¿Qué es el patrimonio? ¿Para quién? ¿Quién lo detenta? ¿Quién lo protege? ¿Quién lucha por él?
Ciudad de México (N22/José Meléndez).- La Plaza de las Tres Culturas en su concepción arquitectónica permite ver a simple vista tres etapas del desarrollo cultural de México. El centro ceremonial de la antigua ciudad prehispánica de Tlatelolco, la iglesia de Santiago junto a su ex convento erigido en el siglo XVI y el conjunto habitacional Nonoalco-Tlatelolco construido en la década de 1960. Es justamente esta combinación de elementos culturales que nos dejan ver también, la pérdida del patrimonio arquitectónico que ha sufrido esta zona de la Ciudad de México. Platicamos al respecto con el doctor en Antropología social por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Miguel Ángel Mares Tapia.
¿Cuál es el patrimonio perdido que gracias a la idea de modernización se han perdido para siempre?
Tenemos que partir de la pregunta ¿qué es el patrimonio? ¿Para quién? ¿Quién lo detenta? ¿Quién lo protege? ¿Quién lucha por él? Y Tlatelolco es un ejemplo claro de cómo desde lo hegemónico, desde el discurso Estado-Nación, buscaba abrirse paso dentro de una mirada, no únicamente hacia el interior, sino mostrarse al mundo como un país pujante, desarrollado y en miras de lo que entonces se vislumbraba un desarrollo que lo llevara a un primer mundo. Tlatelolco simbolizó ese proyecto-nación a través de la construcción de la unidad habitacional. En él, como hemos visto, todo diseño introyecta un elemento que le da sentido y Tlatelolco, cada una de sus partes, de sus elementos, de sus objetos, de todo lo que lo configura, buscaba ese discurso. ¿Qué pasó al momento de construir Tlatelolco? Es el último espacio de la defensa de la ciudad prehispánica, pero al mismo tiempo representaba todos los basamentos y todos los vestigios y toda la memoria, precisamente de ese pasado previo a la llegada de los españoles. Ahí es donde llega a chocar dos maneras de cómo mirar este espacio y derivó en una batalla muy importante por la defensa del patrimonio.
¿Cómo ha llegado hasta nosotros esta ciudad prehispánica? ¿Cómo estaba conformada?
A partir del salvamento arqueológico que se dio con la construcción de la unidad habitacional, se empezó a encontrar una importante cantidad de edificaciones o basamentos de gran tamaño que implicó no sólo el centro ceremonial, que es el que tenemos al aire libre, sino evidentemente, muchas edificaciones de corte habitacional. Como los mismos arqueólogos han expresado dentro de sus memorias que tuvieron que hacer un salvamento lo más rápido posible para salvaguardar en este sentido, la memoria de ese tiempo histórico petrificado dentro de sus propias estructuras. Aquí encontramos no únicamente lo que es el centro ceremonial, sino también enterrado ese patrimonio perdido, lo que era la ciudad, los habitantes tlatelolcas. Lo que hoy simboliza un elemento central de Tlatelolco es la Plaza de las Tres Culturas, sin embargo, lo que poca gente sabe es que debajo de esa plancha se encuentra precisamente una zona habitacional que estaba al lado del centro ceremonial. Al mismo tiempo otro elemento perdido que todavía sigue enterrado es lo que conocemos y que le da sentido a Tlatelolco a nivel mundial, el famoso mercado prehispánico de Tlatelolco. Dentro del discurso de la historia oficial de este país es un elemento clave para dirimir y construir todo lo que es la memoria de este espacio desde un aspecto histórico, sin embargo, se encuentran bajo tierra.
Tlatelolco tiene diferentes etapas, ¿qué ocurre en el periodo virreinal en términos arquitectónicos? ¿Qué elementos perviven y se han logrado rescatar?
