Dedicada a la filosofía, los editores de este sello piensan esta disciplina no sólo desde adentro sino en su relación con el entorno, más allá de ésta
Ciudad de México (N22/Alizbeth Mercado).– Cactus es una editorial de filosofía, pero su catálogo «no está compuesto por filosofía pura y pesada, siempre son pensadores que tienen una relación con el afuera de la filosofía». Así define Pablo Ires, uno de los cuatro encargados de la editorial, la labor del proyecto.
Cactus nació en el año 2003 bajo el cuidado de cuatro monjes* como una opción vital para egresados de las carreras de sociología e historia. Los integrantes decidieron trabajar con textos que les apasionaban, que explicaban pensamientos fundamentales para ellos. «La idea de armar una editorial fue surgiendo progresivamente, tuvo que ver con una opción de hacer un trabajo sin patrón y que también fuera significativo para nuestras existencias y que, en la medida de lo posible, se convirtiera en nuestra fuente de subsistencia.»
Con el tiempo lo lograron. Se sienten dichosos de poder hacer lo que les gusta. Lo mejor es que para ninguno de los monjes es pensable otra actividad que no sea la de investigar qué libros los conmueven y en formas para hacerlos, producirlos, traducirlos y hacerlos circular entre los lectores de Iberoamérica.
¿Cuánto tiempo les llevó convertir la idea en una opción rentable y sostenible?
La editorial nace como una pandilla descontrolada que no tenía forma de editorial. En 2006 aparece claramente como proyecto, no viable económicamente, pero aparece como opción hacer una editorial y de 2006 a 2011 publicábamos entre cuatro y seis novedades al año. A partir de 2012 se hizo un proyecto económicamente viable y cada vez más pudimos desprendernos de los trabajos paralelos y dedicarnos a Cactus. A partir de 2012 ya hacemos un plan consistente de nueve novedades anuales que se publican de marzo a noviembre y las reimpresiones que se necesiten.
*Los cuatro monjes aparecen en la reseña de la página como una especie de guardianes más que de editores, ¿por qué se pensaron así?
Tiene que ver con cierta impronta de la editorial, está cambiando, pero en un principio necesitábamos focalizarnos en el trabajo editorial que requiere mucho tiempo, por ejemplo, los cursos de Gilles Deleuze ocupan un lugar muy grande en nuestro catálogo, implican un trabajo enorme de desgrabación de audios, revisión, armar el aparato de citas, hay tomos de cursos como los de cine que tiene 800 páginas cada uno, que es un año y pico de trabajo para cada libro.
Por otro lado, hay una opción política existencial de no ser tan permeable a las modificaciones externas para poder tratar de ser fieles a esa línea interna que es nuestro catálogo. Pero fuimos viendo qué venía bien para nosotros, y por nuestra forma de ser, porque ninguno concibió la editorial como forma de reconocimiento, éramos bastante cerrados y se hizo el chiste de los monjes.
Estamos en una etapa distinta, viajamos, hacemos presentaciones y recorremos los vínculos que generan los libros. De esa circulación han salido nuevas ideas como encuentros con personas y colectivos con los que está bueno hacer cosas.
El catálogo de la editorial puede funcionar como una travesía interconectada en el pensamiento filosófico ya que muchos de los libros son interpretaciones que pueden hacer más asequible el camino de la filosofía. Vinciane Despert, Gilbert Simondon, Gilles Deleuze, Robert Delaunay, Maurizio Lazzarato, Fernand Deligny, Jean Epstein, son algunos de los autores publicados en Cactus.
¿Por qué publicar filosofía?
Muchos de los autores que publicamos siempre están en una especie de cruce entre la filosofía y otras cosas, por ejemplo, el libro Pensar con mover. Un encuentro entre danza y filosofía de Marie Bardet es el cruce entre su práctica corporal con un pensamiento filosófico. Siempre la filosofía está cruzada con la pintura, el cine. El llamado que hacemos a nuestros lectores es hacer una lectura con una confianza en las propias capacidades que uno tiene de leer, por más que uno esté formado en una facultad, lo que sea, y que no sea la clásica lectura de “quiero abarcar todo” o “si no entiendo me angustio, o me pongo a hacer otra cosa”.
El llamado es darle tiempo a que madure algo y que vibre en la lectura, ya no es la liga entre los conceptos, sino que es una reunión entre concepto y afecto. Me parece que la lectura tiene que tener esta impronta, encontrar los pensamientos que nos sirven para vivir, que nos hacen vibrar, trata de retomar esta intuición presocrática de la unidad entre pensamiento y vida.
La relación de conocimiento ya no es esa cosa rígida donde hay que captar todo este sistema y si no es una angustia tremenda o se piensa que se es tonto. El punto es ¿qué afectos están envueltos en las lecturas?
