CIUDAD DE MÉXICO, México, (N22).-
“Las muñecas representan objetos mudos e inanimados, tal y como yo me sentía en mi infancia, muda y carente de emociones. Mi objetivo siempre fue hacer algo creativo donde pudiera expresarme libremente, buscaba hacer algo que me satisficiera emocionalmente de forma humana”, Irene Blaise, artista.
En el marco del Festival Internacional de las Luces, que está próximo a realizarse del 7 al 10 de noviembre en el Centro Histórico, la artista francesa Irene Blaise, habló con AgenciaN22, sobre su trabajo y participación en el Palacio de la Autonomía, recinto perteneciente a la UNAM.
El proyecto se llama Flores del Infierno, donde hará una analogía sobre la violencia represiva que existe por parte de los padres hacia sus hijos, “creemos que los niños viven en un mundo maravilloso, cegándonos para no ver la realidad de su sufrimiento”.
El trabajo de Irene está basado en la creación de fotografías caracterizadas por usar a muñecas como modelos.
“Me enfoque en fotografiar las sensaciones que tuve durante mi infancia y adolescencia, tratando de reflejar la frustración, impotencia, violencia e injusticia, o como yo lo llamó, una violencia invisible, que quiero hacer visible a través de las muñecas”.
Las fotografías serán presentadas en cajas de luz, encima de bases, con una altura aproximada de metro y medio, quienes representarán personajes dentro del Palacio de la Autonomía. “El recinto acoge un hecho histórico, por lo tanto trataré de jugar con esto, recreando con mis piezas la firma de la autonomía de la UNAM, pero con una pieza apartada de las demás, como elemento independiente”.
Más de veinte artistas se sumarán a este festival, presentándose en diferentes recintos y monumentos como la Academia de San Carlos, el Laboratorio Arte Alameda, Museo de la Luz, Plaza Santo Domingo, Plaza Garibaldi, la fachada del Palacio de Bellas Artes, entre otros.
Niña vietnamita
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IRENE BLAISE |
Irene Blaise, hija de padres vietnamitas, nació y creció en los suburbios de París, en un entorno aislado de cultura y arte. Pese a esto, de niña descubrió el gusto por dibujar, aunque nunca recibió el impulso de sus padres para desarrollarse en este ámbito.
Con una educación vietnamita tradicional, Irene sufrió un distanciamiento social y careció de calidez familiar, “al grado de que mi papá no nos hablaba ni abrazaba, porque quería mantener su autoridad dentro de la familia”.
Dentro de las creencias vietnamitas se les exige a los niños una educación orientada a profesiones como ingeniero o médico; por lo tanto, las jornadas escolares eran muy pesadas, con diez horas diarias, “no me daba tiempo de seguir dibujando, además mi papá me mandaba a competencias de natación, viví en un entorno muy controlado”.
Pese a conseguir un diplomado científico, Irene Blaise sufrió depresiones a muy temprana edad; pero con una mentalidad inclinada hacia la creatividad, sus verdaderas pasiones radicaban en el diseño de interiores y la arquitectura.
Estudió arquitectura, pero su padre se opuso; a raíz de eso, se refugió en estudiar mercadotecnia, porque le aseguraba una estabilidad económica y sobre todo, le permitía trabajar en la realización de cosas creativas, “esta profesión me obligaba a conformarme con un estilo de personalidad”.
A la edad de 22 años comenzó a frecuentar museos y exposiciones de fotografía, fue en ese momento cuando decidió dedicarse al arte, “cuando vi las piezas de Annette Messager, en el MoMA NY (Museo de Arte Moderno de Nueva York), me di cuenta de la sencillez en los materiales y el tipo de fotografía que utilizaba, de ahí aprendí que no se necesitaba ser virtuoso para hacer arte”.
Amiga de corresponsales de guerra, Irene descubrió en la fotografía su mayor virtud. Empezó a fotografiar piezas de museo, pero no era realmente lo que quería hacer, buscaba algo más, pasar de lo trillado, “no quería fotografiar las piezas de otros, quería crear mis propias cosas y fotografiarlas, inmediatamente pensé en mostrar mi infancia”.
Violencia invisible
Cuando nació su primer hijo, los juguetes tuvieron mayor presencia en su vida cotidiana, durante esa etapa pensó en trabajar con personas para plasmar sus ideas en fotografías, lo cual le resultaba difícil.
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PUNTO DE VISTA |
“Vi fotografías de muñecas, me parecieron bonitas pero carecían de sentido, aunque encontré una solución a mi problema; las muñecas representan objetos mudos e inanimados, tal y como yo me sentía en mi infancia, muda y carente de emociones”.
La búsqueda de las muñecas adecuadas para su colección dio inicio en páginas de segunda mano, en las calles y supermercados, todas debían tener una característica particular, ser antiguas.
Para Irene los valores sociales junto con la opresión de las tradiciones, son imposiciones de la cultura, las cuales dan como resultado una violencia interior-represiva.
“Los niños carecen de autoestima, los padres no se preocupan por eso, el motivo, falta de tiempo y atención; en las escuelas hay un gran problema de
bullying, la sociedad piensa que es normal el comportamiento de los niños, pero es normal porque lo dejamos ser así”.
13MAG