En 2019 se celebran cien años de la fundación de esta escuela de artes y oficios iniciada en Weimar por Walter Gropius. A propósito, el MUCA Campus inaugura El mundo entero es una Bauhaus
Ciudad de México (N22/Ana León).- Hay un dato importante que no se debe pasar de largo: en su inicio, en 1919, la escuela de la Bauhaus tenía 101 alumnas y 106 alumnos; tres años antes del cierre, había 53 alumnas y 141 alumnos; dos años después, en 1933, cuando ésta cerró sus puertas, 5 alumnas y 14 alumnos componían el total de la población. Si bien es evidente el declive en ésta, lo que me interesa resaltar aquí no es eso, sino el porcentaje de mujeres, muy cercano al de los hombres, que se integraron a sus actividades en el inicio. Ese dato, que podría pasar desapercibido en una mampara destinada a lo cronológico, nos dice mucho de la mentalidad que imperaba en esta escuela de Artes y Oficios.
Walter Gropius, uno de sus tres directores, su fundador, y quien le dio personalidad y voz a la institución, sería un revolucionario en las cuestiones artísticas, reunió el trabajo de artistas y artesanos en un sólo espacio. Creía que el arte no se podía enseñar, pero la artesanía sí, de esta forma encontró el camino para sentar las bases de una escuela que que se opuso al modelo academicista de la República de Weimar y cuyas múltiples aristas aglutinó bajo el nombre de Bauhaus. En sus aulas se reunieron expresiones de vanguardia como el expresionismo, el futurismo y el dadaísmo; el funcionalismo sería casi como la marca personal de la escuela a través de los años.
La Bauhaus desarrolló un sistema educativo en el que implementó “El curso preliminar”, o lo que ahora conocemos como propedéutico. Dos semestres que tenían por objetivo la selección de talentos, la homogeneización del estudiantado y el entrenamiento de la creatividad. Con los años y los tres diferentes directores, éste se fue transformando pero se respetó casi por completo el objetivo inicial del mismo.
A cien años de su fundación, el MUCA Campus, junto con el Instituto para las Relaciones Culturales Internacionales de Alemania, inauguró ayer lunes la exposición El mundo entero es una Bauhaus, que hace un recorrido puntilloso y académico de lo que significó esta escuela en la arquitectura, la concepción del espacio y el diseño para la vida cotidiana: inauguró la modernidad. Y es que la Bauhaus, es sabido, no se ciñó sólo a la creación de un modelo educativo que llevaba el arte a la practicidad, a lo funcional, o que como se dice, puso en la misma altura a las artes aplicadas y a las bellas artes, sino que también sentó las bases de un modo de vida ajustado a la economía y la funcionalidad de las formas sin perder la experiencia estética. Uno de sus objetivos era mejorar la vida de los seres humanos.
Se desarrollaron ideas para la construcción de viviendas y una teoría del diseño que echó mano de las formas elementales y los colores primarios, una estética que se compartía no sólo en el diseño industrial (piezas de mobiliario, objetos de uso doméstico y espacios interiores) sino también en los talleres textiles y en la misma arquitectura. Nombres como los de Kandinsky y Paul Klee aparecen todo el tiempo al lado del de Gropius; también en las imágenes que pueblan la exposición del archivo gráfico de aquella época.
En cualquiera de sus tres sedes, Weimar, Dessau o Berlín, se mantuvo ese ímpetu y esa estética que en la actualidad se conoce como “estilo Bauhaus”. Esta escuela marcó profundamente mucho del diseño que conocemos hasta el día de hoy. Sus formas, sus colores, sus texturas no nos son ajenos y hoy menos que nunca, cuando se mira al pasado y se se busca depurar las formas, volver a lo básico, esta estética cobra vigencia. Aunque también, fue rechazada desde 1945 y hasta los años sesenta: se criticó el funcionalismo y la idea de modernidad concebida como un diseño atemporal. Luego se le reconocería como una “herencia cultural”. Se dice que se le ha dado el lugar de mito, y a la distancia, que se trata del intento de transformarla en “un objeto de culto que algunas veces cumple la función de un tótem, otras de un tabú”.
Lo que es innegable es que esta escuela sentó las bases del movimiento moderno. Al mirarla podemos preguntarnos: ¿es actual la Bauhaus? Y creo que la respuesta es un Sí. Mucho del diseño como lo conocemos ahora se debe a la existencia de esta escuela que unió el arte con la función, que desmitificó el mito y lo convirtió en una silla, en una casa o en un modelo tipográfico que han sobrevivido al tiempo. ¿Una obra de arte total?
Imagen: db.iainmc.ca