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El actor y director alemán es uno de los invitados especiales en la 17 Semana del cine Alemán; presenta su ópera prima, el documental Corazón salvaje, que como muchos de sus proyectos están unidos por el ánimo y la entrega de contar una historia
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Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- En 2006 apareció la película alemana La vida de los otros (Das Leben der Anderen, del director Florian Henckel von Donnersmarck) que cosechó varios premios en todo el mundo, incluido el Óscar a Mejor Película. Entre los personajes secundarios está el del actor Charly Hübner quien se ha convertido en uno de los más exitosos en los últimos años en Alemania. Él viene del teatro y de ahí pasó al cine y luego a la televisión. En la 17 Semana de Cine Alemán hay cuatro películas en las que participa, tres ficciones como actor, una de ellas un largometraje para niños, y un documental que es su ópera prima como director. Es, además, uno de los invitados especiales de este ciclo de proyecciones. Alto, 1.92m, cabello lacio y bigote, tiene 45 años y un gran sentido del humor. Nos encontramos en la Cineteca Nacional en una noche de lluvia tremenda.
¿Por qué decidiste ser actor?
Después de la reunificación de Alemania, yo quería ser deportista pero por razones de salud no pude serlo y durante un año le estuve buscando sentido a mi vida. Era el verano del noventa y me fui a Turquía, ahí uno de mis dos grandes amigos provocó que fuera por primera vez al teatro y lo que vi fue muy inspirador. En el escenario estaba mi amigo interpretando a Hamlet, yo lo vi desde muy arriba, desde el anfiteatro y me pareció genial, ahí me dije: -¡Eso quiero hacer yo!
Y creo que tiene que ver que con la reunificación tras la caída del muro, pues soy de esa generación que tuvo la pérdida de la idea del Heimat (1), y la actuación me permitió buscar y jugar con diferentes identidades y explorarme a mí mismo. Todavía no sé quién realmente soy.
Tú vienes del teatro. La realidad teatral en Alemania es muy diferente entre cada ciudad, no es lo mismo las casas teatrales de Hannover que las de Berlín, o las del lado suizo-alemán. Tú trabajas en el norte, en Hamburgo.
Así es, yo empecé en Berlín, ciudad donde estudié. Luego me fui a Frankfurt, luego pasé por Zurich, Colonia y finalmente a Hamburgo. He conocido a varios directores y me interesa ver cómo piensan. Hubo un tiempo, como siete años, que no hice nada en el teatro porque no había algo que me interesara. Y ahora en los últimos años he podido trabajar con grandes directores en Hamburgo donde hay un teatro gigante con mil 200 lugares. Eso me satisface, es súper divertido.
Del teatro pasaste al cine y de ahí a la televisión. ¿Cómo actor, cuál es la diferencia que encuentras en cada plataforma?
El teatro es más intelectual. Es un espectáculo intelectual, entretenido que a veces puede ser grotesco o puedes hacer farsas. En el cine la actuación se basa más en las pausas. Donde no hay palabras, es más significativo el silencio y las miradas. En la televisión muchas veces se busca un tono mucho más realista, es más cercano a un documental. Por ejemplo, ahora, en esta entrevista, podría estar más en una situación de película para televisión.
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Un famoso actor mexicano de los años cuarenta decía que cuándo la cámara se acerca, retrata más los pensamientos que la actuación.
Estoy de acuerdo con eso. Cuando hice cine por primera vez después del teatro, sentía que actuaba para las personas que están detrás de la cámara, después de un tiempo pude perder esa sensación y me concentré en algo más íntimo, buscar que se te pueda ver el corazón y los sentimientos. De pronto en el cine, cuando con un close up ves en la pantalla proyectada una cabeza de diez metros de altura, no puedes ser tan intenso. Realmente tienes que relajarte y sólo, como dijo Bergman, pensar muy simple. Si logras eso, creo que eso se vuelve muy interesante para el espectador. En la televisión tienes que hacer más cosas porque hay muchos elementos. En el cine, cuando la cámara está cerca de ti, es más como dice el actor mexicano.
