La obra de Juan Villoro indaga sobre las relaciones, el concepto de apropiación y reapropiación desde la narrativa hasta la escenografía, ésta última pieza del artista mexicano Abraham Cruzvillegas
Ciudad de México (N22/Karen Rivera).- La construcción y destrucción en una relación amorosa, la discusión eterna del amor y el desamor, y el papel de la creatividad en un ambiente hostil, es la propuesta que el escritor Juan Villoro presenta en su obra de teatro La Guerra fría. Con la pieza del artista Abraham Cruzvillegas Autodestrucción 8, como escenografía y con el Museo Tamayo Arte Contemporáneo como escenario, el dramaturgo reinventa el espacio escénico.
Mariana Jiménez, directora de Guerra Fría:
«Cuando Juan me invitó a dirigirla me emocioné mucho, lo admiro muchísimo. Leí el texto y bueno, pues el texto es una bomba. Se llama La Guerra Fría y habla de la guerra en la pareja y yo creo que es un tema que en mayor o menor medida nos toca a todos. La inspiración fue el apropiacionismo en el arte y empezamos a descubrir en el equipo que la palabra apropiarse tenía mucho que ver con lo que hacíamos en la vida en distintos ámbitos.»
La obra narra la historia de Carolina, personaje interpretado por la actriz Mariana Gajá, que acompaña a su novio “El Gato”, papel que desempeña el actor Mauricio Isaac, un músico rockero en busca del sueño “punk” en el Berlín occidental, en tiempos del Muro. La música original compuesta por Alejandro Preisser y las canciones de Lou Reed, interpretadas en vivo, ambientan esta propuesta catártica, que también reflexiona sobre la posibilidad de construir a partir de los desechos y la basura.
Alejandro Preisser, músico:
«Bueno, La Guerra Fría está situada en los años ochenta, entonces teniendo en cuenta eso, hablamos un poquito sobre la escena del punk. El punk en inglés quiere decir basura, quiere decir vago, quiere decir escoria, quiere decir suciedad, la música va situada un poquito en ese contexto. Esta obra en particular habla sobre Lou Reed y sobre el disco de Berlin, que es un disco de 1973, entonces estas reminiscencias hablan sobre toda la caída del imperio (sic) de Alemania.»
Mariana Jiménez:
«De alguna manera en la obra también hay un gran homenaje al performance, por ejemplo, una disciplina que yo no he explorado como actriz de teatro ni como directora, y ahora pues toda mi inspiración en la partitura corporal viene del performance, y esa posibilidad la abrió este museo. […] Apropiarnos del espacio, del Rufino Tamayo, fue una enorme provocación y sentíamos que era un honor para nosotros estar en un espacio como este, pero me parece que también viene a cuento este asunto de hacer tuyo lo que es del otro, en el mejor de los sentidos, que las fronteras se toquen y se dialogue.»
La Guerra Fría se presentará todos los sábados y domingos, en el Museo Tamayo, hasta el 8 de septiembre.
Imagen de portada: © Paulina Villaseñor
Imágenes en cuerpo de texto: © Jesús Cruzvillegas