En la época prehispánica aquí también se dio otro elemento importante, que fue el primer contacto de la conquista espiritual, que, sin duda alguna, concluyó precisamente con el elemento tajante de consolidar la conquista. No hay mejor forma de conquistar un alma que a través de su espíritu y aquí se edificó lo que posteriormente se conoció como el Colegio Imperial de la Santa Cruz de Tlatelolco, que fue precisamente este afán por parte de los misioneros, en particular con fray Bernardino de Sahagún de recuperar la memoria de cómo eran los originales, así los llamaban ellos y cómo ellos a través de esto, podían dotarlos de un alma humana y al mismo tiempo dar pie a una evangelización posterior. Aquí es muy interesante porque se empezó a utilizar todos los aspectos y todo lo que fue la construcción de los templos, el mismo material se utilizó para la construcción de las posteriores parroquias cristiano-católicas. Y eso es un elemento importante de cómo el patrimonio se transforma a partir de los intereses del discurso hegemónico que se quiere mostrar y cómo el mismo material puede simbolizar y que fue un aspecto que en particular los españoles utilizaron en el mismo lugar donde estaba el espacio más importante o de poder simbólico, político y religioso ahí mismo se instaure, encima de él con el mismo material, una transformación, cómo cambias el discurso completamente y transformas en el mismo espacio del poder, dándole un sentido distinto. Aquí mismo se dio, al momento en que se construye lo que es la parroquia, un elemento muy importante, fue construida por manos indígenas. Aquí lo que podemos ver en la fachada norte de este espacio, y podemos darnos cuenta de la mezcla de símbolos prehispánicos y cristianos. Al mismo tiempo da un elemento simbólico de esta lucha entre esta batalla, que no únicamente se quedó en este espacio temporal de la conquista, sino que también quienes construyeron esta misma edificación, lo dejaron perpetuo hasta estos momentos de esa lucha entre dos mundos y que lo podemos ver hoy a simple vista, simplemente hay que tener un poco de curiosidad y mirar hacia arriba y darse cuenta de esos elementos.
El siglo XX es fundamental para Tlatelolco para poder entender cómo es que llegamos a esto que podemos ver a simple vista.
Un elemento importante que tenemos que recalcar es el siguiente: ¿Por qué la parroquia, hoy conocida por el santo patrono Santiago, en Tlatelolco, no tuvo una importancia dentro de la jerarquía católica? Esto tiene una historia muy particular. Esto se representa precisamente que al ser construida por mano indígena, alrededor del siglo XVIII, hubo una lucha porque se le diera la cabecera (por así llamarlo) dentro de la jerarquía católica, para representar y tener un peso más allá dentro de la estructura, de, en este caso, la reproducción del culto. La iglesia católica y en este caso la arquidiócesis niega ese espacio y se lo dota a otra parroquia, en el lado de la Guerrero-Peralvillo, la iglesia de santa Ana, para ser preciso. Y eso tenía una explicación: era simbólicamente tan importante para los habitantes de Tlatelolco, en su mayoría. Recordemos que Tlatelolco perteneció a este espacio dedicado al sector indígena que se distanciaba totalmente de lo que era la traza de la ciudad de México española. Esta república de indios, como se le conoció, la iglesia tiene un elemento central, la jerarquía católica dice que no es patrimonio, dado que nunca se le dio un uso de culto, sino más bien de escuela, como habíamos hecho referencia al colegio imperial. ¿Esto qué tiene de relevancia? Este espacio construido, en una segunda etapa que es la forma hasta el siglo XVII de como la vemos hoy en día, ya inaugurada por el virrey, no tuvo un peso como patrimonio dentro de la historia en ese momento importante u oficial que los españoles quería mostrar, por lo cual, el peso del mismo monumento, de la misma edificación pierde valor, pierde interés. Eso se pude explicar, simplemente de cómo, gradualmente, fue decayendo todo lo que fue en su interior los retablos, todos los interiores que tenía en su momento. Hoy entramos a la parroquia de Santiago y no tiene ningún tipo de adorno, todo este aspecto importante de todos los elementos artísticos que fueron o robados o desaparecidos o en muchos de los casos y en su mayoría destruidos y quitados del sitio. Aquí tiene que ver un elemento importante, los usos que representa este espacio para la gente que le dio un sentido diferente a lo que era una parroquia. Recordemos las Leyes de Reforma. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, todos los bienes eclesiásticos se le quita a la iglesia y el Estado los usa. Como era una gran cantidad de espacio, lo que se le da como uso es de una bodega. Lo que fue antes la primera universidad del continente se convierte en una simple bodega, dado que en la época posterior del porfiriato, se introduce lo que va a ser una revolución dentro de la movilidad que es el ferrocarril y que aquí tuvo un gran peso muy importante porque se convierte en la aduana desde Veracruz a la Ciudad de México. El espacio se termina quedando como un espacio bodega, en lo que sería la parroquia y lo que es el convento, le darían un uso macabro, se construiría la prisión de Tlatelolco. Uno de los elementos, de los usos de los espacios históricos, es ¿a qué le beneficia al gobierno en turno? y en este caso, la mayoría de presos políticos de ese entonces, previo a la revolución mexicana estuvieron aquí y hablamos de los hermanos Flores Magón, hasta el mismo Francisco Villa, que hace remembranzas de una huida de esta prisión, entre otros. Bernardo Reyes que a partir de la Decena Trágica sale y muere a las puertas del Palacio Nacional en febrero de 1913, en fin, estamos hablando de muchas historias que conllevaron a partir de esta historia de cómo se transformó este espacio y dio entrada al siglo XX.
