¿Qué implicaciones tienen en la sociedad estás «nuevas» palabras? Y, sobre todo ¿llegaron para quedarse? Aquí algunas respuestas
Ireli Vázquez / Luis de la Peña / Ciudad de México
A finales de 2020 se dio a conocer que Pandemia, había sido nombrada como la palabra del año tanto para Merriam-Webster como para Dictionary.com. Esto por las implicaciones y el uso que ésta tuvo dentro de nuestro vocabulario diario.
Si bien es sabido que debido a la emergencia sanitaria por la covid-19, que afectó a todo el mundo, la sociedad tuvo que adaptarse a nuevas formas de vivir, también el vocabulario se modificó y a éste llegaron nuevas palabras de uso frecuente.
Un claro ejemplo de esto sucedió en abril de 2020, donde el Diccionario de la Lengua Española (DLE), registró: pandemia, cuarentena, confinar, resiliencia, epidemia, virus, triaje y cuidar, como las palabras más buscadas entre los meses de marzo y abril. La búsqueda de significados dentro de su buscador se calculó en 84 millones de visitas, equivalente a 3 millones de búsquedas diarias.
El DLE indicó una tendencia informativa clara: la gente quería saber los significados que acompañan a esta “nueva normalidad”. Asimismo, dieron a conocer que también dentro de su buscador se registraron palabras de aliento o que ofrecen seguridad. «Es por ello que, junto a confinado o morgue, nos encontramos palabras como médico, inocuo, remitir, solidaridad, esperanza, altruismo o resistir. El confinamiento, su contingencia, el significado de Estado o las moratorias se mezclan en las búsquedas con términos médicos: asintomático, infectar, enfermedad, intubar, afectar o hipocondría, con palabras más específicas como mascarilla o pangolín».
Además, han sido varias las palabras no presentes en el diccionario relacionadas con la actualidad que se han buscado, especialmente: coronavirus, sanitizar, videollamada o cuarentenar.
Es por ello que nos acercamos a Luis de la Peña, lingüista y catedrático de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, para conocer más sobre este tema, las modificaciones en nuestro lenguaje, y las implicaciones del uso frecuente de estas “nuevas palabras” en nuestro lenguaje cotidiano.
Una reflexión sobre la covid desde el lenguaje
Por Luis de la Peña
Las lenguas en particular y el lenguaje en general, son un conjunto de formas, normas, comportamientos y recursos que los hablantes utilizan para la comunicación y la conversación (el “lenguajear”, le llamaría el biólogo chileno, recién fallecido, Humberto Maturana) que funcionan y se adaptan a las necesidades de vida y convivencia de estos hablantes y su entorno, como un modo de creación y recreación de ellos mismos y sus modos de existencia (“autopoiesis”, como lo denominaba el mismo Maturana).
A un año de haberse declarado la pandemia de covid-19 en nuestro país, es que podemos ver la forma como nuestro lenguaje adoptó una serie de neologismos, como el nombre de la pandemia, y otros usos lingüísticos que surgieron a partir de esta enfermedad. El nombre mismo es un acrónimo (palabra formada con las iniciales o siglas de otras palabras) proveniente del inglés mezclado con un latinismo: Co- (de “corona”) vi- (de “virus”) y d- (de la palabra “disease”: enfermedad), además del número 19, que refiere al año 2019 en que se descubrió este virus. Aunque el término técnico para el virus que causa esta enfermedad es SARS-CoV-2, que es el acrónimo en inglés para denominar lo que en español sería el “Síndrome Respiratorio Agudo Severo” por coronavirus tipo 2, la palabra “covid”, pese a ser un acrónimo del inglés, fue la palabra adoptada en español, lo cual habla de la globalización de la enfermedad y de la importancia del inglés como una “lengua franca” o universal. Y es de llamar la atención cómo estos términos tecnocientíficos especializados fueron aceptados en nuestro idioma y se han vuelto de uso común.
Incluso, se discutió en los medios informativos acerca del género de la palabra “covid”, para saber si se decía “el covid” o “la covid”, puesto que se refiere con ella a la enfermedad o pandemia.
Es interesante notar los nombres de otras pandemias que han existido anteriormente, como el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida o AIDS, en inglés) provocada por el VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana), o también el H1N1 o gripe porcina y la llamada gripe aviar (conocidas como influenza), y el ébola (por la región de África en que se presentó), que muestran distintos procesos de creación léxica, como el ya mencionado.
El término de “pandemia” (pan: todos y demos: pueblo o población) fue también aceptado para caracterizar a la enfermedad, aunque en los ámbitos académicos y profesionales también se habló de una “sindemia” (un conjunto de enfermedades o causas que originan éstas). Y en el terreno de las “teorías conspiratorias” se le ha llamado “plandemia” (una pandemia planeada), que ahora se asocia con las actitudes y propuestas de los nombrados como “antivacunas”.
Asimismo, el adjetivo “pandémico” tuvo un uso muy productivo, como es el caso del término “teatro pandémico”, que se utilizó en España para criticar los excesos en las medidas sanitarias y de prevención para evitar el contagio a la pandemia en aquel país.
Mientras que en el lenguaje popular y coloquial en nuestro país se le llamó también a la enfermedad como “peste”, “bicho”, o se usaron otras palabras como “covicho”, “cobijas”, y de las cuales derivaron términos como “covidiotas”, para referirse a quienes no guardan las medidas de higiene y seguridad para frenar la propagación del virus. Con esto se muestra, además del ingenio popular, el sentido del “humor negro” como una forma de neutralizar el dolor de la tragedia provocado por el alto índice de mortandad debido a la enfermedad.
