Algunos testimonios de mujeres en esta situación y de asociaciones que trabajan con ellas
Ciudad de México (N22/Ohmar Vera).- Si pensamos en cualquier ciudadano, hombre o mujer, de cualquier edad, todos tenemos círculos de protección. Nuestra familia es nuestro primer círculo de resguardo para cuando tenemos un problema; el segundo es nuestra comunidad y amistades; el tercero, las instituciones del Estado. Cuando alguien llega a vivir en situación de calle es porque todos los círculos de protección han fallado.
Luis Enrique Hernández, parte de la A.C. El Caracol, señala que «estamos hablando de colectivos humanos, grupos de poblaciones que llegan a las calles por distintas violaciones a sus derechos y que han desarrollado en la calle toda una cultura, toda una vida en torno a lo que es el espacio público.»
David Franco de Pro-Niños, declara que: «la población va transformándose también, van teniendo hijos, van teniendo familia en la calle o van creciendo los que fueron en algún momento niños porque en realidad los programas de atención no fueron efectivos.»
En demasiadas ocasiones se tiene la idea de que aquellos que viven en la calle han fallado como individuos o no le echaron suficientes ganas a la vida. dicha estigmatización les dificulta salir de tal situación.
El señalamiento aumenta hacia las mujeres, y más cuando buscan ejercer su derecho reproductivo y de maternidad, un derecho que parecen no tener.
Nasheli Rodríguez, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México: «generalmente se dice: mujer en situación de calle con un hijo igual a mala madre, por lo tanto, pues tendría el Estado que hacerse cargo del niño. Pues no. Aquí lo que tiene que prevalecer es la determinación de los riesgos y desarrollar programas que permitan que estas madres simplemente puedan ejercer su maternidad.»
Sara vive en situación de calle por violencia familiar. Hace un año sufrió un aborto espontáneo por negligencia médica. Hoy está embarazada y con la ilusión de esta vez lograr convertirse en madre. «No me he checado, no he tenido la oportunidad de ver cómo va mi hijo. Se tardan, te ponen pretextos, yo perdí un bebé por lo mismo, de que me tardaron un buen y no me atendieron y por eso ya no he querido ir. […] Le echo ganas, yo vendo mis dulces para poder comprar mis medicamentos y mi ácido fólico me sale en 55 , pero apenas igual una chava me agredió y me quito mi mochila y ahí era donde tenía mi ácido fólico.»
Monse, vivía en calle bajo un puente. A los diez meses de haber dado a luz fue acusada de un robo del cual a las pocas horas de ser detenida fue liberada por falta de pruebas. Mientras tanto el DIF recogió y se llevó a su hijo, desde entonces no ha logrado vivir con él.
«Fui al DIF a que me regresaran a mi hijo, pero iba sola y me dijeron que no, que tenía que anexarme para poder estar con mi hijo y me fui con ellos al anexo y cuando cumplí mi tratamiento me dieron una hoja para comprobar que sí estaba anexada y cuando regrese me dijeron que ellos ya no tenían a mi hijo que era por parte del búnker y que yo tenía un número de averiguación previa por abandono de infante, siendo que yo nunca lo abandoné y recaí otra vez a las drogas, volví a consumir […] otra vez lo fui a buscar e igual me dijeron lo mismo, anexarme y me anexaron como tres veces, y las tres veces que fui me negaron a mi hijo. No me lo daban ni me dejaban verlo, ya a mi hijo le habían dicho que yo estaba muerta.»
Como Sara y Monse, miles de mujeres en situación de calle sufren violaciones a sus derechos, no sólo por una ciudadanía que ha decidido voltear la mirada hacia otro lado, sino también por parte de un Estado y autoridades omisas y violentas.
Luis Enrique Hernández: «estamos encontrando mujeres que la violencia más grande que viven es de parte de las instituciones del Estado, violencia sexual, física, verbal. Y por instituciones del Estado me refiero a la policía, la procuraduría, los espacios de salud, los espacios de desarrollo social.»
