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Una charla con el periodista acerca del documental La muñeca tetona, segunda entrega de la serie de la plataforma Detective
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Imagen: Diego Enrique Osorno / UANL / © Efraín Aldama Villa
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Ciudad de México (N22/Ana León).- Con proyecciones en el Mérida y Yucatán Film Festival y su próxima participación en el Festival Internacional de Cine de Monterrey, el corto documental La muñeca Tetona, de Diego Enrique Osorno y Alexandro Aldrete, inicia su ciclo de exhibición.
La historia: México, 1987, Iván Restrepo, Benjamín Wong Castañeda, Elena Poniatowska, Margo Su, Héctor Aguilar Camín, Carlos Monsiváis, Miguel Ángel Granados Chapa, Gabriel García Márquez y León García Soler, grupo de intelectuales conocido como el Ateneo de Angangueo, posan frente a la cámara sostenida por el fotoperiodista Pedro Valtierra. Sentado, al centro, se ve al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, en ese entonces, titular de la desaparecida Secretaría de Programación y Presupuesto. Casi imperceptible, sostenida por García Soler, se ve a una pintoresca muñeca de senos enormes. Aquella imagen tomada por Valtierra se coló a Twitter casi veinte años después. En 2010 ésta se le cruzó al escritor y periodista Diego Enrique Osorno y dio lugar a este documental. ¿Cuál es la historia detrás de la fotografía? ¿Cuál es la historia en torno a la picaresca muñeca?
En una función privada en la Ciudad de México, entrevistados, equipo de producción y allegados se dieron cita para ver el trabajo concluido, una sesión en la que se intercambiaron impresiones y recuerdos; se habló, también, de aquello que quedó fuera. Largas horas de entrevistas condensadas en 25 minutos que corren con un ritmo dinámico en el que se cuela el humor sin trivializar el contenido, sin caer en lugares comunes. Allí, pudimos charlar con el periodista acerca de este trabajo.
Si bien la foto se toma en 1987 y se cuela en las redes sociales en 2010, ¿cómo llega a tus manos?
Yo la vi en Twitter. En aquella época era una novedad, acababa de entrar a Twitter y me llamó la atención la fotografía. La usaban para denostar a los intelectuales que aparecían ahí. No sabía el contexto. Años después cuando iniciamos la investigación empecé a establecer el periodo en el que había sido tomada. Había confusión, el mismo Pedro (Valtierra, fundador de Cuartoscuro y autor de la foto) pensaba que la foto era del 88, cuando Salinas ya era candidato a presidente y había muchas dudas al respecto hasta que entró a su archivo y en los negativos encontró la fecha precisa: un mes antes, justo, de que Salinas sea destapado como candidato a la presidencia.
¿Cuál fue la primera lectura que hiciste de la foto, qué lectura haces ahora después de haber hecho el documental?
Pues a mí me pareció una foto solemne y muy impactante por la cantidad de figuras que aparecían ahí, pero lo que más me causó curiosidad fue que estuviera esta muñeca tan extravagante en un rincón de la foto. Me pareció que era un juego de alguien en una foto solemne y pensé: nadie se está riendo, están muy serios. También es muy interesante todo el arte de interpretar los rostros en las fotos. Cuando hice el documental todo el mundo decía: mira a Monsiváis aquí, parece que está enojado. Pero hay varias interpretaciones, eso al final es siempre subjetivo.
La relatividad, que eso también es interesante, de hacer un documental a partir de una fotografía, un instante, un momento, y ese momento te permite veinte, treinta años después, reconstruir lo que está ahí y plantear una discusión más amplia de la relación entre el intelectual y el poderoso.
¿Cómo decides hacer un documental a partir de la foto y no un reportaje, por ejemplo, es decir, cómo decides la forma de dar salida a las inquietudes que te detona la imagen?
Este año decidí trabajar más cosas de este tipo, documentales. En Bengala –agencia de creación y desarrollo de historias para cine, televisión y multimedia– creamos esta serie de cortos documentales donde la idea es mezclar un poco el mundo del periodismo y el mundo del cine para crear piezas como ésta o como la de Silvestre –sobre pederastia clerical en Oaxaca– u otras que estamos terminando también y que van a salir pronto.
¿Es Detective?
Sí, se llama Detective, es una serie de cortos documentales. Lo que hacemos es trabajar periodistas y cineastas para crear algo que tenga el tratamiento cinematográfico pero que tenga también cierto temperamento periodístico. Es una búsqueda y La muñeca es nuestra segunda entrega en esta serie.
En una de las notas que has publicado medios como Chilango y otros, mencionas que tu interés es revelar cuál es la historia detrás de la foto y, al mismo tiempo, la historia detrás de la muñeca, ¿cuál es ésta?
No te puedo contestar eso, no seas spoiler –responde entre risas. El documental plantea la investigación sobre qué hace esa muñeca ahí, pero obviamente el trabajo debe tener más capas de entendimiento, entonces explica un poco qué es el Ateneo de Angangueo que es un grupo de escritores y periodistas que se juntaban en privado con funcionarios en los setenta y ochenta. Habla de cómo los intelectuales se deben acercar al poder o cómo el poder se acerca a los intelectuales; habla del sexenio de Salinas; sobre las redes sociales hoy en día; hay otros temas, pero la búsqueda que hay alrededor del documental es de saber qué significa esta muñeca, que no es un objeto sin ninguna historia.
