Un encuentro y una conversación detonó el trabajo más reciente del artista mexicano Miguel Calderón
Ciudad de México (N22/Ana León).- En 1994, uno de los años más convulsos del país, se gestó La Panadería, un espacio de creación de vocación alternativa fundado por Yoshua Okón y Miguel Calderón, ambos se han mantenido hasta ahora en activo con ese ánimo que trasciende las ganas de crear y que los lleva a analizar y hacer una crítica bastante afilada de su entorno. Estos días Calderón exhibe en la galería Kurimanzutto El placer después, una instalación y un video donde el azar y la catástrofe se entrecruzan con sucesos en la vida del artista mexicano. El proyecto inició hace poco más de dos años.
Esta exposición se centra sobre una obra que se llama El placer después, un video que es entre ficción y reactuación de unos eventos. Todo parte de una experiencia de Miguel Calderón cuyo trabajo siempre incluye la experiencia personal: cómo él vive la ciudad, la gente con la que se encuentra, las subculturas, la forma en la que él trabaja.
La historia que dio pie al video de El placer después inicia cuando Miguel, caminando por la fuente de Las Cibeles, en la Ciudad de México, conoce a la gente de intendencia que cuida la estructura y los alrededores, y que de hecho vive ahí. Poco tiempo después, justo había pasado el sismo del 19 de septiembre de 2017, fue atraído a la fuente por el humo que salía de ella, se asomó para saber qué ocurría y se encontró con ellos que hacían una carne asada a la que en ese momento fue invitado.
Le contaron que la carne asada era una celebración de vida. Uno de ellos quedó encerrado en el cuarto de máquinas cuando ocurrió el temblor y fue rescatado por un perro. La paradoja aquí es que estos trabajadores odiaban a los perros porque los dueños no los cuidaban y éstos dejaban sus heces por todos lados, además de destruir las plantas. Entonces planearon comprar croquetas para envenenarlas y así envenenar a los perros. Pero sucedió el terremoto y todo cambió, porque el personaje que queda encerrado en el sótano de la fuente es rescatado precisamente por un perro. Ahí ellos cambian su discurso y se dan cuenta que el problema no son los perros si no los dueños.
Luego de conocer esta historia, Miguel Calderón empezó a elucubrar cómo llevarlo a la ficción. Estos trabajadores desde ese entonces llevan croquetas en las bolsas para que si algo sucede, sean encontrados por los perros primero.
Es así que lo que antecede al video y que recibe al espectador en la galera de la Kurimanzutto es una serie de tanques de gas LP que sirven como altar para joyas hechas con croquetas de perro en monturas de plata.
Las joyas son la forma en que Calderón llevó la idea de las croquetas al absurdo, «como esto que te salva», me dice Julia, como algo para llevar no sólo en las bolsas como medio de supervivencia ante la catástrofe. También como un comentario irónico al preciosismo del objeto de arte.
Se exhibe también una serie de acuarelas que no están relacionadas directamente ni con el video ni con las joyas, pero sí con el proceso. Todas fueron realizadas mientras se llevaba a cabo el video en el que por cierto, uno de los actores es justo el trabajador que quedó atrapado en el sótano de la fuente. El papel y la tinta fueron un medio para desconectarse de la historia contada en el video y contenida en las joyas.
Digamos que son instantáneas, ideas al vuelo para desconectar por las noches. Un juego entre la fantasía, el inconsciente. Un juego «entre sueño, realidad, fantasía y dibujo automático».
Junto a esto se exhiben unas impresiones de unos socavones sin ninguna relación con la obra ni en proceso ni en influencia. Simplemente quiso exponer esta investigación en los archivos de noticias de Televisa para centrarse en una toma de los socavones que todos los camarógrafos hacen y cuyo resultado lo llevó a la idea de hoyo negro y que de alguna manera lo conduce a pensar en la catástrofe. el hilo aquí es muy delgado, pero conecta a toda la obra exhibida.
El placer después
mayo 16-julio 27
Imágenes: © Ana León