Sara: «te tratan bien feo, más los que están en la iglesia de aquí atrás, los oficiales son los que más llegan a golpearte a aventarte siendo que no haces nada. Hay veces que los policías llegan y te patean, ya levántate, te agreden que no puedes estar acostado, hay policías que de plano son bien agresivos.»
Nasheli Rodríguez, «existe básicamente en ellas una cosa que se llama violencia obstétrica porque son maltratadas, no son llevadas, recibidas en los hospitales, exactamente porque hay esta percepción todavía dominante, hasta en el sector público, de que no son sujetas a esos derechos. A pesar de que vemos cada vez estas familias más de calle no entendemos que igualmente tienen derechos a su maternidad y finalmente podemos y el estado tiene la obligación para que estos derechos en ambos casos se cumplan.»
David Franco de Pro-Niños: «el desconocimiento genera eso, que la imagen de alguien que vive en la calle sea de una persona que sea peligrosa, que sea un delincuente cuando en realidad la situación de vida de la población de calle no es así.»
Actualmente, organizaciones no gubernamentales son quienes se acercan a la población en calle para tender una mano amiga: ofrecer distintas alternativas de vida y proyección a sus derechos humanos. Actualmente el apoyo a éstas, por parte del Estado, cada vez es menor. Aquí mostramos sólo dos ejemplos: Pro-Niños de la calle y el Caracol A.C.
Luis Enrique Hernández: «desgraciadamente no hay tantos programas de prevención de embarazos no deseados, de promoción del uso correcto del condón de prevención de infecciones de transmisión sexual. Nosotros tenemos talleres que llevamos a la calle, regalamos condones, pero no estamos viendo otras organizaciones, otra institución del Estado que esté atendiendo el tema de salud y aquí la única respuesta que me llega es que no saben cómo acercarse a los grupos de la calle.»
David Franco: «pasa lo que comenta Sara, pueden estar limitados en lo que concierne a su salud y entonces por eso lo que hacemos es brindarles ese acompañamiento para que puedan garantizar esa atención. […] Hacer primero conciencia de la situación y lo que sufren verdaderamente ellas y ellos en la calle y crear mejores programas que les permitan no sólo atender la cuestión de adicciones, sino tener la oportunidad de irse integrando a la sociedad. Ellos necesitan una alternativa para después de salir de la calle, saber que tienen a dónde llegar, una certeza en su proceso.»
Monse: Me ayudó Caracol y fuimos a Derechos Humanos y me dieron un defensor, solamente así puede volver a ver a mi hijo. Ahora mi hijo tiene ocho años y está en la casa hogar del Ejército de Salvación. Pero tuve un problema y recaí otra vez y ahorita ya no lo he visto, por eso estoy aquí, para volver a empezar y poder estar pronto con él.»
En México es la Procuraduría Federal de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes, órgano subordinado al DIF, quien determina si la madre está o no en condiciones de tener custodia de su hijo o hija, a través de una investigación que corrobora que la madre está rehabilitada de cualquier adicción a drogas, cuenta con un trabajo y tiene un hogar digno.
Nasheli Rodríguez: «en cualquier situación como ésta lo que se requiere es que se haga una investigación, una determinaciones de los riesgos que tiene la niña o el niño en relación con la madre. El problema es que hay una visión para hacer estos análisis enfocado en su situación de calle y no en los riesgos que derivan a esta situación, entonces generalmente hay una estigmatización y una criminalización que lo que hace es que en la mayoría de los casos estas mujeres sean separadas de sus hijos e hijas.»
Monse: «Hace falta más ayuda, a veces el gobierno porque te ve en la calle con tu hijo ya te dice, “no tienes el derecho porque vives en la calle y qué futuro y vida les va a dar, pero no se ponen a pensar por qué estás ahí, qué fue lo que pasó para que esa familia esté en la calle, solamente te juzgan y le llaman al DIF y le dicen quítaselo y quitárselo sin preguntar, ni sin nada.»