Una entrevista con el escritor portugués José Luís Peixoto donde habla sobre su trabajo con editoriales independientes mexicanas y la influencia de Faulkner y Saramago en su obra
Guadalajara (N22/Huemanzin Rodríguez).- José Luís Peixoto (Galveias, 1974) ha estado en todas partes desde el primer día de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Su primera vez aquí fue en 2008 cuando, como escritor joven ya reconocido, venía con sus novelas traducidas al español. El ganador del Premio de Literatura José Saramago en 2001, volvió a la FIL en 2017 cuando formó parte de la delegación de escritores del Festival de las Letras Europeas. Ahora regresa integrando la delegación de Portugal, país invitado de honor.
En esta ocasión tienes otras dos novelas publicadas en español con la editorial independiente mexicana Arlequín, y además con otra independiente de la Ciudad de México, Cuadrivio, presentas la traducción de uno de tus libros de viajes. ¿Cómo te sientes ahora que regresas?
Este lugar ha sido muy importante para mí. El año pasado presenté algunas novelas y ahora participo en muchas actividades de Portugal en la FIL y en otras previas en diversas ciudades de México. Este año es un placer formar parte del grupo de escritores del país invitado y al mismo tiempo, es un placer tener más libros disponibles en México, para presentar a los lectores de este país.
El año pasado presentaste tu primera novela, ahora publicada en México, El camino imperfecto (Arlequín, 2017), ahora tienes dos novelas más Libro y Cementerio de pianos (Arlequín, 2018). Por otra parte, tienes como novedad en español El camino imperfecto (Cuadrivio, 2018). ¿Cómo lograste estos vínculos y por qué tu interés en que te publiquen estas editoriales independientes?
Conocí a Felipe Ponce, el editor de Arlequín, en la primera ocasión que estuve aquí en la FIL en 2008. En ese momento yo tenía varios libros publicados al español pero que era muy difícil encontrarlos en México. Ahí fue cuando tuvimos el interés de hacer algo juntos para los lectores de aquí, pero no es tan sencillo como se piensa, pues la cuestión de los derechos es difícil ya que a veces se quedan en manos de editoriales que no los liberan para que se publique la obra en distintos países. Lo que ocurrió en este espacio de diez años es que algunos de los libros que ya tenía escritos se quedaron con derechos libres y entonces, como manteníamos la relación y Felipe mantenía el interés en editar mis novelas, publicamos el año pasado el primer libro y estoy muy contento porque he tenido oportunidad de ver que hay un cuidado increíble con el texto. Y me deja contentísimo que los libros tengan esa nueva vida en México.
En tu obra has hecho novelas y libros de viajes, o aquellas cosas que te dejan los viajes. Y has viajado mucho. Antes de llegar a Guadalajara estuviste en Zacatecas, antes en la Ciudad de México, y antes estuviste tres meses en Asia. Te deja muchas cosas eso, tu libro El camino imperfecto nos remite a Asia.
Yo en realidad tengo dos libros que hablan de distintas realidades de Asia. Es un continente enorme, todos los continentes lo son, pero aún así tengo mucha atracción. Empecé en 2012 escribiendo un libro que se llama Dentro del secreto: Un viaje por Corea del Norte (Xordica, 2016) que habla de un país que mucha gente tiene curiosidad que es Corea, y en este caso Corea del Norte. Lo visité, estuve ahí cinco veces y escribí ese libro. Después el año pasado se publicó en Portugal El camino imperfecto que es un libro que habla de otra realidad en Asia muy distinta que es Tailandia. Lo mezclo con otros aspectos porque es un libro muy personal al mismo tiempo. Hace como una conexión entre esa realidad tan lejana y mis referencias personales, incluso mi pueblo que está presente en tantas novelas y en lo que he escrito, que es un pequeñísimo pueblo en Portugal, de mil personas, está referido en ese libro como haciendo una comparación entre esos mundos. Porque es cierto que escribiendo sobre lo lejano siempre tengo mi propia perspectiva. Ese libro tiene una característica que me deja contento: es que es el primer libro internacional que tiene Cuadrivio, y es la primera traducción al español porque el libro salió en Portugal el año pasado.
A propósito de su pueblo natal, escribiste sobre él en la novela Galveias (Random House, 2016), pero es tu eterno retorno. ¿Cuál es el significado de éste, tu Portugal profundo?
Es un pueblo de mil personas que está en el interior de Portugal en una región muy rural. Incluso ese nombre es desconocido para la mayoría de los portugueses. Es un pueblo que casi nadie conoce, porque es muy chico. Pero para mí tiene una importancia enorme. Es el lugar donde nací, donde crecí y siento que hablar de esa realidad tiene mucho que ver con la intención de conocer las raíces, de conocer de dónde vengo, de lo que existía antes de mí y lo que me dio origen. Esa herencia que recibí, que tengo y que dejaré para quienes queden después de mí.
De ese mundo rural sobre el que escribes que, parece, de ahí parte el universo. Tienes otra novela editada el año pasado: En tu vientre (Random House, 2017), que ocurre en ese imaginario y sentimiento de Portugal con la aparición de la virgen de Fátima. Tú hablas más del misterio de lo religioso, que del misterio de la virgen.
