El investigador Armando Bartra nos invita a recordar una lección del zapatismo que ha quedado un poco olvidada
Ciudad de México (N22/Óscar Cortés).- El investigador de la UAM Xochimilco habla sobre el surgimiento del zapatismo. En esta breve aproximación a la repercusión del movimiento en la actualidad, Bartra recuerda los puntos cardinales del movimiento una vez ganada la batalla.
«Pueblos contra haciendas, ese es el fermento, ese es el caldo de cultivo del que surge el zapatismo histórico, del que surge movimiento, esa fuerza campesina más visionaria, más radical de 1910, pueblos contra haciendas, haciendas contra pueblos.
Esto fue una batalla, repito, una batalla cruenta, salvaje. Y finalmente sin contar la historia larga, los campesinos ganaron, por lo menos por un rato. Desde 1914 y hasta 1916, principios de 1916, el zapatismo, el ejército liberador del sur, los campesinos de morelos y sus pueblos, triunfaron sobre las haciendas, los campesinos expulsaron a sus hacendados se quedaron con sus ingenios y derrocaron a los malos gobiernos.
La primera medida del zapatismo en el poder, la primera medida del zapatismo gobernante, fue la que tenía que ser: el cumplimiento del Plan de Ayala, el cumplimiento de la promesa del Plan de Ayala: devolverles a los pueblos las tierras que les habían sido usurpadas, darles a los pueblos las tierras que les habían quitado. Pero hay una segunda medida, de la que se habla menos: fue reactivar a los ingenios, fue reactivar las instalaciones que habían abandonado los hacendados, reestablecer las plantaciones de caña, poner en funcionamiento de nueva cuenta a los enemigos a los que habían combatido durante décadas, no únicamente durante la revolución.
¿Por qué se reactivan los ingenios? Los ingenios producían ingresos, dinero, porque eran productos comerciales y la revolución necesitaba ingresos, no podrían sobrevivir sin los ingresos que representaba la venta del azúcar y el alcohol. Los ingenios generaban empleo y Morelos estaba desolado por el hambre, por cinco años de guerra: generaban ingresos, producían empleo, procesaban caña, los ingenios ya no eran el enemigo a vencer.
La lección es esta: cuando los pueblos ganan, cuando los pueblos dominan, cuando los pueblos expulsan a la oligarquía, acaban con los terratenientes y tienen que gobernar. Las condiciones son otras, hay que pensar de nuevo los temas y esta reflexión nueva sobre los temas puede llevarnos a reactivar aquello que hasta hace unos meses o unos años eran nuestros enemigos, los megaproyectos no son enemigos por principio, son enemigos cuando están en manos de los terratenientes y de la oligarquía, en manos de los campesinos, así lo dijo Emiliano Zapata: pueden ser un instrumento de liberación. Esta es una lección, una lección del zapatismo que me parece que hoy es particularmente importante y debiéramos recordar.»