¿Cuáles fueron las reacciones por parte de algunos sectores de la sociedad respecto a la construcción de la unidad habitacional encima de los vestigios arqueológicos de la ciudad prehispánica de Tlatelolco?
En un principio, cuando se construye la unidad, como hemos dicho, todo lo que son los templos, pirámides o vestigios o restos de esta cultura que nos dio hoy parte de nuestra identidad, no fueron en este sentido tomadas en cuenta como algo relevante a rescatar. Y ahí vino una lucha muy fuerte con personajes como Francisco González Rul, lo que es esta lucha entre arquitectos y arqueólogos, cada uno viendo desde su perspectiva que era lo que cada uno quería mostrar, este rescate de la memoria de la historia misma de lo que representa México o esta visión del México pujante del desarrollo moderno, de lo que nos vemos como una proyección de nosotros mismos. Entonces, estamos hablando de una lucha muy importante entre un pasado y lo que queremos vernos a un futuro. Y aquí Tlatelolco se mostró esa lucha de una manera muy importante y que hay que hacer una reflexión desde los trabajos de 1944 por todo lo que fue el rescate, los descubrimientos del Templo Mayor de Tlatelolco y la subsecuente forma de rescate del centro ceremonial, y la lucha constante, muchas veces sin presupuesto y que obviamente tuvieron que ceder ante la imposición de esta necesidad de mostrarse a través de un nuevo paradigma que era Tlatelolco visto como una ciudad vertical y que representaba esta verticalidad una nueva forma de urbanismo, pero sobre todo una nueva forma de habitar una ciudad moderna. Y esto conllevó a una lucha muy importante entre estos dos sectores. Intelectuales que se opusieron a esta destrucción de un patrimonio y elementos los podemos ver. Hay un paso a desnivel peatonal, dentro del diseño de Mario Pani en Eje Central, a un lado de lo que sería el centro ceremonial. Es que precisamente esa vía de vehículos sube como como un pequeño montículo porque abajo hay una pirámide, porque abajo hay un templo. Entonces, el último reducto del centro ceremonial en este caso, está enterrado porque arriba pasa un eje vial y todos estos tipos de elementos fueron parte de la construcción de este espacio. Esta nueva forma de reconstruir la el centro ceremonial dotándolo de diferente tipo de arreglos, de lo que originalmente estaba. No por un aspecto central de cómo fue Tlatelolco, sino en esta mirada turística, de esta visión idílica de este juego de tres temporalidades. Lo que era el pasado prehispánico, lo que fue este encuentro con la evangelización cristiana de la época de la colonia y lo que representaba la modernidad a través de los edificios. Si lo podemos ver desde un aspecto dentro de lo que son los monumentos, estamos hablando del templo de la iglesia y en este caso, un edificio moderno. Cada uno representando un símbolo de lo que es vivir en cada uno de estos tiempos históricos. Este encuentro y desencuentro de intereses por parte de, ahora este patrimonio, viene todo lo que es dotarle de un sentido de rescate, de investigación, de resguardo y lo que era esa visión de turística, simplemente de paisaje de elemento nada más como para engalanar en películas o para engalanar para el turista, el INAH actualmente lo ha dotado de un elemento de estudio para recordar, remembrar y replantear la historia misma de lo que este espacio nos puede dotar de información y en cierta medida hasta modificar la historia oficial que tenemos de ese entorno.
Tlatelolco sigue siendo una historia viva, sigue siendo enigmático y sigue dándonos muchas sorpresas de cómo reconstruir esta historia que aquí se ha palmado dentro de la memoria petrificada y evidentemente todo lo que es una historia recurrente a lo largo de los años.