Nuevas visiones del espacio público a través de las intervenciones en los muros, del glitter rosa, del color morado y, sobre todo, de las palabras
Karen Rivera / Ciudad de México
¿Cómo ocupar, apropiarse y resignificar los espacios marcados por la violencia? ¿Cómo construir y deconstruir sus paredes, calles, avenidas y recintos? Leer una ciudad es como adentrarse a un libro de historia, en ella habitan héroes que le dieron patria y monumentos e instituciones que los recuerdan, pero cada uno de los muros y tabiques que los delinean también se visten de la pintura indeleble del dolor, el olvido, el silencio y la desesperanza de mujeres que plasman en ellos un grito de auxilio. Los movimientos feministas construyen nuevas visiones del espacio público, a través de sus intervenciones, del glitter rosa, del color morado y, sobre todo, de las palabras.
«Primero decir que somos nuevas en el espacio público, que sabemos que tomar el espacio público es tomar la memoria, por eso también se interviene el Ángel de esa manera, no es el Ángel, es la Victoria Alada, y las mujeres están entre una rabia muy consciente y una gran frustración por el poco éxito, el poco acceso a la justicia que se ha tenido sobre todo en cosas tremendas como son los feminicidios», señala Marisa Belausteguigoitia, directora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM.
«Es parte de la resistencia, se resiste desde los espacios privados, desde nuestros hogares, desde nuestras escuelas, pero también se tiene que resistir desde el espacio público y también tenemos que hacer esos espacios públicos de nosotras y una manera de hacerlo es saliendo a las calles y tomando esos edificios, tomando esas calles como lienzo de todas nuestras consignas y de todas nuestras peticiones para que toda la sociedad vea que no estamos tranquilas. Que se siguen matando, que siguen violando a las mujeres, a las niñas, que se siguen desapareciendo nuestros cuerpos»: Astrid Navarro, integrante del Equipo de Vinculación y Extensión PUEDJS UNAM.
«Yo no le llamo violencia a convertir al Ángel en la Victoria Alada y a dejarle a la ciudadanía sus mensajitos, «a ver, ¿recibieron el memo? pues aquí se los vamos a poner en el Ángel. ¿No lo han recibido?, pues en el Hemiciclo a Juárez, ¡ah!, ¿que tampoco lo han recibido? Pues en avenida Reforma; y si tampoco lo han recibido…» y ahí vamos ocupando el espacio público y vamos resignificando las demandas de las mujeres sobre esos sobrios, impolutos monumentos, a una construcción de una nación democrática que ha dejado afuera diversos grupos», agrega Belausteguigoitia.
Una exigencia visual, una alteración al resguardo de la memoria, es como define Marisa Belausteguigoitia, las intervenciones de colectivas feministas en monumentos, recintos históricos y vayas metálicas como las colocadas frente al Palacio Nacional en el contexto de la marcha del Día Internacional de la Mujer. Con sus antimonumentas y manifestaciones las mujeres construyen contrarrelatos, acuerdos semánticos estético-políticos que invitan a cuestionar y criticar la ausencia de perspectiva de género en el manejo de la nación.
Y continúa Belausteguigoitia: «¿Por qué se meten a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el Ángel, el Hemiciclo a Juárez, entre otras acciones en movimientos?, porque estos celebran a la nación y las mujeres muy creativamente saben dónde la nación y el Estado les han fallado.
»Es de una inteligencia política y de una eficiencia poético pedagógica y política tomar la Victoria Alada, tomar el Hemiciclo, convertir planchas frías de hierro en una piel orgánica y poner de pie a las desaparecidas, erguirlas y mostrárselas en palacio Nacional. Y generando, otra vez, con la figura presidencial comunicación: estamos mostrándote en las vallas que tú pones para separarnos.»
Navarro: «Hay que reflexionar sobre que el movimiento feminista es legítimo y esas luchas son legítimas y si no nos van a hacer caso con canciones, si no nos van a hacer caso con performance, con teatro, con peticiones, con leyes pues nos tienen que hacer caso de la otra manera que es salir a las calles y exigir sus derechos.»
«Y yo creo cualquier mujer o cualquier familia que encuentre a su hija en un chiquero, previamente pasada por una maquinaria donde pasan la carne de los cerdos va a querer romperlo todo y eso hay que entenderlo. No la vamos a dejar romperlo todo, no vamos a permitir que se rompa todo, porque ¿qué vamos hacer para que no rompan todas las mujeres? vamos a ir resolviendo, vamos a tener propuestas de acceso a la justicia, propuestas de leyes, de reformas», señala Belausteguigoitia. «Y como mujeres en cosas que nos hacen, somos doblemente víctimas por el sistema, doblemente víctimas por el sistema judicial y de procuración de justicia, entonces claro que es un grito grandísimo a las instituciones del Estado para que escuchen y ellos también empiecen a hacer las cosas bien y mejor para las mujeres.
»Pedirle a la ciudadanía nada más que traten de cambiar esa indignación porque tocan los monumentos, los monumentos están hechos a una nación que ha dejado afuera a muchas cosas, así son las naciones y los Estados, dejan fuera por rigor de constitución, dejan fuera, y al incluirse se resquebrajan porque necesitan más espacio y otra forma. A la ciudadanía que lea, que se acerque, que les pregunte, que cambien la indignación por indagación.»
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Imagen de portada: Santiago Arau