Rosa Beltrán invita a recordar con ojos nostálgicos el México de la segunda mitad del siglo XX y a observar con detenimiento el actual en su más reciente novela
Karen Rivera / Ciudad de México
Rosa Beltrán invita a recordar con ojos nostálgicos el México de la segunda mitad del siglo XX y a observar con detenimiento el actual. En su novela más reciente Radicales libres se pregunta ¿cómo cambió la forma de relacionarnos?, ¿qué nos pasó? y ¿por qué permanecemos aquí? A través de la mirada de tres mujeres de generaciones diferentes hace un recorrido por los momentos más importantes que cambiaron al país desde 1968 a la fecha.
«La novela abre, en efecto, con un recuerdo del 68 contado a partir de los ojos de una niña que ve, por un lado, a los primos mayores que participan en las marchas, están en la UNAM. Y, por otro lado, las primas mujeres que ve esta niña que participan como edecanes en las Olimpiadas del 68 y desde ahí se abre el tono de la novela qué es la incisión de estos dos Méxicos, de estas dos maneras de vivirlo.
»Por otra parte, también la novela abarca momentos muy importantes en el mundo entero, pero que ya nos afectaban porque habíamos ingresado a eso que se llama la globalización. Desde la caída del Muro de Berlín y la muerte de las utopías, una muerte paulatina, por cierto, hasta la época de Thatcher y [Ronald] Reagan. Y después la irrupción de los medios digitales, cómo la vida nos cambió con la aparición en los noventa de Internet y estas comunicaciones inmediatas a cualquier lugar del mundo. Que marcan cambios sustanciales en la forma en la que nos vemos y vemos a los otros y la novela termina con la pandemia, que quizá es el cambio a nivel mundial más dramático que hemos vivido quienes ahora estamos compartiendo este momento en la Tierra.»
Rosa Beltrán se inspiró en las moléculas que dan cuenta del paso del tiempo para seleccionar el título de su obra, Radicales libres, moléculas irrenunciables, inestables y rebeldes, como las mujeres que protagonizan esta historia. Escrito en primera persona, a manera de carta dirigida al lector, el libro se inserta en la tradición de novela de aprendizaje o crecimiento, inicia con los ojos de una preadolescente y termina con la mirada de una adulta, que muestra el lugar casi inhabitable en el que se ha convertido México.
«Porque el mundo era muy distinto en los años setenta y ochenta, porque la vida de barrio era estar en la calle todo el día y estas eran las infancias de la mayor parte de la clase media y convivir con el hijo de la miscelánea, y con la hija del dueño de la tintorería y con los del edificio de enfrente, y eso nos volvía una comunidad mucho más heterogénea.
»A partir del año 2000 es una vida que es casi imposible ya, sobre todo, la de ir libremente a cualquier lugar teniendo un cuerpo de mujer, está determinado el espacio por esto, pero los horarios en los que te mueves y los lugares adonde te mueves, incluso la idea de ir libremente por el país cambia brutalmente a partir del año 2000. Y el hecho de que la población civil esté ya inmersa, lo quiera o no, en las consecuencias de la guerra con el narco y contra el narco. Yo quería consignar esto y quería también preguntarme ¿por qué estamos aquí?
»Muchas de nosotras por el hecho de ser sobrevivientes hemos sido esas radicales. En algunos momentos esas radicales libres y en otros no tan libres, pero hemos tenido que buscar esas estrategias.»
Radicales libres será una publicación de editorial Alfaguara y la escritora compartió en primicia algunos fragmentos del libro, como parte del ciclo de lecturas de la Academia Mexicana de la Lengua.