Platicamos con la autora de Las geneaologías, a propósito de su homenaje en la FILO, así como acerca de su punto de vista sobre las luchas feministas dentro de la escritura en la actualidad
Ciudad de México (N22/ Ireli Vázquez).- Desde muy niña, Margo Glantz sabía que le dedicaría su vida a las letras, así lo comentó dentro de la entrevista que sostuvimos con ella. Y no es para menos, pues es novelista, ensayista, periodista, traductora, profesora emérita de la Universidad Nacional Autónoma de México, además ejerció la docencia en otras universidades como la de Barcelona, París, Yale, Princeton, Berkeley y Harvard. Asimismo, forma parte de la Academia Mexicana de la Lengua y es ganadora de los Premios Xavier Villaurrutia (1984), el Magda Donato (1982), el Nacional de Lingüística y Literatura 2004 y del FIL 2010, entre otros.
Margarita Glantz Shapiro, nació en 1930. Hija de inmigrantes judíos ucranianos, en enero de este 2020, Margo Glantz cumplió 90 años, y hoy dentro de las actividades de la Feria Internacional de Libro de Oaxaca 2020, se llevará a cabo un merecido homenaje a la «lectora apasionada».
Platicamos con la autora de Las geneaologías, a propósito de su homenaje, así como de su punto de vista sobre las luchas feministas dentro de la escritura en la actualidad.
Nunca es tarde para celebrar la vida, ¿cómo se siente al respecto sobre este homenaje que le van a hacer dentro de las actividades de la FILO 2020?
Me siento muy agradecida y muy halagada. Sobre todo porque la feria la lleva a cabo una editorial a la que admiro mucho.
Admiro mucho a las editoriales independientes, Almadía, Sexto Piso, etcétera, y me parece muy interesante haber estado presente en el nacimiento, la evolución y el crecimiento de una editorial como ésta, y de una feria que cada vez se encuentra con temas más profundos y que haya permitido la irrupción tan perfecta y tan importante de las mujeres, porque fundamentalmente es una feria femenina, claro, no hay discriminación, pero es una feria donde las mujeres tienen una fuerza impresionante tanto como en la organización, como en la presencia.
Usted ha declaro en varias ocasiones que se considera una escritora “grande”, pues su primer libro de ficción fue publicado cuando ya había tenido otros trabajos previos, pero ¿qué tan difícil fue para usted adentrarse dentro de este mundo, en un contexto donde el sexo masculino predominaba?
Ha sido difícil, he tenido muchos obstáculos. Siempre estuve en la literatura, desde muy niña, era una lectora infatigable, apasionada; era muy tímida, leía muchísimo, tuve muy claro desde muy pequeña que iba a dedicarme a las letras, estudié Letras, me doctoré en Letras, y he sido más de sesenta años profesora de letras, he enseñado en muchos lugares, y mi carrera como profesora ha sido muy importante y también ha sido muy fructífera en muchos sentidos.
También como investigadora ha sido importante, lo que he escrito sobre Sor Juana y la Malinche, etcétera. Desde los años sesenta estuve en el periodismo muy activa, entonces empecé a publicar tarde la ficción, porque el tipo de ficción que yo cultivaba o podía cultivar y que no me atrevía a cultivar, porque era muy difícil, porque no pertenecía al canon de la escritura, ni siquiera el de las mujeres, pues me impidió estar en las editoriales como creadora, aunque para mi ser ensayista es tan creador como ser escritora de ficción. En la escritura de ficción el ensayo es muy importante, y rompo los géneros y no me interesa mantenerlos vivos.
Creo que en esta época de transgénero sexual, el transgénero literario es muchísimo más evidente, no soy la primera, existen desde tiempos inmemoriales y que yo los escribiera era como poco canónico para las editoriales sobre todo si uno tenía que depender de ellas. Los primeros textos fueron publicados a cuenta de autor y con poco éxito realmente, aunque luego poco a poco se fue instaurando mi escritura. Por decir, en 1981 publiqué Las Genialogías, al poco tiempo saco el Premio Magda Donato y es un libro que ha tenido mucha suerte, que ha sido traducido y que ahora el 12 de noviembre la Cámara del Libro, publica 20 mil ejemplares de mi libro, como una conmemoración de un libro que consideran importante.
Hace un año usted declaraba que «el cuerpo femenino siempre está abierto a la agresión», sí bien como lo menciona antes, para usted fue difícil adentrarse a este mundo de la escritura, ¿qué opinión tiene sobre la agresión hacia las mujeres en la actualidad?
Si yo veo lo que se publicaba y los derechos de las mujeres cuando yo empecé a escribir, éramos un puñado de escritoras y costaba mucho trabajo. Hay muchas escritoras que fueron muy importantes que no tuvieron la atención que se merecían, la propia Elena Garro que, aunque era una mujer muy complicada, como escritora ha sido una de las más importantes que hemos tenido; Nellie Campobello que es casi la única mujer que escribió en la época de la revolución, fue reconocida muy tarde y es una de las más grandes escritoras no solo en México, sino en la escritura; estaba Amparo Dávila, estaba Elena Poniatowska que estuvo mucho más acogida porque fue el movimiento estudiantil lo que la lanzó, entonces es muy importante eso.
