Seguimos anhelando el encuentro, la masividad de la experiencia musical en vivo: ¿hasta cuando podremos volver?
Ireli Vázquez / Ciudad de México
Ha pasado un año desde la última vez que se pudo sentir el vibrar del audio a todo volumen por el cuerpo. Ha pasado un año desde que no se corea una canción en un estadio, foro o sala de conciertos. Ha pasado un año desde que no se siente la adrenalina al ser partícipes de un concierto de nuestras bandas o artistas favoritos.
En México, ha pasado un año desde el último concierto donde se gozó sin preocupaciones y sin la angustia del cómo se encontraría de salud el que estaba a lado de nosotros. Y aunque unos días antes —exactamente el 11 de marzo del 2020— la Organización Mundial de la Salud declaraba oficialmente al mundo la Pandemia por la covid-19, la gente acudió a la vigésima primera edición del Vive Latino, que se llevó a cabo los días 14, 15 y 16 de marzo. Aquí, artistas como Andrés Calamaro, Ely Guerra, Damas Gratis, Guns N’Roses, Chetes, Fidel Nodal, Nortec, Zoé, DLD, La Bruja de Texcoco, Girl Ultra, Salón Victoria, por mencionar algunos, fueron quienes llevaron música a aquellos afortunados o imprudentes.
Conforme pasaban los días, muchos conciertos y festivales se cancelaron uno tras otro: Rammstein, Roger Waters, Tame Impala, Drake Bell; y festivales como Ceremonia, Pal´Norte, Hellow Festival, fueron de los primeros en posponer sus presentaciones en México. Tristemente en otras partes del mundo la situación no era diferente. Pues artistas que tenían fechas programadas en Europa o Asia, de igual manera fueron cancelando.
Pasaron las semanas y llegaron los conciertos virtuales. Artistas de todo el mundo, y de cualquier género musical, comenzaron a desarrollar, entre prueba y error, transmisiones a través de sus redes sociales con el fin de llegar a su comunidad, mandar un mensaje de aliento y de unión; quizás en una idea escéptica —de toda la población— se pensó que la cuarentena duraría sólo unas semanas o quizá un par de meses, pero esto nos rebasó.
Las preguntas latentes en toda la población eran y siguen siendo: ¿cuándo se acabará esto?, ¿cuándo volveremos a nuestra vida normal?, ¿a disfrutar como antes?, ¿realmente se volverá a vivir como antes? Lamentablemente, no. En nuestro país se denominó como “Nueva Normalidad” el hecho de aprender a vivir con esta enfermedad; aunque esto no significa que se puede hacer reuniones o fiestas.
En un intento por traer de nueva cuenta música en vivo a los melómanos, llegaron los auto conciertos (Drive in). El primero en realizarse fue en Dinamarca, del cantautor danés Mads Langer, en el que se contó con la participación de dos mil personas en 500 autos. En México, el Foro Pegaso fue la primera instalación en abrir sus puertas para desarrollar un evento así.
Además, en diferentes partes del mundo se han ingeniado nuevas formas para volver a vivir un concierto. Tal es el caso del Concierto-Burbuja que se realizó en Oklahoma, Estados Unidos, de la banda The Flaming Lips. En este ejemplo, cada miembro de la banda y cada espectador pudieron disfrutar del concierto desde su propia burbuja de plástico inflable con total seguridad.
Es curioso pensar en el futuro de los conciertos: ¿cómo será la convivencia?, ¿habrá cupo limitado?, ¿cuánto costará? Si ya cuando las cosas eran “normales” en muchas ocasiones era complicado hacerte de un lugar en aquel concierto al que anhelabas ir, o en muchos otros los precios eran exorbitantes —aunque el precio no se compara en nada con la sensación de estar presente— la pregunta es recurrente: ¿cuándo, dónde y cómo serán los conciertos? La moneda sigue girando en el aire.
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