Charlamos con la cineasta canadiense Nettie Wild acerca de su documental Un lugar llamado Chiapas que el cinematógrafo del Chopo y la sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario proyectarán
Ciudad de México (N22/Alizbeth Mercado). – Era el primero de enero de 1994, Nettie Wild estaba en su natal Canadá y prendió la televisión, se quedó mirando las noticias, no recuerda en qué canal, pero lo que no olvidará es que el conductor dijo que había un levantamiento indígena, armado, en “un lugar llamado Chiapas” en el sur de México. Nos cuenta, en una plática que tuvimos con la cineasta en el Museo Universitario del Chopo, que los presentadores decían “que eran los pueblos indígenas que han tomado alrededor de cinco pueblos y 500 ranchos, pero las personas no creían que eso fuera posible, pensaban que eran los rusos o los cubanos”. Y Nettie pensó “no lo creo”. Eso fue lo primero que escuchó al respecto.
En 1996 viajó a ese lugar para aprender del movimiento y realizar un documento fílmico que diera cuenta de lo que estaba pasando, el documental tiene el nombre de la frase del conductor Un lugar llamado Chiapas (1998) que se presenta en el cinematógrafo del Chopo hasta el 14 de febrero y después en la sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario, hasta el 24 de febrero.
Pese a las distancias, Nettie se sintió atraída por ese movimiento que se dio a raíz del anuncio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (ahora TMEC). “Se suponía que tenía que ser ‘el gran día de celebración’ y los zapatistas mandaron otro mensaje”.
En 1994 Nettie acababa de hacer una película sobre indígenas de Canadá que lidiaron con grandes corporaciones y el gobierno, la pregunta que se hizo para realizar este documental fue ¿de quién es esta tierra? “Y antes de eso hice un filme sobre la revolución armada en las Filipinas y ahí estaba con este levantamiento indígena, así que me sentí muy ubicada y muy intrigada en la figura de Marcos y lo que representaba, esta especie de curiosidad entre los indígenas de las montañas y los mexicanos urbanos. Eso fue lo que me movió”.
Cuando estuviste en Chiapas, ¿qué advertiste del trato que se tenía hacia los indígenas? ¿Una auténtica curiosidad o se les veía como “los otros”?
La dinámica que yo vi es similar a lo que vi en Canadá, creo que sí, esa es la cima de la montaña que debemos escalar, por eso es por lo que el conductor de noticias dijo “no es posible que sean indígenas” y creo que es muy revelador, y era un canadiense diciendo eso.
Sobre lo que dijo el presentador de que los indígenas no podían haber tomado la decisión, pienso que los vemos como menores de edad. ¿Qué opinas de eso?
Sí, como si ellos no tuvieran la mente ni pudieran tomar cinco pueblos y 500 ranchos.
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La película muestra a varios personajes: están los indígenas y testimonios de mujeres que hablan de su cotidianidad, de lo que deben hacer para sobrevivir y sus vínculos con el EZLN; también está la historia de los zapatistas y aparecen el comandante David y el Subcomandante Marcos, quien, en un primer intento, no quiso hablar con Nettie.
¿Cuál fue el reto para contactar a Marcos y que no fuera el centro de la película?
Marcos fue muy difícil. Había una línea de gente y yo estaba hasta el final, yo era “la extranjera”, blanca, mujer, hablo mal español. Mientras tanto esperé, filmé otras partes y a otra gente. Terminamos yendo al norte y filmado material inconveniente para los zapatistas (un episodio que involucra rehenes tomados por los paramilitares y la policía estatal acusados de trabajar para Marcos) y querían que les diéramos ese material, pero ellos me mandaron al norte y el documental plantea esta difícil situación, creo que eso la hizo una mejor película. Era muy importante que Marcos no fuera la única persona en la película.
De hecho, son dos historias las que seguimos, una es ¿llegaremos a ver al subcomandante Marcos? Y la otra es más profunda ¿volverán los refugiados a casa? Y esos son los dos ejes con los que trabajamos.
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Además de los zapatistas, Nettie entrevistó a la familia Canter (finqueros que perdieron tres ranchos debido al movimiento y a los trabajadores indígenas), a un grupo paramilitar llamado Paz y justicia, y al grupo de rehenes. Es un retrato de varios actores que se confrontaron durante el levantamiento.
Para filmar ¿tenías preparado un guion o las cosas cambiaron cuando estuviste en el lugar?
Pasé cinco meses investigando, pero sabía que era una historia complejísima. No quería solamente hablar con los zapatistas, por eso trabajé muy duro para tener acceso con los finqueros y fue muy bueno que la familia me dejara grabarlos. Cuando llegué con los zapatistas, pedí permiso para filmarlos, pero les advertí que también grabaría a los finqueros, al ejército y a los paramilitares, y uno de los líderes, no recuerdo si fue Moisés o Tacho, dijo ¿por qué necesitamos esto? Y el comandante David le contestó: si ella no graba los finqueros, ella no va a entender por qué tenemos una revolución.
Intenté introducirme con los finqueros, los paramilitares, los zapatistas y el único momento que saldrían de las montañas sería con las negociaciones y había una larguísima fila de personas que esperaban hablar con él (Marcos) y una noche recibiría a profesores y gente de todo el mundo y a mí. Mientras caminaba por ese pequeño cuarto, vi a toda esa gente enmascarada y pedían que las personas hablaran español, fue difícil para mí porque mi español es terrible y ellos estaban exhaustos, pero tenía que explicarles por qué era importante filmarlos a todos. Por eso digo que este filme es un regalo que me dieron, para las comunidades y para todas las personas que participaron porque se proyectaron a sí mismos vulnerables incluyendo a los finqueros.