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¿Crees que esta relación es indisoluble?
Creo que cada mundo tiene su ámbito y tiene además sus códigos y tiene su historia. Hay momentos en los que se juntan, otros en los que se enfrentan, pero más bien me parece que son mundos aparte, o sea, alguien que busca el desarrollo intelectual y alguien que busca el desarrollo político lo mueven intereses distintos, normalmente. Creo que sólo hay momentos en los que se juntan, coyunturas, o en los que se enfrentan.
En el trailer de La muñeca, Denise Dresser dice que “los intelectuales no sucumben ante el poder (dinero) sino ante la vanidad”, ¿estás de acuerdo con eso?
Me parece que es una opinión contundente que refleja no sólo lo que piensa Denise sino mucha gente. Yo en lo particular creo que nos movemos por muchas más cosas. Habrá alguien que sólo le importa el dinero, pero también la familia, que le importa trascender. Creo que somos seres más complejos, pero sin duda la vanidad puede ser una de las motivaciones por las cuales un intelectual se acerca al poder. Pero no sería tan contundente para decir que es la única, yo creo que hay un amplia gama.
En este contexto, periodistas e intelectuales tiene que estar en muchas situaciones en las que preferirían no estar por las implicaciones que tienen, por la coyuntura, por lo mediático, como periodista ¿cómo te enfrentas a abordar una entrevista con Salinas, cuyo gobierno y posteriores han sido acusados de cometer crímenes de lesa humanidad, qué postura tomas?
No es tan complicado, la verdad. Para mí la guía de lo que hago es la curiosidad eso me lleva a hablar lo mismo con Salinas que con Fox, he entrevistado a Carlos Slim, a Hugo Chávez, a Evo Morales; también he entrevistado a un zeta o a un secuestrador o a un guerrillero. Creo que al final la curiosidad es lo que te mueve como periodista. Un periodista es alguien con una curiosidad enorme, entonces para saciar esa curiosidad tienes que hablar con mucha gente porque uno ignora cosas, uno es un ignorante, entonces tienes que preguntarle a mucha gente. Yo trato de que mis prejuicios no estropeen el actuar de mi curiosidad.
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Imagen: Pedro Valtierra, 1987
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En este documental ¿qué pacto buscaste hacer con el espectador? Aquí me gustaría que me hablaras de la cámara que utilizaste para grabar las entrevistas que mencionas permite crear una relación de intimidad entre los entrevistados y el espectador.
Es justo eso. Cuando trabajaba, por ejemplo, la biografía de Slim, pensaba no sólo explicar a Slim a los círculos de poder sino cómo explicar a Slim a una persona común. Cómo llevar a la gente a la biblioteca de Slim donde yo estuve, cómo llevar a la gente común a una conversación con Slim o a presenciar una negociación que él hacía. Cómo te metes y transmites al lector esa sensación y esa experiencia. Aquí es igual. Esta es una reunión privada, se toma una foto y es lo único que hay y la foto sale veinte años después, entonces cómo haces para que la gente se meta a esa reunión privada, se meta a esa intimidad y a esa fotografía. Obviamente está la narrativa, los testimonios. Visualmente creo que ayuda este dispositivo que creó Errol Morris, el Interrotron, que es simplemente un espejo donde el entrevistado me está viendo a mí en un reflejo del lente, pero en realidad está viendo directamente a la cámara y eso en una pantalla grande hace que la mirada sea más natural porque me está viendo a mí, un holograma, pero está viendo a alguien.
Pero es eso, es hacer que la gente se meta a esa intimidad porque además esas figuras se reúnen con el personaje más comprometido de la época moderna en México.
Mencionas que son varias capas de lectura las que haces a través de este documental y una de ellas es el papel de las redes sociales en la formación del pensamiento, ¿cuál es papel del periodista y de los intelectuales cuando las redes sociales se prestan para dar opiniones sin fundamento?
Esa es una pregunta justo que recorre el final del documental, también. Esa pregunta que se plantea: ¿cómo pasamos de intelectuales a opinólogos?, o sea, cómo ahora quizás hay más opinólogos que intelectuales o justo da esa apariencia.
Como periodista y como escritor, ¿qué buscas al contar una historia?
A mí me parece que el periodismo tiene una función social. Me interesa que lo que yo haga transmita algo ayude a reflexionar a la gente y eventualmente esa reflexión conduzca a una acción. Lo que escribo o también el documental, no lo hago para que me lea el poder. No escribo una nota para que el gobernador o el presidente lo lean. Lo que más me interesa siempre cuando hago una cosa es que alguien lo lea o lo vea y que por la manera en la que está planteado, que no es un lenguaje burocrático ni de poder sino que está planteado a través de una muñeca, que termine por hacerlo pensar, si estaba interesado en la muñeca, que termine pensando en el poder y los intelectuales, en la relación que debe haber o no entre figuras de este mundo. Generar una reflexión, me preocupa eso, más en un país como éste creo que el periodismo debe tener esa función social, agitar las conciencias para hacer algo. No el periodismo que está buscando que el poder cambie. A mí lo que me interesa es que la gente común tenga un acceso a la información que poca gente tiene: que se mete a hablar con el hombre más rico del mundo o a una sala donde se reunieron los intelectuales y el presidente.
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