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Una propuesta arquitectónica y de interiorismo, en Mérida, que busca sumar a métodos de aprendizaje que privilegian la experiencia “real”, lejos de la tecnología
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Imágenes: NOON Afterschool / TACO / © Leo Espinosa
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Ciudad de México (N22/Ana León).- NOON after School es un proyecto privado pensado como un espacio de estancia para hijos de padres trabajadores pero bajo un concepto que busca que los niños “desarrollen habilidades cognitivas y sociales, así como valores fundamentales alejados de la tecnología: no se ven películas ni se permiten iPads ni dispositivos inteligentes, como señala Carlos Patrón, parte del equipo de TACO Taller de Arquitectura Conceptual que estuvo a cargo de la adaptación de una estructura preexistente para llevar a cabo este proyecto en Mérida, Yucatán.
El equipo de TACO, del que también forman parte Alejandro Patrón, Ana Patrón y Estefanía Rivero, estuvo a cargo del diseño de soluciones espaciales que respondieran a las necesidades de este proyecto orquestado por psicopedagogas, una administradora y gente experimentada en el trato con los niños, un equipo conformado sólo por mujeres al que también se integran especialistas que están a cargo de la impartición de talleres. Este proyecto de iniciativa privada echa mano de un concepto que se maneja desde hace tiempo en diferentes partes del mundo, “afterschool”, precisa Patrón.
La participación de TACO en esta iniciativa consistió, de acuerdo a la descripción de los propios arquitectos, en el “desarrollo a partir de una identidad corporativa, la cual se adaptó a una construcción preexistente con un presupuesto limitado por tratarse del primer centro en ejecutarse, por lo que el proyecto se divide en dos etapas constructivas, en donde la primera se resume en: la intervenciones estratégicas que mejoran la funcionalidad y la presencia desde la calle; el diseño de áreas exteriores, interiores y de mobiliario de espacios seleccionados que en conjunto produjeran sensaciones de profesionalismo, seguridad, orden, creatividad, diversión y pertenencia tanto en los niños como en los padres y el equipo de trabajo. El objetivo general fue lograr un espacio generador de experiencias sociales y cognitivas reales (no virtuales) en los niños.”
Tanto para TACO como para el equipo que dirige este centro educativo infantil de horario vespertino, uno de los aspectos relevantes son “las áreas abiertas para realizar actividades al aire libre, tal como lo hacían los que ahora son padres durante su infancia, pero en un lugar especialmente diseñado para eso y manejado por expertos en el tema. En estos espacios se practican juegos tradicionales y hay un área de huerto, entre otros proyectos.
Esta casa meridana ubicada en una zona de servicios y de oficinas fue adaptada tanto al interior como al exterior para responder a las necesidades del proyecto: “se cambió el acceso principal del edificio de manera que creara un pasillo vestibular claro de acceso y evacuación desde y hacia cada uno de los espacios interiores y exteriores del complejo. En exterior se crearon dos accesos nuevos, uno para servicios y otro para el jardín trasero, de manera que reforzaran el control de accesos hacia diversas zonas; el estacionamiento al descubierto del frente se transformó en una plazoleta arbolada para recepción de niños, y se respetó el portón existente por motivos de seguridad; mientras que en la parte trasera se creó un parque infantil y un huerto. En el interior, las recámaras de la casa se convirtieron en oficina administrativa, salón de asesorías y salón de talleres; y el área social se transformó en el área de juegos. La cocina, cuarto de lavado, bodega y baño, se mantuvieron en sus ubicaciones originales este último se dividió en dos sanitarios, uno para cada género”, de acuerdo con la descripción de los arquitectos. Una segunda etapa está pendiente.
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