«La cultura nos enseña a ser creadores de nuestra vida y no meros consumidores de objetos que son necesarios».
La filosofía se pregunta, no pretende dar respuestas, es más bien un arte de preguntar más que un arte de responder.
Por Víctor Gaspar
Seguir a @gaspar_victor
Distrito Federal, 12/03/14, (N22).-
Fernando Savater se encuentra en México presentando su más reciente publicación titulada Figuraciones mías. Por ello, Agencia N22 platicó con el filósofo y esto fue lo que comentó.
Víctor Gaspar: Señor Savater, muchísimas gracias por la entrevista. ¿Desde cuándo pensar se volvió peligroso?
Fernando Savater: Siempre fue peligroso. Peligroso para uno mismo porque hace la vida más inquieta. Seguir el pensamiento ajeno, la rutina, lo que todo el mundo cree, pero cuando uno se pone a pensar las cosas por sí mismo muchas veces te pones en cuestión muchas de las rutinas en el desarrollo de nuestra vida. Hay una copla española que dice ‘Si quieres ser feliz, como me dices, no analices, muchacho, no analices’.
VG: Pensar es una primera provocación a través de la educación, ¿hoy cómo la encuentra?
FS: Creo que educación es precisamente preparar para pensar y quitarle el miedo a la gente a pensar. Es decir, si es verdad que pensar es un riesgo, pensar nos expone a tener que cambiar, a tener que replantear nuestra vida, no nos deja seguir llevados por la rutina. Pero por otra parte merece la pena porque ese riesgo es también lo que nos hace seres humanos
VG: ¿Cómo encuentra esta dicotomía entre cultura y consumo? ¿Realmente se oponen?
FS: Normalmente cuando hablamos de cultura nos referimos al humanismo, es decir, a aquellas artes que se dedican a dar un sentido, una finalidad a la vida, que no son meramente un instrumento, sino que nos permiten desarrollarnos más. Si uno se compra un aparato, un iPod para oír música, pues está consumiendo porque ni ha fabricado el iPod ni la música, simplemente lo hace, acepta desde el exterior. Pero si uno aprende a tocar el piano o si uno aprende a componer música o a cantar, uno se convierte en el creador de esos gozos. Entonces, la cultura nos enseña a ser creadores de nuestra vida y no meros consumidores de objetos que son necesarios -en la vida hay muchas cosas que son necesarias para consumir- pero por otra parte también hay que crear.
VG: ¿Cómo ve el futuro de la cultura en estos entornos digitalizados?
FS: Si esto, hace 20-25 años, hubiera sido incluido en una novela de ciencia-ficción, hubiéramos querido una cosa de una imaginación desbordante. De modo que todo eso es bueno. Lo que pasa es que todo eso son herramientas, instrumentos. En sí mismos no dan un objetivo, en sí mismos no sirven, digamos, para sentir, para darle un sentido a la vida, sino simplemente para ayudarnos a buscar ese sentido que tenemos que recibir por otro lado.
VG: ¿Qué lugar ocupa la filosofía?
FS: La filosofía es una reflexión no instrumental, no es una herramienta. Nos permite expresar sobre qué es esto que nos pasa, a lo que llamamos vivir, a lo que llamamos sociedad, a lo que llamamos pasiones, anhelos, miedos, etc. qué es todo es. La filosofía se pregunta, no pretende dar respuestas. La filosofía es más bien un arte de preguntar más que un arte de responder. Pero también es un arte de inquietarnos.
VG: ¿Es entonces usted un entusiasta del tuit, del microblogging?
FS: No, no. A mí me gusta… necesito un poquito más de espacio. Digamos que el tuit me parece demasiado lapidario y además normalmente tiende a convertirse o en un instrumento de propaganda o en un instrumento de insulto. La verdad es que me gusta más el instrumento Internet, que las cosas que se hacen con él. Digamos que soy partidario de la electricidad pero no de la silla eléctrica.