Pero a las mujeres de mi generación les ha costado trabajo entrar, era mucho más fácil para un hombre publicar en una editorial que para mí. Por ejemplo, cuando yo le llevé mi primer texto a Joaquín Díez-Canedo a quien aprecio enormemente como editor y como persona, me dijo “Margo, cómo se atreve a traerme usted este libro, es un juguetito, si hubiera usted sido José Gaos —quien era un gran profesor de filosofía— sí se lo hubiera publicado, pero no a ustedes”, entonces digamos me puso de comparación con una figura de otro profesor de la Universidad. No tenía la fuerza de Gaos, pero era yo una mujer y me pareció muy mal.
Si bien en la actualidad se ha permitido un acceso más «favorecedor», aunque no el que se quisiera, a que nuevas mujeres tengan la libertad de escribir y de hacer llegar al público su escritura, ¿qué piensa sobre la lucha de las mujeres y de las nuevas escritoras?
Creo que la pandemia en algún nivel interrumpió un proceso bien importante, que era la lucha feminista, esas concentraciones del día internacional de la mujer se han cancelado porque el problema de la pandemia ha hecho que se cancelen, y en algún nivel un retroceso muy grade.
Creo que, por otro lado, la cultura tiene posibilidades muy grandes que, a pesar de que constantemente es perseguida y reprimida, hay salidas para la cultura. Una de las salidas ha sido el internet, y el zoom, que permiten que haya estas reuniones. Es decir, que como todas las tecnologías —insisto mucho en ello—, tiene sus ventajas y sus desventajas; ésta ha tenido ventajas muy importantes y además ha permitido que una feria como la de la FILO haya dejado la impronta femenina, sobre todo en la aparición de tantas mujeres en la editorial y de mujeres tan interesantes. Y qué bueno que aparezcan en la FILO, que parezcan en Almadía, en Anagrama; como aparecen en Dharma Books, como aparecen en Sexto Piso, y en algunas editoriales grandes.
Su obra ha marcado a muchas mujeres que en la actualidad la identifican como feminista.
Creo que soy feminista en todos los niveles. Siempre he peleado por el cuerpo femenino, y he trabajado porque el imaginario erótico femenino sea absolutamente legítimo.
Mi libro Apariciones, que es un libro muy descarnado en cuanto al erotismo, fue acogido con bastante resquemor. Me permití cosas muy atrevidas, muy osadas, es un libro que escribía una mujer, aunque muchos hombres hubieran escrito cosas por el estilo, que está por ejemplo el Marqués de Sade, o Casanova, el Marqués de Sade fue perseguido toda su vida, acabó en una prisión y yo me acuerdo cuando estaba en París que hubo un proceso, no contra él, sino contra un editor que se atrevió a republicar en una editorial común y corriente, […] entonces el erotismo era considerado como algo muy difícil de tocar, las obras eróticas estaban en la Biblioteca Nacional de París estaban en un lugar especial que se llamaba el “infierno”, y para que Simone de Beauvoir pudiera escribir su libro sobre “El segundo sexo”, tuvo que ir al infierno.
Entonces, es bastante nuevo que las mujeres ingresen, pero ya en el año 95 que se publicó mi libro (creo que tenía derecho a publicarlo), me decían “¿Por qué publicó usted ese libro? no lo puedo enseñar en mis clases” decían mis amigas, mis compañeras profesoras, que se auto-censuraban, y algunos miembros de la Academia de la Lengua, porque ingresé al mismo tiempo que publiqué el libro, se sentían un poco avergonzados de que una académica publicara ese tipo de libros.
Soy feminista porque todo el tiempo estoy hablando del aborto, porque no nos permiten el aborto, y mientras no nos lo permitan, no somos absolutamente libres de nuestro propio cuerpo.
Usted ha utilizado Twitter como medio de expresión, ¿Qué significa para usted el poder expresarse a través de una red social?
Teniendo el problema que tuve de que no se querían publicar mis cosas porque eran fragmentarias, el Twitter me venía como anillo al dedo. El poder expresarme en 140 caracteres, es decir cosas importantes.
[…] Hay que aprovechar lo positivo de ese medio, y me ha servido también para escribir libros y ahora tengo la posibilidad, tengo ganas de escribir un libro que se llame “Twitminimos” dedicado a Nicanor Parra que escribía poeminimos, entonces eso también puede ser, hacer una especie de recopilación de mis mejores tuits que son bastante compartidos y soy bastante seguida por mucha gente incluyendo en la India, cosa que me emociona profundamente, un seguidor en la India, tampoco me debería de emocionar mucho, pero algo es algo, (menciona entre una risa). Creo que sería una buena idea hacer un libro de mis tuits.
¿Qué mensaje le daría a las mujeres que se están adentrando en la escritura y que tienen miedo al fracaso?
No me gusta dar mensajes, pero diría una cosa que es importante y que es total autobiográfica, yo nunca tuve miedo de hacer lo que he hecho, me lance a pesar de que me costó mucho trabajo, o, aunque no me di cuenta, ahora a los 90 años, veo que sí fue difícil. Creo que también en su momento cuando tuve que publicar a cuenta de autor fue difícil, pero nunca tuve miedo y siempre dije “lo que voy a escribir es lo único que puedo escribir”, y la única forma de escribir algo que valga la pena, aunque sea para mí que tenga un valor, que tenga una integridad, es no tener miedo y lanzarse, […] pero también hay que ser autocrítico.
Imagen de portada: ©El Universal