte, busca complicar a éstas, a la teoría y a la historia del arte. Tomar distancia. Por eso son importantes estas prácticas anfibias. Y sobre el lenguaje…
—El lenguaje invisibiliza, el lenguaje incluye. Acentuar un poco a medida que vas haciéndote consciente de las exclusiones, cómo lo podés ir nombrando, modificándolas y nombrando también porciones de espacios y de sentires que existen, pero que no tienen nombre. Yo creo que el vocabulario de MUTUA va a ir creciendo a lo largo de los años a medida que vaya creciendo el proyecto.
MUTUA no es sólo una plataforma de saberes que se transmiten desde la horizontalidad y la colectividad. Es también un proyecto que busca convertirse en una red. Busca establecer alianzas con personas, organizaciones, instituciones alrededor del mundo para poder sostenerse. También es una Colección, la plataforma tiene como uno de sus objetivos establecer y promover colecciones de arte feminista mexicano. Se ofertará obra periódicamente. Esta colección está dirigida a coleccionistas y museos de México y el extranjero.
—Lo que queremos y lo que estamos marcando es una disidencia, además de qué mecanismos a través del lenguaje, que es ese organismo vivo, colectivo del que todas y todos y todes participamos, nos puede dar un espacio para ser nombradas como nosotros decidimos nombrarnos. Con esos plurales que nosotras hemos escogido, con esos sustantivos que para nosotras son sustancia que nos representa —expresa Mónica—.
¿Por qué es importante que las prácticas artísticas sean cruzadas por una pedagogía feminista?
—Primero porque esta posibilidad de ver tu propia práctica desde un lugar fortalecido y acompañado, desde un lugar crítico, sin duda, pero que no excluye y no está siempre en esta eterna disculpa de tu propio género, eso es muy importante a todos los niveles —responde Magali—. Tener una capacidad de entender la historia desde otra manera y el lenguaje, como dijo Mónica, pero también tener colectividad con la que se puede hablar no en términos de bueno o malo, sino sobre el trabajo, profundamente.
En voz de Mónica, las pedagogías feministas permiten ver el mundo construido y creado desde una no jerarquía.
—En las pedagogías feministas tienen cabida todas las voces, las preocupaciones, los afectos, la construcción colectiva, pero también las personas. A veces también hemos caminado mucho para hacernos de nuestros propios saberes y a veces de una manera muy solitaria. Este es un espacio para compartir, un espacio para también entender que una no está nunca terminada de construir. Siempre está en continuos cambios, en continuo aprendizaje y que, además, si pensamos los espacios pedagógicos en esta horizontalidad, también los saberes son una construcción colectiva. Es la oportunidad de transmitir la importancia de pensar las pedagogías desde otro lugares.
Si deseas conocer más a fondo este proyecto, su oferta de arte feminista y sus Laboratorias, puedes acceder a mutua.red