Ahora, gracias a las series que haces para la televisión, gozas de cierta fama. ¿eso ha cambiado tu forma de entender tu profesión?
Te das cuenta de que afuera pasan más cosas. En películas infantiles como Bibi y Tina, personajes que son muy famosos en Alemania, te das cuenta que tienes mucha atención de todas las personas y los medios. En cintas como 3 días en Quiberon (Drei tage in Quiberon, de Emily Atef, 2018), sobre un momento de la vida de Romy Schneider, el peligro es que pierdes toda esa atención. En estos casos, pese a que me parece una gran película, parece que la cámara de cine es como tu único confidente. Pero como vivo en Hamburgo, la gente ahí es muy relajada, y estoy contento de que he podido trabajar tanto y tan bien que mi profesión se ha convertido en algo más que eso, en algo bello. Así que con tranquilidad puedo concentrarme en los proyectos que hago.
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En este momento tenemos en México dos películas de ficción donde tú actúas; un largometraje más para niños y un documental que diriges. Es tu ópera prima.
Sí. Todas son tan diferentes pero creo que están unidas por el corazón. Así es como escojo mis proyectos. Por ejemplo en la película Timm Thaler o la risa vendida (Timm Thaler oder das verkaufte Lachen, 2017), que está basada en un libro muy famoso en Alemania, se cuenta la historia de Timm, un niño muy pobre que vende su risa para volverse rico. Como uno puede adivinar, eso no funciona y trata de recuperar su risa para volver a sentir alegría en su corazón. El director es Andreas Dresen, una persona que posee un gran corazón y le gusta indagar en la psicología de sus personajes. Él es muy amable y caluroso. Cuando Andreas Dresen me llamó, me dijo que quería para el personaje de Kreschimir a alguien que pudiera darle un corazón grande, es un camarero que está realmente ahí para ayudar al niño y así logra encontrar su gran amor que siempre está presente en el fondo. En el caso de Magical mystery o el regreso de Karl Schmidt (Magical Mystery oder Rükkehr des Karl Schmidt, de Arne Feldhusen, 2017) es una película que me conmueve mucho, el personaje de Karl Schmidt es muy especial, de un tiempo muy local que sólo ocurrió en Berlín. Mira, después de la caída del muro en Berlín del Este, había muchos lugares en donde solo encontrabas edificios abandonados. Ahí es en donde nació la escena del rave. Y el personaje principal es alguien que se quedó en el mundo de las drogas de los años noventa, pero veinte años más tarde ahí está. Y son sus amigos con quienes Karl Schmidt tiene la posibilidad de volver a vivir esos años y tener una segunda oportunidad. Y esa nostalgia, esa melancolía para mí es como la melancolía original del hombre. Es como un capullo que se abre en flor pero que sabes que va a morir. Así es la energía de esa melancolía, que sientes que con tus amigos vas a encontrarte con las mismas cosas de juventud, de saber que encontrarás otra vez el amor pero también sabes que ahí están los mismos miedos, y la paranoia de perderse otra vez. Eso me conmovió muchísimo.
La película de más reciente estreno que he tenido es 3 días en Quiberon (Drei tage in Quiberon, de Emily Atef, 2018), habla del descanso que se toma la actriz Romy Schneider un año antes de su muerte en un balneario en Bretaña. Ahí accede a una entrevista con un reportero desalmado de la revista Stern, que es acompañada por las fotografías, muy famosas, que le hizo Robert Lebeck, a quien interpreto y se conmueve con la gran actriz, él es el que entiende qué es lo que vive, lo que piensa y se vincula con Romy de una manera íntima. Aunque todas las películas son muy distintas, es el corazón lo que las une,
En el documental que vengo a presentar es evidente desde el título: Corazón salvaje (Wildes herz, de Hübner y Sebastián Schultz, 2017). Es sobre el grupo Filete de pescado fino a la crema (Feine Sahne Fischfilet) que es uno de los grupos de punk más exitosos en Alemania. El proyecto llegó a mí como invitación para filmarlo. Al principio no sabía qué hacer, pero vi a este joven Monchi, el vocalista de la banda, tan lleno de energía para hacer lo que le gusta y ahí fue donde decidí involucrarme.