Además del problema de comunicación, ¿qué otras dificultades enfrentaste?
Físicas. Los caminos eran muy complicados porque había vigilancia militar y paramilitar y para llegar a las comunidades dependía de con quién ibas. En un punto del camino queríamos grabar a los refugiados volviendo a su casa, pero nada se compara con las dificultades que la misma gente estaba enfrentando. En cuanto a la logística, sí, fue muy difícil y hubo amenazas contra mi equipo de trabajo, sobre todo a los mexicanos, fue más difícil para ellos que para mí, pero lo más difícil fue para la gente que filmamos.
Pero, mira, sigue pasando, la semana pasada murieron dos activistas en Chiapas (Sinar Corzo y Noé Jiménez Pablo) y se sospecha que fueron paramilitares quienes los mataron, me da tristeza decirlo, pero, Un lugar llamado Chiapas no es noticia del pasado.
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Un lugar llamado Chiapas se estrenó en Alemania en 1998 y recibió varios premios como el reconocimiento de la Asociación Internacional Documental en 1999. Fue un documento que circuló de forma no autorizada en VHS y por Internet. Nettie lo donó a la Filmoteca de la UNAM.
¿Reconocemos al documental como único testimonio de ese momento?
Hay otras películas sobre los zapatistas, pero lo que es diferente del mío es que nosotros seguimos a los refugiados fuera de la zona de conflicto y es esta historia que muchos mexicanos no entienden porque no la han visto. Algunos periodistas mexicanos cubrieron el tema, y lo hicieron muy bien, pero sus vidas estaban bajo amenaza y no pudieron seguir investigando y en casos como ese, ser una outsider a veces es una ventaja porque yo era blanca, canadiense, si algo me pasaba ¿qué hubiera pasado? Y otra gente solo desapareció. Como era mujer, nadie pensó que estuviera actualizando el tema, así que tuvimos acceso a lugares que, periodistas mexicanos muy valientes, no tuvieron. Pero ellos nos ayudaron mucho a entender con quién hablar y nos dieron contactos que solo pueden dar tantos años de cubrir un tema, ellos también son parte del regalo.
En el filme mencionas que los indígenas son pobres, vulnerables y dignos ¿Por qué subrayar estas tres condiciones?
Creo que la única razón por la que la gente resiste contra el gobierno es porque quieren tener el control de sus propias vidas o quieren evitar que sus hijos mueran a los cinco años de una enfermedad curable, uno de los niños que aparecen no lo logró, está muerto, no llegó a ser adolescente. Creo que la pregunta que me haces la tienen que responder los indígenas, pero siempre me mantuve muy conmovida por la gente a la que la movía el miedo para realizar una acción, pero esa acción podría ser muy peligrosa.
Creo que hay grandeza en esa valentía de la gente, pero la historia colonial nos confunde a muchos de nosotros, por ejemplo, la familia de finqueros piensan que fueron buenos con los indígenas, ellos hablaban el idioma de los indígenas y después perdieron dos o tres ranchos y no entendieron que personas como ellos, tú o yo somos beneficiarias de la historia colonial y ahora es tiempo de que en mí país, en tú país, la gente a la que le han quitado todo diga ¡ya basta! Sí creo que ahí está su dignidad, pero también valentía, arrojo y desorden, tampoco son perfectos.
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Una parte del documental registra el papel del internet como medio de comunicación de los zapatistas al exterior y herramienta política, así como repositorio de sus demandas. En ese sentido, recordemos que el 1 de enero de este año lanzaron un pronunciamiento al lado del Congreso Nacional Indígena para refrendar su lucha por la vida y posicionamiento político al margen del sistema:
“Salimos a despertar al pueblo de México y al mundo, solos, y hoy veinticinco años después vemos que estamos solos, pero sí fuimos a decirles, muchos encuentros lo hicimos, ustedes lo saben, compañeras, compañeros, ustedes fueron testigos, fuimos a despertar, fuimos a decirles a los pobres de México, del campo y la ciudad (…) Vamos a defender lo que hemos construido y que lo estamos demostrándole al pueblo de México y del mundo que somos nosotros los que estamos construyendo, mujeres y hombres, no vamos a permitir a que vengan a destruirnos ¿O sí?”.
¿Cuál es tu lectura esta situación, me refiero a la vigencia de estos temas, justo en el aniversario número 25 del EZLN?
Vine a aprender de nuevo, pero cuando vi las noticias de los dos activistas asesinados y cuando escuché que su presidente tuvo una ceremonia en donde le pidió permiso a la Tierra para construir el Tren Maya y tenía a ciertas personas indígenas con él, pensé ¡Wow, la historia se repite! Esto es algo que los poderosos han hecho una y otra vez, encontrar a los indígenas que están de acuerdo con ellos y decir que representan a todos. Eso es interesante, pero no es sofisticado, ni esperanzador sobre este pensamiento.
Creo que los zapatistas pueden hablar por ellos mismos, pero mis amigos mexicanos me dicen “¿por qué no se retiran los zapatistas? Es un mundo diferente”, pero aún ves a personas muriendo, y ese “mal teatro”, como le llamo, de encontrar indígenas que avalen tus propósitos. Espero tener sorpresas más gratas y saber qué pasará en México durante el 2020, muchos canadienses estamos interesados en México y saber si hay un nuevo paradigma zapatista, porque todo mundo habla y critica, pero ellos lo están viviendo, así que lo que nos queda es observar qué pase.