VG: ¿Qué impacto tiene en la cultura, en la generación y circulación de bienes intelectuales?
FS: Bueno, no hay más que ver alrededor. Nuestras novelas, nuestro cine, todo trata de eso. Hubo épocas en las que se consideraba que la invención del teléfono, por ejemplo, iba a cambiar las relaciones humanas porque ya no habría proximidad, incluso se escribieron obras de teatro. Hay una obra de teatro famosa de Jean Cocteau, La voix humaine (La voz humana), que trata de eso, de una mujer que se suicida porque el amante se despide de ella por teléfono. Entonces el teléfono está convertido casi en un instrumento diabólico y así pasa en nuestro mundo, hoy estamos con nuestros instrumentos. Pero los seres humanos tiene que manejar todas las cosas que inventan, digamos, unos lo harán con más decisión, otros con más problemas y más peligros, pero las cosas no son ajenas a nosotros porque las hemos inventado nosotros.
VG: El mundo se hace Redondo, después se hace más pequeño. ¿Qué impacto tiene esto en los procesos cognitivos?
FS: Hoy, por ejemplo, nos afectan cosas que en otras épocas ni siquiera habríamos conocido. Bueno, si en Tailandia había un maremoto, para que llegaran a enterarse de eso en Puebla, pues cuánto tiempo tendrá que pasar, y el afán de un viajero que lo contara, en fin… Hoy nos enteramos prácticamente en el mismo momento. El problema, quizá, es que hoy somos conscientes de muchas más cosas de las que podemos remediar, o sea veces nos angustia ver el hambre de unos niños que están muriéndose en un pueblo de Ruanda y, claro, y qué puedo hacer yo que estoy tan lejos. Conocemos cosas que no podemos remediar porque vivimos en un mundo que nos acerca a las realidades pero a veces no a la solución de esas realidades.
VG: ¿Usted qué impacto ve en la literatura ante estos nuevos medios? No es entusiasta del tuit y, por otro lado, hay un vértigo y una circulación de bienes simbólicos a través del Internet. ¿Qué panorama define esto para la literatura?
FS: Probablemente influirá en el estilo, ya hay novelas escritas en forma de e-mail, de tuit. Entonces todo eso impregnará probablemente el estilo. Hoy hay cosas evidentes, cuando uno lee los grandes novelistas del 19, como Flaubert, Balzac, muchos, su forma de penetrar en la vida humana nos sigue interesando. Pero las descripciones nos aburren porque hoy estamos acostumbrados a que esas descripciones ya son fotográficas, es decir, cuando alguien entra en una habitación en una novela de Flaubert, hasta cómo ha descrito la última silla, la última ventana, hoy nosotros ya no soportamos las largas descripciones porque preferimos una imagen, una fotografía, vamos directamente al suceso o incluso decimos, ‘entró un hombre parecido a George Clooney’ y ya está, no lo describimos porque damos por hecho que tenemos la imagen de George Clooney y sabemos a qué se parece ese personaje.
VG: México ha entrado en un proceso de reforma educativa y pareciera ser que eso no es privativo de nuestra nación, hay varias naciones que se están transformando. ¿Se ha vuelto obsoleto o ineficiente la institución educativa en el mundo?
FS: No, la educación siempre va un poco con rezago respecto al mundo. Es decir, en el fondo somos los viejos los que educamos a los jóvenes, y los educamos para que vivan en un mundo en el que nosotros ya no vamos a vivir. Entonces lo que podemos hacer es transmitirles nuestras experiencias, lo que consideramos más valioso, y prepararlos para un mundo en el que ellos van a tener que vivir solos, un mundo que nosotros no conocemos.
Es muy importante que en los países haya una preocupación pública por la educación. No que la educación sea un bien que solamente pueden comprar unos cuantos, no. La educación es un bien público porque beneficia a quien la recibe y a todo el resto de la sociedad, que también se beneficia de vivir rodeado de gente educada, de gente joven que va a tener el futuro en sus manos.
14PV