¿Cómo realizan las investigaciones de textos fragmentados o no publicados? ¿Dan más peso a los textos inéditos?
En general, las investigaciones son en relación con las cosas inéditas y es la parte más linda porque hay descubrimientos de autores que no conocíamos. En 2006, a través de un amigo, conocimos a Gilbert Simondon, filósofo de la técnica, del cual tenemos seis títulos. En Francia se estaban publicando sus cosas porque había quedado opacada entre las estrellas de la filosofía francesa, hemos logrado que circule mucho, hay gente que de formación no académica que se juntan a leerlo, se lee desde distintos lugares y fue un gran descubrimiento.
Tenemos a Étienne Souriau de la filosofía del arte. Cuando lo estábamos traduciendo, Dais Lapoujade nos escribió, sin saber que estábamos trabajando con Étienne, y nos dijo “tengo un libro sobre Étienne, ¿les interesa?” Y sí, lo publicamos bajo el título Las existencias menores.
A veces publicamos libros que habíamos leído en la facultad. Son fuentes diversas.
¿Qué están persiguiendo?
Hay autores que deberían estar en el catálogo. Este año vamos a publicar a Alfred Whitehead, porque sentíamos que su pensamiento, que va de la filosofía y pasa por la matemática, al ser tan denso debía estar acompañado de un libro, por eso sacaremos El concepto de naturaleza de Whitehead junto con Pensar con Whitehead de Isabelle Stengers, de ese modo será posible el acceso a la lectura.
Aunque, siempre están los derechos de autor. Estamos tras Qué es la pop filosofía de Laurent de Sutter, una reminiscencia de Qué es la filosofía de Gilles Deleuze y Félix Guattari, es un asunto sobre la filosofía saliendo de sí misma, pero por sí misma.
¿Reciben propuestas de autores noveles? Si es así, ¿en qué se fijan para aceptarlos?
Nuestro criterio editorial es único, y es, en qué sentido se vincula con nuestra posibilidad de pensar, de organizar el presente existencial y políticamente. No es un criterio principal, tal vez es secundario, pero vemos el auge que está teniendo del autor en su país de origen. El caso de Sutter en Francia que se está haciendo muy conocido, y en el caso de David Lapoujade que es uno de los pensadores que más nos gustan por la sobriedad de su manera de ser.
¿Qué temas son transversales en sus ediciones, y por ello, los que más les interesan?
Me parece que uno de los temas fundamentales es el de los modos de vida, eso atraviesa gran parte del catálogo, es una cuestión política, fundamental. Actualmente una vez que, con mucho esfuerzo, intentamos desligar, como generación, la política de los apartados políticos y los problemas abstractos como las revoluciones, una vez que tengamos una política más situacional, la dimensión política de las cosas aparece en los modos de existencia que tenemos como personas, como colectivos, y me parece que los títulos que publicamos tienen que ver con esa investigación editorial. Lo concebimos así, los modos de vida y su politización.
Las colecciones que tiene la editorial son Calcés que ven a la filosofía como oficio; Perenne que se forma por distintos textos que son atemporales; Occursus va a la caza de los encuentros entre lo heterogéneo; Dispares propone revertir la peligrosidad de la ignorancia y Pequeña biblioteca sensible formada por una serie de textos extraños y desviaciones.
¿Por qué dividirlas de esa manera?
Siempre fue una cosa problemática para nosotros, no queríamos la típica compartimentación de la academia de decir psicología, sociología, etcétera, entonces lo de las series fue una imposición, pero se fueron delineando de un modo natural. También hay una serie de coediciones: tres con Tinta Limón y una con Caja Negra.
A propósito de los autores latinoamericanos contemporáneos, y a través de ellos, ¿podrías hacer un diagnóstico del estado de la filosofía en América Latina?
Es nuestro punto más flojo. Nuestro catálogo, más allá de autores argentinos, no tiene una pata fuerte en pensamiento latinoamericano. Es una línea de investigación que realmente yo quisiera desarrollar, pero, evidentemente, hemos dado cuenta del arsenal de textos europeos y todavía no hemos recorrido el pensamiento latinoamericano, pero somos jóvenes y hay tiempo.
A través de los autores que publicamos pensamos todo el tiempo en Argentina.
¿Este vacío podría deberse a la falta de producción del pensamiento latinoamericano?
No creo. En el caso de autores de Argentina, los intelectuales están muy inscritos en tradiciones políticas, y nosotros no lo estamos, me parece que la resistencia que tuvimos a publicar autores argentinos tuvo que ver con eso. Aunque hay filósofos argentinos, pienso en Carlos Astrada, Cristina Ferrer, David Viñas, muchos que nos gustan, pero creo que es una línea para desarrollar y para pensar más.
Cactus es distribuido en México por Sexto Piso y puedes encontrarlos en La Murciélaga, ubicada a unos pasos (largos) del metro Eugenia.