No tenía mucho interés de exponer aspectos que desde mi punto de vista son personales, cada uno tiene que desarrollar su perspectiva, cada uno tiene que hacer su introspección y llegar a su conclusión íntima y personal. Pero lo que sí me interesaba de ese momento es su aspecto histórico, porque en Portugal ha tenido una importancia muy grande, además, para mí era un pretexto para describir ese Portugal rural que me resulta interesante. Está relacionado con el Portugal de hoy día, con la identidad portuguesa actual. Hay que considerar esa realidad que para nosotros ha quedado de lado, pero como autor tengo la posibilidad de traerlo para la atención de los otros y al mismo tiempo hablar de otros temas grandes como la maternidad, temas que de algún modo cuestionan al lector en ideas esenciales.
Si uno busca tus libros revisamos A, B, C, D… Peixoto y Pessoa. Estás siempre junto a Pessoa. Te digo esto porque tú naciste después de la Revolución de los Claveles en tu país. Aquí hay una generación de autores como Afonso Cruz que nació en 1971; Gonçalo M. Tavares y Ondjaki que, aunque nacidos en África, son de los mismos años. Estamos frente a una importante generación literaria de escritores en portugués, que más allá de Eça de Queiroz y de Pessoa, no están cercanos a Antonio Lobo Antunes y José Saramago. Ustedes nacieron en un país distinto al que crecieron sus padres. ¿Te asumes parte de una generación?
Yo realmente reconozco esa generación. Es cierto que si lo miramos y además lo vivimos ahora, es difícil no quedar con la idea de que todos estamos haciendo trabajos muy distintos. Eso es claro, pero no tenemos la distancia necesaria para encontrar los vínculos que compartimos. Lo que sabemos es que nacimos en ese momento histórico tan determinante para la realidad portuguesa contemporánea. Lo que es realmente diferente a las generaciones anteriores es que nacimos en democracia y crecimos en democracia. Es una diferencia enorme desde el punto de vista de la cultura que consumimos, de la manera en que se miró al mundo y eso tiene que tener un resultado en lo que decimos. Supongo que por eso no tenemos esa necesidad de ruptura tan fuerte con las generaciones anteriores, es decir, como autores no necesitamos crear una imagen de ruptura total, de recreación del pasado porque ya la historia hizo una ruptura fuerte y nos hace sentir como una generación. Por lo menos yo lo veo así.
Tienes un aprecio grande por la literatura de William Faulkner. Y una de las tantas cosas que hizo fue la creación de ciertas geografías y la reinvención de una historia de Estados Unidos a partir de Yoknapatawpha County. ¿De qué manera este autor que nos lleva a las entrañas de un país, ha sido una influencia en tu propia recreación de Portugal?
Naciendo en un pueblo, la cultura y el arte que consumía no hablaban de mi realidad. Era mucho más sencillo encontrar Nueva York en un libro que algo que fuera más cercano a mi realidad. Y por eso fue muy importante cuando tuve la oportunidad de leer a autores que hablaban de lo rural. Y eso me dio la oportunidad de llegar a la conclusión que sería posible escribir sobre las cosas que estaban ahí al lado. Eran tan fabulosas como escribir sobre Nueva York. Y en ese aspecto, William Faulkner fue un autor que me mostró mucho y que cuando lo leí, puede ser que demasiado joven para entender todo, me di cuenta de una cantidad de aspectos como por ejemplo la multitud de narradores, la manera en que manejaba la narrativa, me abrieron muchos horizontes. Sin ese aprendizaje no llegaría a escribir lo que escribí. Y además, en el tiempo en que lo leí era tan distinto a lo que los profesores en la escuela me decían lo que debía de ser la escritura. Y esa libertad, esa creatividad, ese universo de posibilidades del lenguaje fue muy importante para mí, además de la lectura de bastantes poetas que me enseñaron todo eso. Pero con Faulkner hay la libertad de su lenguaje y hay también su mundo: el sur de Estados Unidos con todas sus injusticias y situaciones sociales que me siguen hablando mucho.
José Saramago fue muy importante en el despegue de tu carrera. ¿Cómo ha sido ésta desde que recibiste el premio, y ese apoyo, hasta hoy?
Yo recibí el Premio José Saramago muy joven con mi primera novela a los 26 años, y por eso fue un cambio enorme en mi vida. Tarde dos años en encontrar un editor y siempre fue rechazada. Después, cuando se publicó por el premio, fue algo para lo que no estaba preparado. Ya había leído a Saramago, pero compartir con él distintos momentos a lo largo de casi diez años hasta su muerte, fue una experiencia que me cambió en muchos niveles, incluso en cómo uno como persona puede vivir de ser un escritor, no sólo en la perspectiva social y pública, también en lo íntimo e individual. Y hoy mismo esa experiencia sigue teniendo mucha relevancia para mí.
La novela Galveias fue traducida por Pilar del Río, eso para mí de algún modo lo siento como una aprobación de Saramago aunque ya no esté. William Faulkner tiene una frase muy conocida en la cual habla del pasado y dice algo muy obvio para mí, que es el hecho de que el pasado no ha pasado todavía. Las cosas que se hicieron antes pero que se descubren hoy, son presente, y eso es una característica que tienen los libros. Los libros son como una resistencia al tiempo. Por eso hoy en día descubrir la literatura de Saramago o de Faulkner u otros autores, sigue siendo un acto del presente y que muchas veces nos habla de asuntos que son realmente actuales.