Pero, quizá, lo que llama más la atención fue la creación de un léxico que yo llamaría “covidiano”, que normalizó algunas expresiones como “sana distancia”, “distancia social”, “grupos de riesgo” o “nueva normalidad”, que parece extraído de una novela de “ciencia ficción”, como la “neolengua” que George Orwell propuso en su novela 1984, y que dio un nuevo sentido a otras palabras usadas tradicionalmente como “confinamiento”, “encierro” o “cuarentena”. E incluso, la propaganda oficial invento un personaje animado conocido como Susana Distancia (un ingenioso calambur para nombrar a este personaje).
Y, de igual modo, surgieron nuevas denominaciones asociadas con las actividades laborales y educativas llevadas a cabo “a distancia”, a través de internet y otras redes sociales, como “home office” o “teletrabajo”, zoom, clasroom, webinar. O también, palabras con una derivación extraña como “semaforización” (derivada del semáforo epidemiológico que indica con cuatro colores la gravedad de la pandemia y las medidas públicas a tomar) y “sanitización” o el verbo “sanitizar” (de “sanear” o “higienizar” los espacios). Y lo mismo ocurrió con un término como “aplanamiento de la curva” en las gráficas de los datos estadísticos correspondientes a los casos de contagios y de muertes, que a diario se presentan en las sesiones informativas por parte del gobierno y las autoridades del sector salud.
El lenguaje no sólo “refleja”, sobre todo a nivel léxico, una realidad, sino que forma parte de ésta y es, más que un mero “medio” de comunicación, el ámbito en que nos desarrollamos como seres humanos (biológica y socialmente hablando). Además, los modos peculiares (“modismos”) que cada grupo tiene de expresarse hace que surjan procesos creativos dentro de cada lengua para referirse de manera específica a fenómenos como lo es, en este caso, una enfermedad.
Entrevista con Luis de la Peña
Por Ireli Vázquez
Desde su perspectiva como lingüista y haciendo referencia a su texto, ¿cuál es su opinión ante el uso de estas palabras y la adaptación de éstas en la sociedad?
Hablar de adaptación, me refiero sobre todo a como fueron usados. Por ejemplo, pensar que el termino covid, que tiene un origen en inglés y sin embargo es reconocido y es aceptado, nadie sustituye la “d” del termino en inglés, por una “e”. Es curioso que algunos de estos términos (mencionados en el texto anterior) provienen de un ámbito muy especializado y, sin embargo, han pasado a que la toda la sociedad pueda decirlos y expresarlos.
Pero evidentemente lo que interesa es cómo algunas terminologías como “sana distancia” o “grupos de riesgo”, se normalizan —normalizar como una norma—, pero también se vuelven algo común, entonces para este año es interesante el ejercicio. Ha pasado un año con estos temimos, y faltan muchos otros más, […] pero aquí lo interesante sería ver si esos términos van a permanecer o van a cambiar, pero eso es parte del propio lenguaje.
Algo curioso que sucedió dentro de este año, consecuencia de la enfermedad, son estos términos que también menciona dentro de su texto, que no existen propiamente pero el ingenio las hizo permanecer, y, sobre todo, que al menos en nuestro país se puedan entender, pero también viene la “repetición” de las palabras, que entre más las escuchamos más las empleamos.
Claro, a nivel popular llama la atención eso, cómo la población puede jugar con las palabras, crear y recrear, como “covicho”, que parece hasta un término chistoso, pero viene tanto de covid como de bicho, entonces uno se pregunta, cómo es que hay ese ingenio para que surjan, o como el “cobijas”. O en términos más comunes, por ejemplo, el “cubrebocas”, o el “gel antibacterial”, pues como ya lo usamos tan cotidianamente se han vuelto normal, pero hace un año ¿qué hubiéramos pensado sobre esos términos y el uso diario en nuestro vocabulario? Si bien ya los conocíamos y sabíamos de su existencia, la frecuencia con la que cotidianamente nos están hablando de usar el cubrebocas, la careta, y gel antibacterial, ya se nos volvió una costumbre en nuestro vocabulario.
¿Esto va hacia la persuasión? Me refiero a que todo el tiempo en medios de comunicación, las conferencias de prensa, en las calles, nos han estado metiendo cierta información al grado de “persuadirnos” y estar utilizándolas.
Las palabras surgen, se comunican, se comparten, pero también se imponen, entonces lo que quiero decir es que los medios de información, la manera en la que el propio gobierno manejó la crisis, los términos que de alguna manera se fueron suponiendo, yo creo que sí fueron impuestos de cierta forma.
Normalmente la adaptación de algún termino, ya sea por algún préstamo de otra lengua o la creación de un nuevo termino, en lo que aparecen o se dan una nueva serie de circunstancias, o que las palabras que usamos normalmente cambien de su matiz, pues son procesos que llevan su tiempo. No es de un día para otro. Pero quizá la circunstancia tan compleja que vivimos durante todo este último año nos obligó, por esta insistencia a decir y escuchar los términos hasta que cualquiera los usa como si estuvieran con nosotros desde siempre y con esos sentidos particulares.
Por eso hacia yo un juego de ser instrumento o medio de comunicación y ser algo que cotidianamente tú manejas como normal. Yo creo que aquí se vio bien ese doble juego. Por un lado, nos impusieron, nos persuadieron, que las cosas son así, y se les llama así.
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