La idea del documental era muy sencilla, seguirlo y grabar todo hasta parar cuando no encontráramos nada más interesante. Primero entramos al estudio de grabación con ellos, fuimos a varios lugares en su gira, fuimos a Dresde, a varios festivales de rock. Luego tuve la impresión de aprender algo más de él a través de sus padres, de sus amigos. Tras cuatro años de rodaje teníamos como 120 horas de material y empezamos a editar para descubrir qué película se nos revelaba. Yo no quería decidir contar nada, solo seguir al grupo y descubrir el documental. Al final teníamos como tres documentales: uno de música, otro de entrevistas y uno más con los abogados y vigilantes de que no rompieran ninguna, pues se les considera un grupo subversivo. Pero al revisar los materiales, lo que más llenaba la pantalla y lo que más mueve y conmueve es la historia de Monchi, un tipo especial con mucha energía. Decidimos que en torno a él se contaría el documental, así aparecen: el grupo musical, los neonazis, los grupos radicales de izquierda, los protectores de la constitución, sus amigos y padres. Todo en torno a él.
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¿Qué crees que tiene tu documental que ha atraído tanto al público alemán?
En Alemania hay un movimiento radical en el que participan los partidos políticos de derecha, que son muy conservadores y en algunos casos fascistas. Tienen ideas que nos recuerdan a Hitler, son xenofóbicos y quieren sacar a los extranjeros. Ellos tienen seguidores y eso alarma, por supuesto, a los que aprecian la vida liberal y el multiculturalismo. Hay un choque. Este grupo que protagoniza el documental, Feine Sahne Fischfilet, es claramente de izquierda y no son ajenos a lo humano. No ignoran que muere gente en el Mediterráneo intentando cruzar el mar para llegar a Europa. No ignoran que hay gente que viaja dentro de camiones en condiciones terribles como lo que pasa en Austria, y buscan poder ayudarles. Por eso es que hay gente tan irritada. Entonces la banda hace una gira donde invitan al público a dialogar. Están muy interesados en destapar la izquierda para ponerla en diálogo. Y es que hay mucha gente en Alemania, sobre todo en los pueblos, que no tiene dinero, y es ahí en donde los partidos políticos de derecha tienen una fuerza muy fuerte. Por eso el grupo decidió ir de gira a los pueblos y acercarse a la gente. Cuando vi eso me quedó claro que teníamos que contarlo en la pantalla grande. Es algo que pasa en este mismo momento. Nuestra pequeña expectativa es ver qué va a pasar con esta película cuando el público de los cines conozca al Monchi y al Feine Sahne Fischfilet. Es algo que ha interesado a la gente y nos alegra, pero sabemos que hasta ahora sólo son 60 mil espectadores y no cinco millones. Para mí cada cosa, cada persona, cada película tiene un ego. Por eso en esta película después de los meses de filmación y edición, nos preguntamos qué era lo que nos quería decir, y era obvio que el corazón de este chico era tan fuerte que debía ser el centro, su corazón salvaje.
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(1) En el idioma alemán, la palabra Heimat conceptualiza lo mismo la tierra, el hogar o la patria. Es un rasgo de identidad. Durante el gobierno de Hitler la palabra fue manipulada para los intereses del nazismo. Tras la guerra se siguió usando pero con reservas. Actualmente las instituciones alemanas desea recuperar el concepto histórico de su significado para la cultura germano parlante, previo al uso dado en el nacional socialismo.
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