La autora mexicana nacida en Nuevo León es reconocida con este premio convocado por la UAEMEX
Redacción / Ciudad de México
Autora de La Edad de los Salvajes (Editorial Montea, 2015), Jardín Botánico (Abismos Casa editorial, 2016), Nostalgia de la luz (UANL, 2016) y Objetos imaginarios (Pinos Alados, 2017); parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, árabe y portugués. Ella es Ingrid Bringas (Nuevo León, 1985) que ha sido reconocida con el Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen 2021.
En 2005 se crea este reconocimiento dedicado a poetas que dominen la lengua española, residentes en México o en el extranjero que presenten un poemario inédito y original de temática libre en formato vertical tamaño carta, extensión mínima de 60 cuartillas y máxima de 120. A quien resulte seleccionadx se le concede un estímulo económico de sesenta mil pesos, un diploma y la publicación de la obra ganadora.
Ayer, martes 15 de junio, vía telefónica, Ingrid Bringas fue notificada de que se le había concedido este reconocimiento. La misma autora lo comunicó a través de sus redes sociales.
Aquí un par de sus poemas…
La sonrisa de Emily Dickinson
Todas las mañanas a las siete y media
preparaba la mermelada sobre el mantelito blanco
el hambre, el corazón pide placer primero
– con la convicción de encontrar el amor
en una criatura olvidada.
El amor como único secreto
el amor como un lugar donde se bebe el rocío del otro
una cama, una mesa, un pan
potentes caballos negros
inmaculados lugares públicos donde la gente se ama
el ritual de la risa sobre la tarde del tedio
casi invisible
para un par de rostros grises y duplicados
besar pronto la luz de la sonrisa
que entra por la ventana y suaviza los bollos duros
qué solitarias se sienten las ciudades tan llenas de gente.
La sonrisa como carne fragmentada
en su dedo la sortija de ágata
la cicatriz blanca
¿me atreveré a comerme la mermelada?
A reír hasta ahogarnos.
El hogar está tan lejos del hogar
Salí temprano – a visitar a mi padre
sus ojos tenían el silencio – le dije
y la voz de sus ojos era más honda que todas las cosas
un pájaro se acercó a la ventana
miró con sus ojos raudos la cama que no era cama
el hogar que no era hogar
quise entonces posar mi mano en la rama de su cuerpo
yo balbuceaba en un silencio de luz
sobre un piso blanco
un aroma a lejía
un olor a muerte en todas partes y el sol quemaba
era verano, el hogar para morir está tan lejos de la muerte de mi padre.
Casa abandonada
Me creció adentro una planta
adentro me creció un nombre
la copa, la casa y la palma
adentro su mano echó el aliento
debajo de este pecho
un pájaro revolotea.